Capítulo 2

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No podía comprender por qué nunca nadie me había hablado de Juliana. Esa chica era tan atractiva y tenía una sonrisa que podía desvanecer a cualquier mujer. La muy inteligente se había sentado junto a Valentina haciendo que ella se pusiera más nerviosa de lo que estaba.

Mateo: -¿Piensas pedir?-le dijo al oido. Ella se sobresaltó y sonrió-. ¿Estás bien?

Val: -Sí, muy bien-dijo ella respirando profundo-. ¿Puedes pedir por mí? Iré al tocador- se puso de pie.

Juls: -¿Siempre es así de rara?-preguntó y Mariana rió.

Mateo: -Esta mal, no sé- dijo abriendo la boca como un pescado-. Creo que deberíamos irnos a casa.

Juls: -Mateo, he venido desde Asía para quedarme aquí con ustedes y tú te quieres ir-refunfuñó la hermana, Mateo rió.

Mateo: -No vamos a irnos-dijo luego-. Pero últimamente está distinta.

Mariana: -Puede que esté embarazada-dijo. Todos la observaron.

Mateo: -No, no lo creo-dijo, Juliana y Lupita rieron-. ¿Y bien, Juliana?-alzó la barbilla mientras le hablaba a su hermana-. ¿Tienes novia?

Valentina salió del tocador y se sentó nuevamente junto a Juliana, ella le sonrió y Valentina que no pudo evitar sonrojarse, por lo que, miró al suelo e hizo que se acomodaba un tacón.

Juls: -No, no tengo novia, quiero estar soltera hasta por lo menos dos o tres años más, ya saben, nada formal-hizo una mueca.

Valentina se mordió el labio inferior por no largar un gemido de placer al escuchar esa voz tan segura y fuerte.

Mariana: -Mateo es un apurón, ya está casado-dijo y rió. Mateo le dedicó una mirada no muy agradable a su hermana más pequeña.

Juls: -¿Están casados?-preguntó sorprendida.

Mateo: -Si, hace cinco meses-respondió y Juliana sonrió amargamente-. No tenía contacto contigo, ¿cómo iba a invitarte?.

Juls: -Has de ser el mejor hermano-le respondió tomando un trago de su vino.

Val: -Juliana, yo…-titubeó debo admitir que no sabía de tu existencia.

Juliana la observó por un segundo y pudo notar el nerviosismo de ella, movió sus manos con impaciencia y la vio llevarse la copa a la boca para beber vino.

Su hermano se había quedado con una mujer hermosa y de seguro con ese cuerpo, era toda una maestra en la cama. Sacudió su cabeza para librarse de esos pensamientos que acababa de tener con su cuñada y luego volvió la vista a su hermano.

Juls: -Pensé que éramos familia-le dijo y se echó hacía atrás en la silla-. Podrías haberme buscado en cualquier lugar, aparte, sabías que llamando a la sucursal de aquí podías comunicarte conmigo-dijo enojada-. No voy a perdonarte esto, no Mateo-negó con la cabeza mientras hablaba.

Luego de la pequeña pero fuerte discusión, Lupita se dedicaba a preguntarle cosas a su hija y Mariana la admiraba, siempre atenta a sus respuestas, sonreía.

El Chino intentó entablar una conversación con Mateo, pero él, se negó rotundamente a responder más que con secas y cortas palabras.

Juls: -¿Qué edad tienes?-le preguntó a Valentina, ella alzó la mirada de la carta y la observó. Se señaló con un dedo y ella rió- Sí, a ti te hablo-le dijo divertida.

Val: -Veinticuatro-respondió-. ¿Tú?.

Juls: -Eres chica para estar casada-opinó. Los demás se centraban en sus conversaciones-. Y tengo veintiocho-respondió y luego sonrió-. O sea, que se llevan seis años, Mateo y tú-le dijo y ella asintió.

Val: -No entiendo- le dijo ella, Juliana torció la boca sin comprender-. ¿Por qué no has estado con tú familia?.

Juls: -Trabajo, pequeña-le dijo. Ella entrecerró los ojos, no le gustaba que la llamaran así- Y luego preferí quedarme por allá, no quería volver.

Val: -Oh, pero has vuelto-le dijo y ella rió-. Claro que sí, te estoy viendo-añadió causando la risa de su cuñada-. ¿Por qué?-preguntó luego.

Juls: -Pude contactarme con mamá y la noté algo mal, me insistió que por favor volviera y aquí estoy-sonrió.

Val: -Pero si no querías volver, ¿por qué has vuelto?.

Juls: -Amo a mi mamá y me partía el corazón saber que ella estaba mal por la falta de su hija-explicó y observó como el mozo posaba su plato frente a sus ojos.

Val: -Oh, eso ha de ser duro-dijo y ella asintió comprensible. El mozo posó la comida de ella frente a sus ojos-. ¿Y? ¿Has dejado tu trabajo para venir aquí?.

Juls: -Papá me ha dado trabajo en la empresa familiar, ya sabes, dónde Mateo- sonrió.

Val: -Si, trabaja todo el día- dijo ella fastidiada y probó su comida.

Juls: -Igual extrañaba Mexico, la comida, la gente, mí familia, amigos, todo-sonrió dejando a la vista una perfecta hilera de blancas perlas-. ¿Eres de aquí?.

Mateo: -Sí, es de aquí-dijo entrando en la conversación, Juliana volteó la cara y Valentina negó a su esposo y siguió comiendo del platillo-. ¿Tú también vas a enojarte?-preguntó fastidiado.

Val: -¿Qué crees?-dijo ella casi en un susurro para no llamar la atención-. Me traes a un restaurante sin decirme a que venimos y de repente aparece tú hermana-añadió- Es en serio Mateo, pensé que no nos ocultábamos nada.

Mateo: -Es que no te oculto nada-dijo el alzando los hombros, Valentina le echó una severa mirada y Mateo siguió comiendo- No pensé que iba a afectarte así.

Ella hizo caso omiso a las palabras de su esposo y siguió cenando. Juliana, quien le echaba miradas a su cuñada, hablaba fluidamente con su familia, exceptuando a Mateo.

Fue una velada hermosa, más que nada por la gran sorpresa que se había llevado Valentina pero lo cierto era que la velada no había sido lo hermoso, lo hermoso había sido su cuñada, ella no iba a admitirlo, no estando cerca de Mateo.

Mateo: -¿No vas a dejarme dormir aquí?-preguntó cuando Valentina le tiró su almohada por la cara- Valentina, es sólo mí hermana y ya sabes de su existencia, no puedes ponerte así.

Val: -Oh, claro que puedo ponerme así-dijo ella quitándose el vestido-. Ahora me ocultas a tú hermana y ¿luego qué? Una amante o tal vez que te acuestas con prostitutas.

Mateo: -Eso es totalmente distinto-dijo el jugando con la almohada en sus manos-. Aparte, nunca te sería infiel-dijo haciendo morros.

Val: -Voy a entrar al baño, cuando salga quiero verte fuera-dijo luego de colocarse la parte de abajo de su pijama.

Mateo bufó y sin decir más nada, salió de la habitación. Bajó las escaleras y tendió una manta sobre el sofá, acomodó la almohada y allí se acostó.

Valentina salió del baño y vio que Mateo no estaba, le alivió saber que no iban a seguir con la discusión, se ató el cabello en una coleta y se metió entre las sábanas.

Esa noche, ella se durmió enojada con su esposo, aunque hubiera estado mejor dicho "enojada con ella misma" porque estaba segura de que si hubiera conocido a la hermana de Mateo, no estaría casada con el mismo Valdés.

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