Capítulo 40

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El lunes a primera hora, luego de que su semana de suspensión hubiera terminado, Seungmin trató de llevar a Félix a hablar con Hyunjin arrastrándolo por la muñeca y fracasó magistralmente. Después de que el rostro del pecoso se inundara de lágrimas implorándole que no lo obligara porque no estaba listo el castaño desistió con sus intenciones.

No podía entender porque se resistía tanto a hacerlo, no le pedía que volvieran a ser los viejos amigos que alguna vez fueron con un simple chasquido de dedos o que le saltara encima como un animal en celo, lo único que quería era que tuviera una conversación frente a frente con él y ya. No estaba obligado a perdonarlo ni a corresponder a sus sentimientos, únicamente debía de escucharlo y tomar una decisión definitiva después; pero el alma de Félix, tan escollada y confundida, no estaba preparada para eso aún. Y Seungmin no tuvo de otra más que dejarlo, era su decisión al fin y al cabo.

Ingresaron a la escuela y se encaminaron a los casilleros oyendo los parloteos de los estudiantes sin mucho entusiasmo, ninguna nueva noticia circulaba ya que al parecer no había nada interesante de lo que cuchichear. A Seungmin no le hacía mucha gracia puesto que adoraba los chismes, pero Félix lo agradeció creyendo que por fin había llegado el día en el que podría tener paz.

Con mucha vehemencia Félix recogió su nota azul de todos los días de dentro de las cuatro paredes metálicas y sonrió enormemente.

"Ni el correr de las manecillas del reloj o la distancia que nos separa harán que cambie el amor que siento por ti."

– ||

– Quisiera que me dijeras esto mirándome a la cara. – pensó en voz alta.

– ¿Qué decías? – preguntó Seungmin, algo confundido.

– Nada, nada.

Intentó guardar cuidadosamente el papel azul entre sus pertenencias pero este se le escurrió entre los dedos como sí estos fueran de manteca y cayó al suelo, quedando justo a los pies de Hyunjin que se acercaba para ir en dirección a su casillero. El pelinegro se agachó y recogió el trozo de papel que descansaba en el suelo, le dio un rápido vistazo y enseguida extendió el brazo para entregárselo.

– Ten. – le dijo con una amplia sonrisa y Félix lo recibió con el corazón dándole un vuelco.

– Gracias. – pronunció de manera casi inaudible.

Después de ellos quedaron mirándose, ninguno desistía. Era claro que los dos querían hablarse pero la invisible pared de concreto que se cernía entre ambos se los impedía y por supuesto el orgullo era el cemento que se había encargado de construirla.

– Entonces volvió. – comentó Hyunjin con una sonrisa de lado.

– ¿Eh?

– Tu admirador secreto. – explicó. – Volvió.

– Ah, sí. agachó la mirada. Ha estado mandándome notas el último tiempo.

¿Y ya sabes quién es?

Todavía no. – encogió los hombros. – Es muy escurridizo.

Sonrió. – Sí tienes paciencia seguro lo encontrarás.

La felicidad que desbordaba en Hyunjin era inexplicable; por primera vez en mucho tiempo su amadísimo pecoso estaba hablándole y casi que no podía creérselo. Quería brincar en el lugar y soltar gritos de júbilo, sin embargo supo mantener la compostura para cuando Yuna llegó de manera ruidosa y se prendió al torso de Seungmin en un fuerte abrazo.

Triángulo || STRAY KIDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora