Capítulo 23

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Claro que no podía dejarla ir, la vio dar la vuelta a la derecha en la siguiente esquina y corrió tras ella. La nieve volaba a su pasar y caía sobre su gorro de lana, no iba a perder a su Valentina porque fuera la esposa de su hermano, ella la amaba, que dudas ni que dudas, la quería con ella, dio la vuelta en la esquina y la vio sentada al borde de la acera, se acunó el rostro entre sus manos y sus hombros subieron y bajaron mientras contaban el compás de su llanto. Era una maldita estúpida, la había hecho llorar.

La observó desde la esquina, temía acercarse a ella pero a la vez lo deseaba con locura. La había hecho llorar con lo que le había dicho, cómo se le ocurría hablar de abortar a un niño de ellas dos, era cruel muy cruel y no sabía como co*o se le había cruzado por la cabeza.

Juls: -No amor, no llores-susurró mientras se apoyaba en la pared de una casa.

Los copos de nieve caían por todos lados, el frío congelaba los pies de ambas y el llanto y jadeos de Valentina se oían si escuchabas por un momento.

Juliana no quería verla llorar, pero simplemente no quería acercarse a ella y seguir arruinando todo, ya la había regado demasiado como para seguir haciéndolo. Simplemente debía dejar que ella se descargara un poco y luego se acercaría a ella.

Pasaron alrededor de cinco minutos cuando Valentina alzó la cabeza y la apoyó sobre sus manos para observar la acera de enfrente, se sentía tan solitaria que no podría explicarlo con palabras, había creído que Juliana iba a comprender y se quedaría con ella, había salido todo mal, Juliana quería que abortara, no le daba su apoyo y la había dejado ir.

Juliana se sentó a su lado y pasó su brazo por los hombros de ella.. Ninguna dijo nada, ya tendrían tiempo para hablar. Valentina apoyó su cabeza en el hombro abrigado de Juliana, después de todo no estaba tan sola.

Juls: -No hablaba en serio, lo juro.- Ella no respondió, solo suspiró y se acurrucó contra ella. ¡Cómo lo extrañaba! Sin decir nada, Juliana la abrazó de mejor manera y la dejó contra su pecho, protegiéndola así, del frío.

Los minutos corrían mientras Valentina tenía los ojos cerrados y olfateaba el perfume de Juliana. Ella simplemente, abrazaba a su amante y se hacía la idea de ser una madre que es seguro, no sería tarea fácil.

Después de que Juliana se enterara que Valentina no estaba con auto porque Mateo se lo había quitado, insistió en invitarla a tomar algo caliente a su casa, así hablarían y luego podía llevarla a su casa, con Mateo.

La propuesta fue aceptada por ella y de la mano, fueron hasta el auto de Juliana, ella le abrió la puerta y una vez adentro, Juliana encendió la calefacción, así estaban mucho mejor.

En el auto también reinaba el silencio pero no era incómodo en lo absoluto, era pleno pero ambas sabían que no decían nada por miedo a estropear la situación.

Llegaron en menos de diez minutos y cuando entraron a la sala, se quitaron los abrigos que estaban algo mojados, ya que la nieve había penetrado en la lana. Juliana entró en la cocina y le ofreció un té caliente, por supuesto ella la siguió y aceptó de inmediato.

Valentina se apoyó sobre la encimera mientras Juliana colocaba la cafetera eléctrica a calentar. Ella la observó, Juliana desvió la mirada y luego preguntó.

Juls: -¿Quieres comer algo?.

Val: -No, gracias.

Juliana asintió pero aún así, abrió la alcena y sacó un paquete de galletas. Al parecer ella si tenía hambre y quería unas cuantas galletas. Se apoyó en la encimera, al lado de Valentina y abrió el paquete de galletas.

Juls: -Valentina puede ser de Mateo, yo no creo que debamos hacernos mucha ilusión.

Val: -No puede ser de Mateo-respondió ella.

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