4

4.2K 413 70
                                    

El menor de los Díaz se abrazo a la cadera de su progenitor todo el camino, no le importaba si era una mujer, niña u hombre el le sacaba el dedo del corazón a cualquiera que mirada a su padre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El menor de los Díaz se abrazo a la cadera de su progenitor todo el camino, no le importaba si era una mujer, niña u hombre el le sacaba el dedo del corazón a cualquiera que mirada a su padre.

- basta Damián, sólo vamos por los perros.- al ver como su rebelde hijo ponía una mano en su revolver lo atrajo por los hombros.- ni se te ocurra Jason, iremos a comprar helado más tarde, nada de nachos.- el nombrado se quedó hay por un corto instante, ya que la pulga, como solían llamar a Damián, lo empujó.

- yo quiero de chocolate.- Ricardo trato de bajar en pesado ambiente entre sus hermanos menores, abrazando al de rojo por los hombros, dejando la pelea en un gesto infantil de mostrarse la lengua mutuamente.

- yo quiero café.- ambos mayores negaron, al instante el de mechones blancos se puso a renegar, si a el lo iban a obligar a comer helado a Drake también.

- señor, le recomiendo que los deje escoger,  los jóvenes se ponen caprichosos con la comida.- unos minutos después, una amable mujer los esperaba en la puerta con dos perros negros.

- señor Díaz.- La mujer tenía un notable sonrojo, ver a tan apuesto hombre con sus apuestos hijos era una fortuna.

- señorita Clara, ¿Cómo se portaron mis cachorros hoy?- tomó las correas que la mujer le ofrecía, sus canes felices comenzaron a olfatearlo para luego hacer lo mismo con el resto de su familia.

- como unos ángeles, sus perros son muy educados señor Díaz.- eso inflo el pecho del millonario, pues ambos perros ganaron medallas de pruebas de agilidad y elegancia.

- Alfred mando el dinero el día de ayer, ¿Fue recibido?- la mujer asintió, así que con una corta despedida se aproximaron al parque, donde los perros corrieron libres sin sus cadenas.

- amo Bruce, debería ir al hotel a dejar las maletas, dejar el auto aquí puede ser peligroso.- compraron unas paletas heladas para volver al auto, los perros felices asomaban su cabeza por las ventanas.

- Alfred alguien aviso de nuestra llegada, consigue una reservación de último minuto en el hotel a 5 cuadras de aquí.- el hotel estaba rodeado de paparazzi y algunos periodistas, ellos venían de "vacaciones", no quería problemas con aquellos interesados en su privacidad.

- Bruno yo me adelante, conseguí reservación en el hotel cerca del monumento a Superman.- Timothy   mostró su teléfono, donde en cuarto daba a la estatua del alienígena.

- genial Drake, vamos a ver al alíen todos los días tras la ventana.- el de sudadera roja arrebató el móvil para ver con desagrado aquella conmemorativa pieza.

- joven Jason, se que prefiere a la mujer maravilla, pero si tenemos surte la veremos por aquí.- el nombrado se cruzó de brazos para ver la ventana, sabía que estaban en otro territorio y tenía que respetar a su respectivo salvador, pero no quería temer del guardián de metrópolis.

- bueno, no es tan malo.- arrebató nuevamente el teléfono de las manos del de amarillo y mostró el menú del hotel.- tienen postres y servicio para mascotas.- el dueño del aparato se cruzó de brazos molesto, el menor sólo se interesó con la mención de los perros por lo que le arrebató el teléfono a Tapia.

La Mafia Wayne Donde viven las historias. Descúbrelo ahora