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Un viejo mayordomo sobaba su cabeza con una bolsa de hielo, mientras veía preocupado al hombre frente aquella computadora, quien veía 5 programas de noticias al mismo tiempo, tecleando con velocidad y fuerza exagerada en el teclado, su mansión est...

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Un viejo mayordomo sobaba su cabeza con una bolsa de hielo, mientras veía preocupado al hombre frente aquella computadora, quien veía 5 programas de noticias al mismo tiempo, tecleando con velocidad y fuerza exagerada en el teclado, su mansión estaba echa pedazos cuando regreso, la policía le había interrogado apenas llegar y mas que frustrado no lo dejaban entrar a su propio hogar, le dijeron que necesitaba calmarse e incluso se atrevieron a intentar inyectarle calmante.
Lo que resulto mas que mal para el pobre oficial, con una llave termino en el suelo, al ver la preocupación en los ojos azules del millonario cedió y le dejo pasar, sin importarle la gente es su hogar recorrió el gran salón, donde una película había sido pausada, la reconoció de inmediato, colmillo blanco, de las favoritas de sus avecillas, la única película que podían ver en paz todos juntos sin pelear.

- amo Bruno...-  el hombre no lo miro, siguió tecleando asta que un mapa salió disparado en la pantalla, mostrando un punto en especifico en metrópolis, odiaba cuando las cosas se salían de control, ahora no sabia como arreglarlo.

- no podrás detenerme Alfred.- con dolor se quitó la pulsera que manejaba su auto y la dejo en manos del mayordomo.- toda mi fortuna es de ellos, los traeré a casa y limpiaré mis errores.- las arrugadas manos del hombre superaron con fuerza las de su aprendiz.

- déjame protegerte Bruno.- el hombre de ajustadas mallas negó, haciendo que el hombre mayor soltara lágrimas de impotencia.- mi vida terminará pronto, debe dejarme ir.- sintió  como era arrastrado asta la silla del enorme computador, donde fue dejado con delicadeza.

- es hora de que pague por mis errores.- Con su antifaz puesto y sus botas bien sujetas se acomodo su kimono negro con murciélagos dorados, seria su triunfal salida de este mundo de la mafia, tal ves del mundo terrenal, lo único que importaba ahora eran sus niños y nada mas.- volveré... tal ves.- el mayordomo sonrió con nostalgia, era la frase que siempre le decía cuando era un adolecente imprudente y salía a sus misiones.

- tenga cuidado amo Bruno.- lo ultimo que vio fue el humo salir  del auto que lucia extravagante y largo, las marcas de llantas quedaron pintadas en la cueva bien equipada, saliendo disparado por la carretera principal de gótica.

Mientras el mayordomo hacia un par de llamadas, el auto pasaba entre los coches sin importarle nada, la gente al ver tan endemoniado auto se quito del camino dejándole la vía libre para que pasara.
La mujer maravilla tomo rumbo al orfanato, dejando al payaso satisfecho por su decisión, los malditos mocosos explotarían por igual, apenas la mujer maravilla pusiera un pie en ese maldito orfanato. 

- los héroes son tan predecibles.- de un tirón termino de subir a la reportera, su pareja lo veía con molestia y le extendió la mano para que también la subiera a ella, mas este la ignoro y ato a la reportera, era bien sabido que ella era un problema con sus artes marciales y su entrenamiento militar.

- pudin.- la rubia ya sentada en el asiento del copiloto y los audífonos puestos miro con una sonrisa al payaso.- tienes una llamada.- el payaso la miro con una ceja alzada y se puso los audífonos, carraspeo un poco y puso su mejor sonrisa.

La Mafia Wayne Donde viven las historias. Descúbrelo ahora