EXTRA II

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– Quiero disculparme contigo.

Teniendo delante a Seungmin, Hyunjin se atrevió a decir las disculpas que hasta el momento no había sido capaz de pronunciar. En más de una ocasión actuó como un imbécil y el blanco de todas sus malas acciones fue Seungmin, quien no tenía culpa ni obligación por nada.

– También quería agradecerte por haber estado junto a Félix todo este tiempo. Él es lo más importante para mi y me alegra mucho que estuvieras a su lado haciéndole compañía...

Agradeció haber vuelto a formar parte de su ampliado cuarteto fantástico, de haber podido estar nuevamente en casa de los Lee, de comer pizza con sus amigos, de escuchar sus historias, sus anécdotas y tragedias como sí el tiempo no hubiera pasado, como sí nunca se hubiera alejado; más había aceptado dentro de su ser que ese lugar ya no le correspondía.

Estaba presente pero se sentía ausente, ajeno a todo y todos, como una mala hierba que impertinentemente se atrevía a colarse entre un desfile de bellas rosas. Y las malas hierbas debían arrancadas.

Por ello había decidido que, sí aún podía pensar que tenía un sitio allí, se lo cedería a Seungmin. Él sin duda alguna haría un buen trabajo y mantendría a su grupo de amigos unido como lo había hecho hasta ahora. Y, por sobretodo, estaba convencido de que velaría especialmente por Felix y se sería su mayor soporte, su confidente, todo lo que él ya no era para su amado pecoso que tanto daño recibió a causa de sus propias manos.

– Sé que contigo está en buenas manos, por eso te lo encargo para que sigas cuidando de él.

– ¿Por qué lo que dices suena como una despedida? – preguntó el castaño muy confundido.

– Porque tal vez lo sea.

– ¿Pero por qué te despides? ¿No se supone que has regresado para estar con Félix? ¿No es por eso que le dejas notas en su casillero?

– ¿Notas?

– Las notas románticas que aparecen en el casillero de Félix, las escribes tú ¿no es cierto? – inquirió con obviedad. – Eres el admirador secreto.

Hyunjin mordió su labio inferior. – No. – contestó con tristeza. – No soy yo.

Dejando a Seungmin pasmado en el pasillo continuó con su camino, llegó a la alcoba y tras dedicarle un vistazo a la silueta del pecoso sacó la carta que había escrito para él y, con el corazón herido, la destruyó con su puño. Intentó hacerla trizas pero no pudo. Se aferró a ella como lo había hecho desde el momento uno y se acostó nuevamente en compañía de la soledad, sin embargo no pudo conciliar el sueño.

Su mente solo pensaba en su resolución y en las dudas que ella le infringía. Hyunjin había llegado a la conclusión de que su modo de redimirse era tomar distancia de Felix, alejarlo de él que representaba todo lo malo y dejarlo ser la luz brillante que siempre fue y que inconscientemente con sus actitudes pasadas casi extinguió. Sería lo mejor.

Más otra parte de sí renegaba de esa conclusión, pues ese pedazo de su alma no estaba dispuesto a separarse de Lix nuevamente. Esa parte lo hacía evocar la breve charla esperanzadora que mantuvo en casa de Innie, aquella en la que le rogó al chico que volvieran a hablarse como antes y que este le pidió tiempo hasta entonces, a lo que él accedió a esperar ¿Entonces por qué precipitarse? ¿Por qué no esperar hasta obtener el sí o el no de boca del pecoso?

Sin embargo entendía que de igual modo, ya sea que oyera una respuesta afirmativa o una negativa, su sola presencia lastimaba a Felix, tal y como sí el fuera un puntiagudo cactus y el pecoso un globo. Cuanto más cerca estuviera de sus espinas más daño recibiría. Y lo amaba tan locamente que no estaba dispuesto a infringirle más daño del que le había causado.

Triángulo || STRAY KIDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora