Capítulo Trece

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El conjunto me quedaba terriblemente corto. Me cubría hasta justo por debajo de los muslos, por lo que con solo curvarme un poco se me habría visto hasta el alma.

Por suerte, Destiny me había prestado un par de medias negras que cubrían por completo las piernas. Me las puse y me sentí un poco más segura. En cuanto salí del baño oí que alguien tocaba el timbre.

Bajé las escaleras precipitadamente y llegué justo a tiempo para ver como Godric le abría la puerta a un grupo de donantes que acababan de llegar. La primera era justamente la chica que estaba esperando.

Terminé de bajar los últimos escalones y mientras Godric les indicaba que pasaran a la sala principal, yo me acerqué con mi sonrisa más fingida hacia el grupo.

– Yo los acompaño– le dije a él– así puedes terminar de arreglarte–

– Bien– por primera vez desde que lo conocía me sonrió.

Sin dudarlo demasiado, enganché mi brazo al de la donante que había estado esperando. Ella me miró con cierta extrañeza, pero no dijo nada.

– ¿Tienes lo que te pedí? – dije sintiéndome una narcotraficante y ella asintió con cierta despreocupación.

Mientras todos entraban a la sala la mantuve aferrada por el brazo. Cerré la puerta y solo quedamos nosotras frente a frente.

– ¿Para qué quieres esto? – me preguntó mientras se descolgaba una mochila que llevaba en los hombros y la abría lentamente.

– Sirven para hacer té– mentí tomando rápidamente la bolsa de papel madera que me tendía.

Miré el interior, solo para cerciorarme. Allí estaban, centenares de ramas de verbena, debía ser al menos un kilo.

– ¿Puedes hacerme uno? – me preguntó ella, mirándome con curiosidad– tengo que ir a cambiarme, pero me gustaría probarlo–

Lo medité un segundo, hasta que me di cuenta de algo: si yo le preparaba una bebida con verbena a una donante... Eso significaba que los vampiros beberían sangre con verbena.

– ¿Cuál es tu nombre? – le pregunté mirándola repentinamente con más agradecimiento que nunca.

– Soy Lucy– me sonrió tendiéndome la mano y se la estreché, agradeciéndole mentalmente por la idea que acababa de darme.

– April– le devolví la sonrisa – has sido muy amable, les prepararé té a todos–

Sin esperar respuesta corrí a la cocina con el paquete de verbena entre las manos. Calenté una gran cantidad de agua, que alcanzara para los ocho donantes que había en la sala. Busqué en la alacena alguna caja de té en hebras y encontré una de té negro.

No sería la gran cosa y ni siquiera sabía si tendría buen sabor con un poco de verbena, pero había que intentarlo. Después de todo, ella y probablemente ninguno de los presentes sabía que gusto tenía aquella planta.

Desarmé algunas de las flores de verbena y las mezclé con cierta cantidad de té. Llené las tazas de azúcar y las coloqué en una bandeja, lista para llevárselas.

Antes, sin embargo, metí el paquete de verbena escondido detrás de unos cuantos víveres, para que nadie lo descubriese.

– Salí de la cocina intentando no volcar el contenido de ninguna taza y comencé a caminar en dirección a la sala.

– ¿Qué haces? – la voz de Gary me interceptó desde las escaleras, a mis espaldas.

Me volví y lo miré, con las manos temblorosas sosteniendo la bandeja.

Luna de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora