Capítulo 7

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Había dicho la excusa perfecta. Luego de que le habían levantado el castigo no podía permitirse que su corta libertad volviera a reducirse y le aseguró a su madre que iría a lo de Félix a hacer un trabajo para la escuela y la adulta no pudo negarse. Lix era siempre algo así como su comodín de rescate, bastaba con que su nombre se agregara a la oración para obtener el permiso.

Cruzó el umbral de la casa de Hayun con mucho nerviosismo, recorrió con la vista todo el interior de la morada, maravillado por la cantidad de detalles de colores y de macetas de animales en los estantes con hermosas flores. Esperaba hallar a algún familiar, pero supo unos minutos después que no había nadie a excepción de la empleada doméstica. La castaña le comentó que sus padres trabajaban los dos y que no los verían hasta la tarde, además le contó que tenía dos hermanos menores, los cuales eran mellizos y que a esa hora estaban en su clase de natación y que tendría que ir por ellos en unas horas.

Entre risas se sentaron en la mesa de la cocina. Realizaron sus deberes muy compenetrados en la lectura de la bibliografía, tomando nota de los conceptos más importantes y debatiendo las respuestas a las preguntas, pero de vez en cuando se tomaban unos minutos para comer algún que otro dulce o contarse chistes y anécdotas.

Por curiosidad, Jeongin preguntó acerca de su maceta y la chica le aseguró que quería realizar un buen trabajo y que la haría tan pronto como pudiera, dejando al pequeño zorro con muchas ansias de obtener el regalo de una vez.

Terminaron mucho más rápido de lo esperado, justo antes de que la chica tuviera que ir por sus hermanos. Salieron de la casa, yendo cada uno por su lado y se despidieron en una esquina agitando los brazos. Y con toda la tranquilidad del mundo, Innie emprendió camino de regreso a su casa, sintiéndose muy feliz de haber conseguido una gran amiga nueva. Hayun era muy simpática, divertida y responsable, se sentía cómodo estando con ella y aunque comenzó a hablar con ella hacía poco tiempo sentía que la conocía desde antes, lo cual era una sensación indescriptible. Era una caricia al alma.

Y sintiéndose así de contento abrió la puerta de su hogar.

No supo que sonó más fuerte, si el golpe de mano abierta que le impactó en la mejilla o la voz ensordecedora de su madre. La mujer profesaba varias palabras, más a lo único que estaba prestándole atención era al ardor que le corría la piel.

– ¡¿Dónde estabas?! – le gritó.

– En lo de Félix. – aseguró con hilo de voz.

– ¡No me mientas! ¡Fui a buscarte y no estabas allí! ¡Félix ni siquiera estaba en su casa!

Maldición. Había inventado la excusa de que se quedaría en casa de su primo, pero jamás previó que la mujer iría por él. Recordó que el levantamiento de su castigo tenía aún ciertos reparos, más no imaginó que ir a por él sería uno de ellos.

Toda su tarde fue de risas, bromas y chocolate, en un contexto de estudio y responsabilidades, claro está. Y cuando atravesó el umbral de su puerta su entusiasmo y diversión se esfumaron con la cachetada que le asestó su madre.

– Te mentí, no fui con Félix, fui con Hyunjin. – volvió a mentir con mucha seguridad. – No te dije nada porque quería que me enseñara a conducir y sabía que te enojarías.

No podía decirle acerca de Hayun. No podía. Ella no lo entendería. Fingir sobre el auto no era del todo mentira, de vez en cuando su amigo le enseñaba lo básico sobre conducir y era su mejor opción para escapar del interrogatorio.

– ¿Hyunjin, eh? ¿El mismo Hyunjin que estuvo hace una hora conmigo frente a la puerta de la casa de tu tía preguntando por Félix? – barbulló. – ¡No me mientas más Jeongin! ¡Dime dónde has estado!

Triángulo || STRAY KIDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora