Capítulo 11

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Valentina acomodó su cabello sobre sus hombros y se sonrió frente al espejo. Mateo debía viajar por dos semanas, eso significaba, camino libre, noches pasionales.

Mateo: -¿Lista, cariño?-preguntó entrando a la habitación.

Val: -Sí, lista.. No te olvides de nada, no querrás arruinar tú viaje-le dijo tomando su bolso- Recuerda cómo se puso tú padre cuando tuviste que volver una semana antes porque no llevabas las carpetas con los papeles-rió.

Mateo le sonrió y salió de la habitación, bajaron las escaleras juntos y luego subieron al automóvil de Valentina. Ella lo llevaría al aeropuerto, antes de irse a la tienda de ropa, llegaría más tarde pero por lo menos se desharía de Mateo, la molestia.

Habían pasado exactamente dos semanas desde que Juliana y Valentina habían compartido la noche más placentera de sus vidas. Luego de eso, Juliana había estado más atareada que nunca con la empresa y los papeles que Mateo no sabía llenar correctamente y se los enviaban a su despacho.

Estaba totalmente fastidiada, Valentina pensaría que Juliana ya no quería acostarse con ella y lo cierto era que no tenía tiempo ni para llamarla al móvil, llegaba tremendamente cansada, se daba una ducha y luego de cenar algo ligero terminaba tendida en la cama.

Por las mañanas el trabajo se hacía completamente pesado y por las noches el cansancio la dejaba completamente exhausta como para pensar en tenerla a ella en su cama.

No tenían contacto alguno, no se hablaban, no se escribían, no se veían, no se tocaban, no se escuchaban, ni se sonreían, estaban totalmente separadas. Juliana no sabía cómo alejar a Mateo de la casa de ellos, pues no quería que la tuviera para él solo, lo llenaba de tareas y le pedía ayuda todas las noches, lo dejaba irse tarde y seguramente cuando él llegaba a casa, Valentina ya estaba durmiendo. Nada mal salían sus planes o  eso creía ella.

Valentina estacionó el auto y presionó el botón para abrir el maletero, Mateo se desabrochó el cinturón de seguridad y bajó del auto mientras ella también bajaba. Ambos se pusieron de pie frente al maletero y ella cargó un pequeño bolso que Mateo llevaba con sus zapatos, él tomó la maleta grande.

Mateo: -¿Vas a extrañarme?-preguntó tomando la mano libre de ella.

Val: -Oh cariño, pero claro que si-dijo ella.

Por dentro se sintió mal, le estaba mintiendo y sonaba muy extraño. Cuando él la dejaba sola en casa, ella lo extrañaba a más no poder y decidía pasar tiempo con su madre, para no quedarse en la solitaria y enorme casa.

Mateo hizo todo lo que debía hacer antes de abordar y prometió comportarse en su viaje de negocios. Ella le sonrió pero en el fondo deseaba que él también se acostara con otra para así, ella poder dejarlo sin que él se enterara de lo sucedido en la cama de Juliana y pudiera salir del infierno que la quemaba todos los días al besarlo mientras pensaba en Juliana.

Mateo: -Bueno, espero que no me eches tanto de menos.

Val: -Serás tú él que morirá por verme-le dijo ella con una sonrisa- Llámame cuando llegues, ¿sí?

Mateo: -Lo prometo, ¿Cuándo te he fallado, nena?

Val: -Nunca-besó sus labios.

Mateo: -Te amo- Una daga atravesó el corazón de Valentina.

Val: -Yo también te amo, Mateo.

Él le plantó otro beso en los labios y luego se alejó para abordar, ella retrocedió dos pasos le sonrio, Mateo volteo a verla y ella fingiendo que le sonaba el móvil, lo tomó entre sus manos e hizo que contestaba una llamada mientras salía del aeropuerto. Mateo iba a reprocharle eso y ella diría que su mamá la había llamado porque no se sentía muy bien del estómago.

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