Capítulo 6

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La noche transcurrió al igual que el correr de una tortuga, Valentina no podía dormir pensando en el consejo de su cuñada y en cómo hacer para volverlo realidad. Dio vueltas en la cama y no consiguió pegar un ojo hasta después de las cinco y media de la mañana. Digamos que observar el reloj cada dos minutos no ayudaba a la pobre a conciliar el sueño.

Juliana tampoco había podido dormir y a pesar de que ella no era la que debía engañar a su pareja, pensaba en cómo iba a hacer Valentina. Capaz estaba siendo un poco dura con su hermano, pero él había sido lo bastante frío como para no invitarla a su boda.

Valentina era la peor debilidad de su hermano y Juliana lo pudo comprobar durante tres días, si más remedio, ayudó a su cuñada para salirse con la venganza que tanto anhelaba.

Se puso de pie, rendida ante el sol, con pequeñas bolsas bajo los ojos y una melena desastrosa, entró al baño en busca de la solución para esa palidez. Se metió en la ducha y pocos minutos después salió y comenzó a maquillarse, debía cubrirse un poco, estaba que daba miedo de tan sólo observala unos segundos.

Se colocó la ropa y prendió el televisor mientras esperaba que le llevaran el desayuno que había pedido segundos antes.

Entró a la empresa y a la primera persona que pudo divisar, fue a su hermano, Mateo. El moreno levantó la mirada y sonrió a su hermana menor con notorio desgano.

Juls: -¿Por qué has venido?-le preguntó. Mateo alzó los hombros-. ¿Todavía no se ha aparecido?-preguntó luego.

Mateo: -No, no ha dado ni un pequeño rastro por casa-suspiró- He venido porque prefiero estar aquí y no en casa, cerca de todas sus pertenencias.

Juls: -Estás destrozado-expresó- Te aseguro que no has pegado un sólo ojo en toda la noche.

Mateo: -Tú aspecto dice lo mismo-le devolvió. Juliana enarcó una ceja.

Juls: -Eso no es de tú incumbencia.

Mateo: -Oh, veo que no te has desvelado, ha sido una mujer la que ha causado tú falta de sueño, pero no precisamente como a mí.

Juls: -Debo irme, nos vemos luego-dijo secamente y caminó hasta la puerta de su oficina.

Mateo no tenía idea que la persona que causaba su insomnio era la misma que se lo causaba a ella, ciertamente no había podido dormir, pensando en verla a ella por la tarde.

No sabía por qué, le gustaba hablar con ella, le gustaba sentir su voz, escuchar su risa y también amaba como quería engañar a Mateo a toda costa.

Ese último pensamiento, dio a Juliana una gran idea, tal vez, no necesitaba conseguirle un amigo a ella, si no que podría ser ella quien fuera parte del engaño a su hermano.

El día transcurrió lento, para ambas, Valentina se estaba convenciendo de que Dios se empeñaba en que los días se pasaran más lentos para ella, pero Juliana, tenía el mismo pensamiento. Raramente, ambas deseaban verse y poder entablar una conversación como la de la noche anterior.

A las siete de la noche, cuando Valentina estaba por caer en un profundo sueño, dos golpes secos en la puerta la hicieron sobresaltarse. Pronto, se dio cuenta quien era y una sonrisa se dibujó en su rostro.

Pasó por el pequeño espejo y se arregló. Esperó sólo unos segundos más hasta que Juliana tocó la puerta por segunda vez, ella impaciente, pensó en irse y volver más tarde. Valentina abrió la puerta y se encontró con Juliana de espaldas.

Val: -¿Qué haces?-preguntó ella riendo, Juliana largó una tierna risa y volteó a verla.

Juls: -Pensé que no estabas e iba a marcharme-confesó- Si insistes, pasaré-dijo luego y sonrió.

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