Capítulo 23

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Chan pasaría por él en veinte minutos y aún no estaba listo, se habría cambiado un millar de veces y aun no estaba convencido sobre qué vestir; para colmo no podía pedirle consejos de vestimenta a sus amigos, así que estaba batallando contra sus inseguridades solo. No entendía por qué estaba preparándose tanto para ver un partido de fútbol, pero ahí estaba por enésima vez frente al espejo, examinando que tal le quedaba lo que llevaba puesto esta vez.

Gracias al cielo encontró algo de su agrado, se colocó unos jeans holgados, una camiseta blanca, una campera de cuerina negra y finamente su infaltable gorra, esta vez fue una de los yankees su fiel compañera.

Miraba por la ventana cuando vio a un taxi amarillo estacionar frente a su casa y sin esperar ningún aviso se apresuró para recibirlo. Obviamente era Chan.

Llevaba la mochila colgada en el hombro con todas sus cosas listas, pero cuando estuvo frente a la puerta se regresó a su habitación, pues estaba tan acelerado que había olvidado su celular. Aprovechó el estar allí para bañarse en perfume y acomodarse frente al espejo aquellos pelos rebeldes que quedaban a la vista.

Oyendo el llamado de la puerta corrió a atender, despidiéndose de sus madre a los gritos. Al otro lado de la madera encontró al inmaculado Chan esperándolo con una sonrisa.

– Hey Chan. – lo saludó cerrando la puerta a su espalda.

El mayor por su lado miró su cabeza muy fijamente. – ¿Por qué llevas una gorra de baseball a un partido de fútbol? – rió.

– ¿E-está mal? – preguntó echándose para atrás. – Espérame un minuto que la cambio.

El rubio volteó de regreso a su morada, pero la mano firme de Chan en su muñeca lo detuvo por completo.

– Bromeo, no te preocupes por eso. – enseñó sus perfectos dientes y el corazón de Jisung dio un vuelco. – Ahora vámonos o se nos hará tarde.

Todavía agarrándolo del brazo, lo arrastró dentro del vehículo y así emprendieron viaje a la cancha. Al llegar Jisung quiso pagar su parte de la tarifa pero Chan no se lo permitió, como tampoco lo hizo cuando compraron unos nachos con queso extra y dos latas de Coca Cola. Su situación económica no era mejor que la del hyung, sin embargo entendía que todo ese dinero provenía de su sudor diario en sus trabajos y le disgustaba aprovecharse de ello; pero Chan estaba tan contento de disfrutar de la compañía del chico que gastar un poco de su salario no significaba nada.

Caminaron a las gradas y se ubicaron en uno de los extremos, en asientos lo más cerca de los jugadores que encontraron disponibles.

Habían llegado muy temprano y aún les quedaba bastante tiempo para esperar, por lo que Jisung sacó su celular para responder un mensaje que Hanna le había enviado. Y Bang, por simple curiosidad, espió la pantalla del chico que no lo dejaba dormir por aparecerse sin previo aviso en sus sueños, dándose cuenta de que estaba chateando con su hermana.

– ¿Hablas con Hanna?

– Sipi. – sonrió. – Me hubieras dicho que ella también miraba anime, así habríamos tenido tema de conversación en la mesa.

Chris no pudo evitar modular una cara de desconcierto ante ese reproche. Hanna era la principal de sus bullyings cuando se trataba de anime, dado que ella siempre le recalcaba que era el hermano mayor y que tenía que madurar ¿Y ahora resultaba que ella también miraba anime? Lo primero que haría al verla sería burlarse de ella.

Tuvo que decirle a Sung que no sabía que su hermana menor también era una otaku y él lo tomó bien, sugirió que quizás los tres deberían juntarse a ver un anime.

Triángulo || STRAY KIDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora