Capítulo 5

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Una aturdidora tonada lo obligó a abrir los ojos, llevaba sonando varios minutos y parecía no tener intención de detenerse. Jisung volteó en su lugar resistiéndose a la melodía, emitiendo sonidos a modo de queja. Por fortuna, el dueño del aparato emisor de ese taladrador sonido extendió el brazo hasta alcanzarlo y luego de varios manotazos sin éxitos consiguió tomar el celular y apagar la alarma, dándole fin a esa tortura auditiva. Pero negado a salir de la cama, el rubio volvió a arroparse con las mantas.

Debido a la intensidad de la alarma, Jisung ya no pudo conciliar el sueño. Se reincorporó bostezando y mientras se rascaba el cuello, le dio un vistazo al joven que descansaba a su lado, intentando descubrir porqué una persona cuerda habría de poner una alarma un domingo a la mañana. Unos minutos más tarde otra alarma comenzó a sonar y ya no era simple coincidencia, Bangchan debió haber programado un despertador por alguna razón.

– Chan. Chan. Levántate. – pidió, empujándolo suavemente por los hombros, mientras aquel emitía ruiditos de queja.

Tras algunos fallidos intentos, finalmente el rubio hizo caso a su petición, se despegó de la cama cual muerto vivo, con los ojos arrugados y su boca dispuesta en un puchero, completamente fastidiado. Odiaba levantarse temprano, en especial cuando había tenido pocas horas de sueño.

– Quería dormir un poco más. – se quejó con la voz apagada.

– Lo noté – le sonrió, más el mayor no pudo notarlo pues parecía que volvería a dormirse sentado. – ¿Pudiste dormir bien? ¿No te incomodé?

– No, no. – negó aún con los ojos cerrados.

– ¿Seguro? Félix dice que pateo cuando duermo.

– Tranquilo, pude dormir bien. – bostezó. – Sólo soy malo despertándome temprano. – explicó refregándose los ojos.

Una tercera alarma comenzó a oírse y Chan soltó un alarido.

– ¿Tienes algo que hacer? – indagó el menor.

– Si. – anunció somnoliento, estirando nuevamente el brazo hasta su celular. – Debo ir a trabajar.

Apagó la alarma y clavó la vista en la pantalla, verificando la hora. Era súper temprano.

– ¿Trabajas? – preguntó Sung sorprendido. – No sabía que trabajabas.

– Sí. – habló desprendiéndose de las sabanas y poniéndose de pie. – Ha sido así desde que me vine a vivir sólo.

– ¿Y de qué trabajas? ¿Tus padres no te ayudan?

Jisung se sentía culpable de estar abrumando al pobre joven, pero su curiosidad podía más. Esperaba que Bangchan fuera comprensivo al respecto.

– Tengo dos trabajos. – explicó y Jisung moduló  una "o". – Los fines de semana trabajo en una zapatería y durante la semana en una cafetería por las tardes. – comentó yendo hasta su armario. Abrió la puerta y continuó hablándole por encima del hombro. – Mis padres me ayudan con el alquiler, pero el resto de las cosas tengo que pagármelas yo.

– Suena difícil. – convino la pequeña ardilla, levantándose de la cama.

– Un poco. – admitió el mayor, encogiéndose de hombros. – Pero así soy prácticamente independiente y eso me gusta.

Jisung lo miró con los ojos iluminados. Chan era tan sólo un año mayor, pero estaban claras sus diferencias en la forma de desenvolverse en la vida.

Él no podría hacerlo. Tan solo bastaba con mirarlo, estaba encerrado como un cobarde en la casa de un amigo reciente, porque no sabía encarar las cosas fuera de su visión infantil ¿Cómo podría hacer frente a las dificultades de vivir solo? De repente sentía mucha admiración por el muchacho que tenía en frente.

Triángulo || STRAY KIDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora