En un mundo donde Batman nunca existió, el peor enemigo de la Liga de la justicia y la pesadilla del mismo Lex Luhtor, el junto a sus sucesores llevan caos a todo el mundo, siendo Gótica el lugar más respetado por ser su guarida.
Los villanos de gót...
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Se encontraba en la barra de aquel pequeño bar, un Martini en su mano y una bella mujer de negros cabellos estaba a su lado derecho, "escuchándolo con atención", aunque esta sólo lo comía con la mirada, ya que entró al agua y su camisa fue olvidada en una silla donde en mayordomo se relajaba.
- señor Díaz.- la voz de la mujer se volvió seductora, paseaba con descaro sus dedos por los brazos del millonario.- que le parece si vamos a un lugar más...- sus pechos rozaron el brazo del millonario mientras trataba de acercase a su oído, rozaba sus labios contra su mejilla en el recorrido.- privado.- soltó un sonoro jadeo al llegar al oído del magnate, al ver como el millonario sonreía galante, su orgullo salió a relucir en una sonrisa altanera.
- ¿Y dicha conversación sería provechosa para los dos?- la mujer sonrió, sintiendo un escalofrío al ver los ojos llenos de lujuria en el millonario, lo tenía, ella tendría al magnate en su cama.
- no lo sería padre.- vio con desagrado como la atención del sexy hombre a su lado se la daba al niño que la miraba con odio.- Te llaman de la oficina, deberías atender.- cuando tomó el teléfono, se alejó a dos bancos de la mujer, quien seguía con la pelea de miradas con el pequeño entrometido.
- señorita Quinzel, espero y la llamada sea importante.- del otro lado del teléfono se escucharon risas de sus lunáticos preferidos, hágase notar el sarcasmo en sus pensamientos, podía mantenerlos a raya, pero eran impredecibles.
- claro que si, el tiempo es valioso señor.- una exposición se escuchó, lo que preocupó al magnate.- después de todo, el señor G no quiere decepcionar lo.- eso lo mantuvo tranquilo, en gótica se escalabas para tener un puesto entre los jefes, el se mostró ser el mejor en incluso todo el mundo, no había quien no le temiera a su apellido.
- ¿alguna novedad que deba saber?- de repente el silencio se hizo presente al otro lado de la línea, lo que daba señal a malas noticias.
- ¿recuerda usted al pajarito cantor que me pidió señor?- su rostro se tornó estoico, asustando a cualquiera que lo viera.- esta en la puerta, nos encargamos de todo, sólo falta su orden.- relajó sus facciones al ver al mayordomo señalar su reloj.
- volveré en 2 días, lo quiero bien cuidado asta que llegue.- apenas escuchó un quejido de parte de la rubia colgó, sabía que acabarían la orden y lo mantendrían con vida.
- ¿algún problema padre?- cuando regreso a donde dejo su Martini, la mujer con la que coqueteaba ya no estaba, su hijo lo veía con seriedad pero la sonrisa malvada salía a relucir al recordar su travesura.
- nada importante, sólo que las vacaciones se acaban en 2 días más.- volvió a tomar su Martini, bajo la atenta mirada del menor, quien se sentó a su lado.
- ¿llegó el pedido especial?- una sola mirada le bastó, su malvada sonrisa creció aún más y tomó una caja de jugo de su mochila.- ¿puedo jugar con el?- puso su cara menos malvada, queriendo parecer lindo e indefenso a los ojos de su padre.