Capítulo 22

3K 321 14
                                    

Juliana frunció el ceño. ¿Valentina? ¿Su Valentina? Verificó el número y se fijó si no era una maldita broma, se sentó en la cama y leyó el mensaje nuevamente. Quizás debería esperar al otro día para verla, sabía que Mateo aún vivía con ella y si iba a verla, quizá había problemas, más de los que ya existían. Su móvil comenzó a sonar, era ella.. Presionó el botón, pero no pronunció palabra alguna.

Val: -¿Juliana? ¿Estás ahí?.

Juls: -¿Qué pasa?-le preguntó sin querer sonar muy dura con ella.

Val: -Ne…ne…necesito que hablemos.

Juls: -Sabes que esto terminó-se obligó a decirle.

Val: -Lo sé, lo sé, me ha quedado más que claro pero Juliana tenemos un problema.

Juls: -Dime.

Val: -No voy a decirlo por teléfono. Mateo no está en casa, ¿por qué no vienes?.

Juls: -Ni sueñes que iré a tu casa-dijo firmemente-. Nos vemos mañana, hace demasiado frío como para que me den ganas de salir de casa.

Val: -Juliana por favor, es necesario que hablemos.

Juliana suspiró y luego lo pensó nuevamente. Se moría por verla, necesitaba saber que había sido de su vida.

Juls: -Está bien, el café cerca de tu local de ropa está abierto las veinticuatro horas del día, allí en media hora.

Val: -Genial-dijo ella-. Te veo allí.

Colgaron al mismo tiempo. Valentina sonrió mientras que Juliana se preocupaba por lo que ella debía decirle.

Se arregló el cabello, se maquilló y se colocó ropa a estrenar. Debía estar linda, por lo menos para que Juliana pensara que estaba bien. Esperaba que Juliana también se arreglara para ella.

Se plantó frente al espejo mientras se abotonaba una camisa. Con esto del frío en todas partes, no había tenido tiempo de observar su vientre, notablemente ya no estaba completamente plano y de ser por comida, no era, de eso estaba segura, sonrió.

Juliana la esperaba sentada en una mesa al fondo, observando la nieve por la ventana. Sintió la campana de la puerta de entrada y se forzó a no observar hacia allí, quizá no era ella.

Valentina recorrió el lugar con la mirada y encontró un gorro rojo al fondo, estaba de espalda, pero seguramente era ella. Con la bolsa de la farmacia en mano, caminó hacia allí y Juliana alzó la mirada, no sonrió, no dijo nada, sólo la observó.. Ella apretó los labios y se sentó enfrente de Juliana.

Juliana hizo una seña con la mano y pronto la camarera estaba con ellas, Juliana alzó la mirada como preguntando que iba a querer.

Val: -Un café pequeño, nada más-dijo.

Juls: -Yo quiero uno mediano-pidió.

La camarera asintió y se retiró de allí. Valentina dejó la pequeña bolsa a su lado y observó como Juliana desviaba la mirada a los copos de nieve que caían esa noche.

Val: -Hace mucho frío-dijo. Juliana coincidió, pero sólo asintió.

La camarera llegó con el pedido y puso cada taza frente a ellas, Juliana y Valentina agradecieron.

Juls: -¿Qué ibas a decir?-preguntó mientras echaba azúcar a su café-. Es casi media noche y no tengo mucho tiempo.

Val: -¿Tienes una cita con alguna chica?.

Juls: -¿En serio importa?-preguntó duramente. Ella desvió la mirada- ¿Cuál era la urgencia?.

Val: -Está bien-intentó serenarse-. Mira Juliana, sé que va a sonar quizás hasta raro-la vio llevarse la taza a la boca- creo que estoy embarazada.

Juliana se atragantó y escupió parte del café en la mesa. Ella chasqueó la lengua y se pateó mentalmente por haberlo dicho cuando Juliana estaba bebiendo, la poca gente del lugar las observaba.

Juls: -¿Qué has dicho?.

Val: -Creo que estoy embarazada-asintió mientras hablaba-. Juliana no me mires así.

Juls: -Disculpa, me has dejado atónita.- Ella presionó los labios y tomó un sorbo de café.

Val: -¿Por qué eso sería raro?-le preguntó luego de unos minutos- Es muy normal que eso ocurra cuando un.. Bueno, tú ya sabes.- Ella asintió.

Juls: -Pero has dicho que lo crees, no es nada confirmado-dijo luego.

Ella volvió a asentir y luego puso la pequeña bolsa sobre la mesa, la deslizó hasta pasársela a Juliana, ella observó dentro de la bolsa y luego sacó el paquete. Valentina la observaba atentamente, Juliana analizó el contenido y luego comprendió.

Val: -No quiero hacérmelo sola-admitió. Juliana alzó la vista, la extrañaba tanto, deseaba tanto poder abrazarla.

Juls: -No podemos entrar juntas al baño Valentina -le dijo.

Val: -Lo dices como si fueramos extrañas-bajó la mirada y con su dedo trazó círculos invisibles en la mesa-. No tengo nada que no hayas visto.

Juls: -Valentina-se quejó.

Ella no dijo nada pero estiró el brazo para tomar lo que Juliana tenía en sus manos, una prueba de embarazo. Juliana no habló, sólo la observó mientras ella acababa con su café.

Juls: -¿Crees que es mío?-preguntó finalmente.

Val: -De Mateo no es, te lo aseguro-le contestó como perdida, sin observarla a los ojos.

Juliana lo pensó un segundo. Si ese niño fuera suyo se haría cargo, fueran cuales fueran las consecuencias, no le importaba si Mateo se enteraba, si tenía que raptar a Valentina.

Juls: -Si llegases a estar embarazada y es mío, ¿considerarías abortar?.

Valentina alzó la vista de golpe y abrió la boca con sorpresa. No podía haber dicho eso, abrió su bolso y dejó dinero sobre la mesa, se puso de pie y salió de allí.

Juliana se quedó anonadada por un segundo y luego tiró el poco dinero que llevaba en el bolsillo del abrigo y salió tras ella, la vio caminando por la acera nevada.

Juls: -¡Valentina!-le gritó. Ella no volteó a verla ni se detuvo en su camino. Juliana la alcanzó y la asió por un brazo.

Val: -No me toques-se zafó de su agarre-. Olvida que hemos hablado, no sabrás nada más de mí.

Juls: -Yo, no…-no sabía que decir, ya había cometido el error- no quise decir eso, fue lo primero que se me ocurrió.

Val: -No intentes explicar, no necesito que me expliques. Voy a alejarme de ti, no sé ni por qué te lo he dicho, tendría que haberme quedado callada y lo hacía pasar como hijo de Mateo-gritó enfurecida-. Te detesto Juliana.

Juls: -No digas estupideces-volvió a agarrarla del brazo cuando ella intentó caminar-. Ven aquí Valentina.

Val: -No me toques, te he dicho que no me toques Juliana-volvió a zafarse.

Juliana metió sus manos en los bolsillos de su abrigo y la vio seguir su camino por la acera blanca por la nieve.

¿Realmente podía dejarla ir con su hijo?

Eres Mi Amor Prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora