Abrí los ojos de repente, con un gemido ahogado. Mi pecho subió y bajó varias veces, cogiendo aire, como si no hubiese estado respirando hasta ese momento.
Estaba en la enorme cama que me habían asignado. Aún encerrada en esa mansión detestable.
– Por fin despiertas– dijo Cedric, llamando mi atención.
Estaba sentado a horcajadas en una silla, con los brazos y el pecho apoyados en el respaldo, observándome con un extraño brillo en los ojos.
– ¿Cómo es que estoy viva? – pregunté recordando que me había apuñalado y que estaba segura de haber dado en el blanco.
Miré hacia mi estómago, lo palpé. La polera negra que llevaba puesta estaba empapada de sangre, pero no me dolía nada.
– Tuve que darte mi sangre– dijo como si fuese de lo más normal.
– ¿Me convertiste en vampiro? – le pregunté abriendo mucho los ojos.
– No, se necesita mucho más que un poco de sangre para que te conviertas. Solo sirvió para que no mueras. Por el momento te necesitamos–
– ¿Tampoco puedo elegir morir? –
– No era eso lo que querías– dijo él, levantándose de la silla y caminando hacia mi cama – querías tener el control, sentir que no estábamos pasando por encima de ti en todo... Debo decir que me sorprendiste–
– No debía ser una sorpresa, les advertí que lo haría si no me dejaban ir–
– Es verdad. Ninguno de nosotros lo tomó enserio... No es algo que haría cualquier humano, de eso no hay duda–
– ¿Sirve de algo haberlos sorprendido? – pregunté mientras fruncía un poco el ceño.
– Depende de lo que hayas querido conseguir– se encogió de hombros– voy a decirte algo. Tal vez nos excedimos contigo, tal vez no era necesario lo que hicimos ayer–
– Claro que no lo era– Cedric levantó un dedo como pidiendo que lo dejara continuar.
– Nosotros somos así. Nos gusta conseguir rápido lo que queremos y estamos dispuestos a lo que sea para lograrlo. Un humano, supongo, que no puede tener esa misma visión–
– Claro que no, porque somos humanos. Ustedes son monstruos sin sentimientos– una sonrisa melancólica cruzó su rostro por un segundo, como si mis palabras hubiesen logrado afectarlo, aunque fuera solo un poco, pero enseguida volvió a esconder su expresión.
– Sí, April– asintió mirándome con sus profundos ojos violáceos– eso es lo que somos y no puedes esperar otra cosa, porque no sentimos como ustedes y no apreciamos la vida humana–continuó– no podemos dejarte ir, porque realmente necesitamos encontrar a tu hermana. Y realmente eres la única que puede encontrarla–
– No voy a ayudarlos– negué tragando con dificultad– no van a encontrar a mi hermana–
– Lo harás, quieras o no– dijo él, pasándose una mano por el cabello– pero la convivencia será mejor para ti. Somos monstruos, pero no nos dedicamos solamente a matar y beber sangre. También hacemos cosas más... Humanas... Cosas que no te harían querer clavarte un cuchillo en el estómago al menos–
– Estás diciéndome que van... ¿Van a entretenerme o algo así? – pregunté algo desconcertada.
– No– dijo él con una mueca– estoy diciéndote que intentaremos tratarte mejor y espantarte menos. Cuando te pidamos ayuda con tu hermana, ni siquiera te darás cuenta–
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Luna de Sangre
VampiroApril Fontaine estuvo siempre segura de que los vampiros eran monstruos horribles. Cedric Leblanc siempre pensó que los humanos solo eran un alimento. Pero obligados a convivir... ¿Pueden cambiar sus prejuicios?