No había forma de que me calmara. Las palmas de las manos me transpiraban y sentía sudor frío en la espalda.
¿Qué serían capaces de hacerme si descubrían que yo los había estado envenenando?
Mis ojos se detuvieron en Cedric, acostado, con el cabello oscuro revuelto, pálido y sin su sonrisa jocosa de siempre.
¿Qué pensaría él de lo que había hecho?
Me senté en el borde de la cama. Todos estaban buscando la verbena y yo había tenido que quedarme allí, con él, esperando que se despertara.
De pronto sus parpados aletearon, y lentamente abrió los ojos.
– ¿Qué pasó? – preguntó con voz rasposa.
– Te desmayaste...– no podía ni siquiera mirarlo a los ojos– parece que te intoxicaste con verbena...–
– Cierto– se apoyó una mano en la frente, mientras fruncía el ceño– con todo lo que pasó olvidé que algo nos estuvo debilitando–
– Ya...– asentí mirando al suelo– ¿Te sientes bien? –
– No– se sentó en la cama– estoy mareado–
– ¿Quieres que te traiga algo? – le pregunté sin saber muy bien que hacer.
– Debería tomar sangre, pero es mejor que no, hasta que no sepamos donde está la verbena–
Quise decirle que las bolsas de la heladera no estaban envenenadas, pero... ¿Cómo podría saberlo sin ser sospechosa?
Cornelius atravesó la puerta, seguido por Emily y Peter.
– ¡Habla! – Cornelius lo tomó por las solapas de su saco y lo miró directo a los ojos, hipnotizándolo– ¿Pusiste verbena en algún lugar de la casa? –
– ¡No señor! – Peter tenía los ojos muy abiertos y lo miraba asustado.
– ¿Viste a alguien con verbena? – volvió a preguntar Cornelius.
– Sentí que iba a desmayarme.
– ¡No! – respondió él.
Por un segundo no lo entendí. Peter sabía que yo había puesto verbena en la comida, una vez... Si estaba hipnotizado debería haberlo dicho, pero...
– ¿Sabes cómo es que nos estamos debilitando? –
– ¡Por la verbena! – respondió Peter.
Entonces lo entendí. Le habían preguntado si "había visto a alguien con verbena" y él no me había visto, lo había sentido en el sabor de la comida. Si no hacían las preguntas correctas, no se enterarían de nada.
– Ya...– Cedric pidió a Cornelius que se detuviera con un gesto de la mano– es obvio que no sabe nada y no ha sido él–
– ¡Maldición! – Cornelius soltó al mayordomo, evidentemente molesto.
– Son los donantes, estoy segura– dijo Emily mientras su padre se acomodaba la ropa arrugada– vinieron algunos nuevos últimamente... Debió ser uno de ellos–
– No fue uno– la cortó Cedric– todos estamos afectados y bebemos de diferentes donantes–
– Los donantes aspiran a ser vampiros. Jamás harían algo en nuestra contra– dijo Cornelius tomándose la barbilla– debe haber sido alguien más– me miró fijamente estudiando mi expresión, pero me esforcé en no inmutarme en lo más mínimo.
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Luna de Sangre
VampireApril Fontaine estuvo siempre segura de que los vampiros eran monstruos horribles. Cedric Leblanc siempre pensó que los humanos solo eran un alimento. Pero obligados a convivir... ¿Pueden cambiar sus prejuicios?