– Vamos April, llama– me incitó Cedric sentado en uno de los sillones.
Yo mantenía su móvil entre mis manos y miraba la pantalla como si pudiese explotar de un momento a otro, aunque lo que podía ocurrir si llamaba podría ser aún peor.
– No tengo toda la noche...– volvió a decir, echándose hacia atrás en la cama y cruzando los brazos detrás de su cabeza.
– Bien– suspiré, cediendo finalmente a marcar el número de mi hermana.
– El teléfono sonó tres veces antes de que alguien atendiera.
– ¿Hola? – era su voz.
– Soy April– dije sonriendo para mí misma.
– ¡April! ¿Dónde estás? ¿Escapaste? – exclamó ella al borde de la histeria.
Miré a Cedric que ponía los ojos en blanco. Obviamente podía oír la conversación sin problemas.
– No... No escapé, pero ellos... Quieren que hable contigo, en persona–
– ¿Es una trampa? Puedes decirme la palabra que acordamos...–
– No– negué rápidamente – no lo es–
– ¿Están contigo? – me preguntó Aixa.
Miré a Cedric que negó con un gesto de la mano. Apreté los labios y me dispuse a responder, detestaba mentirle a ella.
– No, me dejaron hablarte, confían en mí–
– Pues... ¿Cuándo nos vemos? ¿Dónde? –
– ¿Mañana? – le pregunté, poniéndome repentinamente nerviosa.
– Claro, sí...–
– Hay una condición, los cazadores no pueden ir contigo–
– Ah claro...– sentí que soltaba una risa seca, indignada– claro que es una trampa. Quieren que vaya sola y desarmada y ellos estarán allí para matarnos a ambas–
– ¡No! Aixa espera... Tú puedes elegir el lugar... Ellos no irán, iré sola–
– ¿Cómo puedo saberlo? ¿Cómo sé que no te están extorsionando? –
– Aixa confía en mí, de verdad, no te harán daño– tragué saliva– cualquier cosa que usarán para extorsionarme no funcionaría si la solución fuera ponerte en peligro–
– Bien– sentí que mis palabras la habían logrado calmar un poco– mañana cuando esté en el lugar te diré en donde nos vemos ¿Está bien? –
– Claro– asentí yo.
– Te quiero April–
– Yo también– suspiré y luego colgué.
– Cualquiera sea la hora y el lugar allí estaré– me informó Cedric.
– Bien– dije lanzándole el teléfono.
Él lo atrapó al vuelo y me miró con el ceño fruncido.
– No puedes hacerte la enojada– me dijo bloqueándome el paso– tú fuiste la que mintió–
– Lo sé– suspiré conteniendo el enfado– estoy enojada conmigo por arruinarlo, no es contigo–
Pasé por su lado y salí de la habitación. El corredor estaba igual de oscuro que siempre y todo estaba demasiado en silencio. Me metí en la biblioteca, escogí un libro y me lo llevé a mi cuarto para comenzar a leer.
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Luna de Sangre
VampireApril Fontaine estuvo siempre segura de que los vampiros eran monstruos horribles. Cedric Leblanc siempre pensó que los humanos solo eran un alimento. Pero obligados a convivir... ¿Pueden cambiar sus prejuicios?