Triángulo || STRAY KIDS

Capítulo 13

Llegó a la sala de urgencias sintiendo como su corazón palpitaba en sus oídos. Su vista estaba nublada por las gotas saladas que brotaban fuera de control. Divisó con los ojos inundados a sus amigos en aquella eternidad blanquecina que olía a sanitizante.

Jisung lloraba sentado en los banquillos de espera envuelto en los brazos de Minho. Le habían dado un calmante, pero parecía no surtir efecto. Después de todo, fue él quien encontró a su amigo tendido en suelo debajo de un charco carmesí y ese shock lo había descolocado. Se culpaba por lo sucedido, pensaba que si hubiera llegado antes habría podido impedirlo. Además pensaba que si no hubiera descuidado su papel de amigo por estar en compañía de su novio tal vez hubiera notado la aflicción que azotaba a Jeongin y lo que lo llevó a realizar ese acto condenable.

Hyunjin estaba de pie apoyado contra la pared, moviendo la pierna de manera frenética. Él compartía el mismo sentimiento de culpa que lo carcomía por dentro y mordía sus uñas con mucho nerviosismo. Félix corrió hacia él y los dos se fundieron en un fuerte abrazo. El morocho acarició la cabeza del rubio con dulzura, mientras él se ocultaba en su cuello y dejaba caer sus lágrimas encima de su piel.

Atrás de Félix el pelinegro observó un cuerpo musculoso, de baja estatura y cabello platinado, lo cual hizo que su interior comenzara a arder luego de un vistazo. No entendía por qué Changbin estaba allí luego de que le había prohibido estrictamente que se acercara a Félix. De igual modo, era consciente de que no era el lugar ni el momento para ponerse a pensar en eso, no cuando su amigo luchaba por su vida en terapia intensiva. Simplemente le dedicó una mirada desinteresada y continuó aferrado a su amadisímo pecoso.

Y es que Changbin estaba únicamente allí para acompañar a Félix. Cuando Sook y Seonghwa milagrosamente se fueron de su casa, Changbin perdió de vista a Félix y decidió ir a buscarlo, quizás para retomar lo que hacían en donde lo habían dejado, pero no imaginó que habría de encontrarlo llorando desgarradoramente en suelo del sanitario.

Al preguntarle qué le sucedía este le contó entre balbuceos incoherentes lo que su primo había hecho y al verlo así, tan indefenso, Bin temió dejarlo solo en ese doloroso momento. No sabía cómo podría enfrentar el acontecimiento o ir hasta el hospital por su cuenta, puesto que le había dicho que sus padres habían tenido que ir a la ciudad contigua por trabajo y que no regresarían hasta la mañana siguiente; por lo que decidió que se quedaría a su lado en todo momento, acompañándolo y dándole valor para enfrentar la cruda realidad. Sin embargo, al estar allí se sentía como un sapo de otro pozo.

Al doblar la esquina apareció la señora Yang siendo sostenida por su marido por los hombros. Estaba demacrada, ojerosa, blanca como fantasma, como si su alma se hubiera ido de su cuerpo. Los tres chicos componentes del cuarteto se acercaron a ella y la mujer los abrazó a cada uno. Temblaba de forma estrepitosa y no podía dejar de llorar. Los chicos podían sentir su dolor de madre y eso sólo aumentó su tristeza.

Changbin y Minho, al no ser parte de ese círculo, realizaron una reverencia y se colocaron a un lado para no importunar.

– Le están realizando una transfusión de sangre. – explicó con voz desgarradora. – Pero dijeron que necesitan donadores para reponer la sangre que están usando en él.

– Nosotros donaremos. – declaró Hyunjin y la señora le acarició la mejilla en gesto de agradecimiento.

El dolor que les estrujaba el pecho no podía ser descripto, les quemaba por dentro como si un incendio se hubiera desatado en su interior. Era como si una gigantesca mano invisible estuviera comprimiéndoles el tórax y no les permitiera respirar.

Poco después, en su campo de visón apareció un hombre adulto de reluciente bata blanca y todos fueron atraídos hacia él. Lo miraban con ojos expectantes, atentos a cualquiera de sus palabras, pero muy ansiosos de que se tratara de buenas noticias.