Capítulo Treintaitrés

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– Vamos April, llama– me incitó Cedric sentado en uno de los sillones.

Yo mantenía su móvil entre mis manos y miraba la pantalla como si pudiese explotar de un momento a otro, aunque lo que podía ocurrir si llamaba podría ser aún peor.

– No tengo toda la noche...– volvió a decir, echándose hacia atrás en la cama y cruzando los brazos detrás de su cabeza.

– Bien– suspiré, cediendo finalmente a marcar el número de mi hermana.

– El teléfono sonó tres veces antes de que alguien atendiera.

– ¿Hola? – era su voz.

– Soy April– dije sonriendo para mí misma.

– ¡April! ¿Dónde estás? ¿Escapaste? – exclamó ella al borde de la histeria.

Miré a Cedric que ponía los ojos en blanco. Obviamente podía oír la conversación sin problemas.

– No... No escapé, pero ellos... Quieren que hable contigo, en persona–

– ¿Es una trampa? Puedes decirme la palabra que acordamos...–

– No– negué rápidamente – no lo es–

– ¿Están contigo? – me preguntó Aixa.

Miré a Cedric que negó con un gesto de la mano. Apreté los labios y me dispuse a responder, detestaba mentirle a ella.

– No, me dejaron hablarte, confían en mí–

– Pues... ¿Cuándo nos vemos? ¿Dónde? –

– ¿Mañana? – le pregunté, poniéndome repentinamente nerviosa.

– Claro, sí...–

– Hay una condición, los cazadores no pueden ir contigo–

– Ah claro...– sentí que soltaba una risa seca, indignada– claro que es una trampa. Quieren que vaya sola y desarmada y ellos estarán allí para matarnos a ambas–

– ¡No! Aixa espera... Tú puedes elegir el lugar... Ellos no irán, iré sola–

– ¿Cómo puedo saberlo? ¿Cómo sé que no te están extorsionando? –

– Aixa confía en mí, de verdad, no te harán daño– tragué saliva– cualquier cosa que usarán para extorsionarme no funcionaría si la solución fuera ponerte en peligro–

– Bien– sentí que mis palabras la habían logrado calmar un poco– mañana cuando esté en el lugar te diré en donde nos vemos ¿Está bien? –

– Claro– asentí yo.

– Te quiero April–

– Yo también– suspiré y luego colgué.

– Cualquiera sea la hora y el lugar allí estaré– me informó Cedric.

– Bien– dije lanzándole el teléfono.

Él lo atrapó al vuelo y me miró con el ceño fruncido.

– No puedes hacerte la enojada– me dijo bloqueándome el paso– tú fuiste la que mintió–

– Lo sé– suspiré conteniendo el enfado– estoy enojada conmigo por arruinarlo, no es contigo–

Pasé por su lado y salí de la habitación. El corredor estaba igual de oscuro que siempre y todo estaba demasiado en silencio. Me metí en la biblioteca, escogí un libro y me lo llevé a mi cuarto para comenzar a leer.

Luna de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora