Capítulo Treintainueve

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Desperté con un dolor de cuello terrible y las cervicales contracturadas. Aparté la colcha con la que Cedric me había cubierto y me desperecé, intentando sentirme menos rígida.

– Al fin te despiertas– dijo Cedric mirándome con una sonrisa socarrona y los brazos cruzados.

Al verlo sentí algo extraño, como si me estuviese olvidando de algo, pero no supiera de qué se tratase.

– Lo siento...No sé en qué momento me dormí–

– No importa, nosotros estuvimos buscando toda la noche hasta que Godric y Gary se cansaron–

– ¿Encontraron algo? – le pregunté mientras caminaba hasta la mesa y miraba los libros que habían dejado entre abiertos.

– Nada– dijo él – los vampiros no solemos tener conocimientos sobre eso... Es muy raro que ocurra y generalmente nadie intenta relacionarse con dhampiros... Después de todo la sangre pura es muy importante y por más que no sean mestizos siguen teniendo una parte humana–

– ¿No soy suficiente para ustedes? – dije deteniéndome delante de él, con las cejas levantadas.

– Sí lo eres– Cedric me tomó rápidamente por la cintura y me pegó a su cuerpo, dejando nuestros rostros a un palmo de distancia– para mí–

Se inclinó y me besó suavemente, haciéndome desear aún más. Pasó la lengua por mi labio inferior y sonrió sobre mis labios, mientras sus manos descendían lentamente.

– Tranquilo soldado– le dije apoyándole una mano en el pecho y quitándole las manos de mi trasero.

– Tengo una idea mejor que seguir buscando aquí– dijo de repente– ¿Por qué no buscamos si hay algo en tu casa? –

– ¿Qué podría haber ahí? – le pregunté frunciendo el ceño.

– No lo sé... Algún indicio sobre tus padres, por ejemplo– carraspeó.

– Bien...Vamos– le dije comenzando a caminar hacia la puerta, pero él tomó mi brazo y me volvió hacia él.

– Aún está atardeciendo... Tenemos un rato libre...–

Me mordí el labio mientras lo miraba a los ojos. Él tenía mi brazo aferrado y me miraba con un par de ojos diabólicos. Lentamente, una pequeña sonrisa comenzó a dibujarse en la comisura de mis labios. Sin dudarlo un segundo más, Cedric tiró de mi brazo y pegó mi cuerpo al suyo. Me besó impaciente, ansiando cada vez más de mis labios y yo de los suyos. Nuestras lenguas se enredaron de forma feroz, pidiéndonos más.

Sus manos se colaron por debajo de mi sweater, acariciándome la piel, que se erizaba con su tacto. Sus labios comenzaron a deslizarse por mi cuello mientras yo enredaba mis dedos en su cabello despeinado. Sentí sus besos húmedos sobre mi piel y me estremecí. Era tan magnético...

Cedric respiró todo mi perfume en una inspiración profunda. Volvió a tomarme por la cintura, haciéndome girar y me sentó sobre la mesa con ímpetu. Sus caderas quedaron en medio de mis piernas. Volvimos a besarnos con desesperación. Tomé una parte de su camiseta y se la arranqué con fuerza. Oímos como la tela se rasgaba, y en un segundo su pecho y su abdomen estaban al descubierto.

– Mierda April...– susurró sobre mis labios– vas a volverme loco– sus dedos se enredaron en mi cabello y tiró suavemente para que echara la cabeza hacia atrás.

Deslizó la lengua por mi cuello hasta llegar al lóbulo de mi oreja. Le dio un mordisco suave y su respiración en mi oído me hizo soltar un gemidito. Le envolví la cintura con las piernas mientras él me quitaba el sweater. Besó mis clavículas y me mordí el labio. Sentía el calor y las ganas recorriendo todo mi cuerpo, mientras él hacía lo que se le venía en gana conmigo. Lentamente con los ojos entrecerrados deslicé mi mano desde su pecho hasta la cinturilla de su pantalón. Su abdomen firme y marcado me excitó aún más. Desde la tela de sus vaqueros podía sentir la dureza de su bulto... Por un segundo nuestras miradas se cruzaron y él me sonrió maliciosamente.

Luna de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora