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Satisfecho, sabía que si pudiera el  tendría cuernos y cola de diablo, la cara de indignación del hombre frente a el era magnífica, llena de frustración y podía jurar que le salía humo, pero el no demostraría que causarle dolores de cabeza al calv...

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Satisfecho, sabía que si pudiera el  tendría cuernos y cola de diablo, la cara de indignación del hombre frente a el era magnífica, llena de frustración y podía jurar que le salía humo, pero el no demostraría que causarle dolores de cabeza al calvo era satisfactorio.

- ¡Bruno!- Tapia se escondió entre sus brazos, aún soltando fuertes carcajadas, el mencionado miro el pasillo de donde llegó corriendo su hijo mayor, viendo a un enojado Jason, con una cubeta verde en su cabeza.

- estas muerto Ricardo Tapia.- un aura demoníaca salía de sus espaldas, cegado por la ira le tiro el cubo al invitado de su padre, quien soltó el café ante el impacto de la cubeta en su rostro.

- tranquilizante hermanito, sólo es una broma.- se abrazo más al azabache, pero al ver que el otro se acercaba amenazante con un cojín en su mano, salió disparado a la cocina.

- mis disculpas señor Luthor.- el mayordomo le extendió un pañuelo, el calvo lo arrebató de las viejas manos y se limpio el pantalón lo mejor que pudo, logró divisar a el otro par de niños en el marco de la puerta que daba a la cocina, reían a carcajadas con una cámara en las manos del chico de pantalones verdes.

- será mejor que me retiré, pero por favor señor Díaz, piense mejor en mi oferta.- más que enojado salió, usando todo si autocontrol para no azotar la puerta, apenas se fue el mayordomo puso mala cara al ver su maltratado pañuelo lleno de café.

- y pensar que mañana tiene que verlo otra vez.- el mayordomo suspiro tirando su pañuelo a la basura, pues admitámoslo, a nadie en su sano juicio le agrada el acoso constante y las mismas bobas peticiones para una alianza en la que piensan llevarse más de la mitad de tus acciones.

- la ventaja Alfred.- el azabache sonrió tan macabramente que los perros corrieron directo a la cocina.- es que nadie le dice a Wayne que no.- la tarde paso entre risas y bocadillos de Alfred, algunas veces lograban ver al hombre de azul y rojo paseando por hay, una ves los chicos estuvieron en sus camas, el se asomó por el balcón con una copa de champán en mano, mirando atento el cielo.

- Amo Bruno, por favor use los pantalones del pijama.- el hombre mayor miraba la televisión, no necesitaba verlo para saber que sólo andaba en bata y ropa interior.

- Deberías hacerle caso al señor.- la amazona estaba frente a su balcón, flotaba a un lado del súper hombre, quien ni siquiera se atrevía a mirarlo.

- no puede decir mucho princesa, usted al igual que yo, sólo cubre lo esencial.- no se molesto en cerrar su bata, dejo la Copa en la pequeña mesa que había y se recargo en la barandilla.- ¿a que debo tal honor?- galante tomó la mano de la fémina y la beso cortes, la amazona río abochornada, pues ese gesto sólo lo recibió en los grandes bailes de los bonitos palacios, donde usaba hermosos vestidos.

- mi compañero Flash, me comentó de su llegada está mañana, quería revisar si nuestro visitante estaba bien.- el millonario tomó asiento en la silla que acompañaba a la mesa, invitando a los héroes a sentarse igual, pero el Kriptoniano prefirió estar de pie a lado de la amazona.

La Mafia Wayne Donde viven las historias. Descúbrelo ahora