Capítulo 24

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— Supongo que has venido a ver a mi hijo, ¿no es así? — El menor asintió sin saber si debía colocarse la gorra o no como muestra de respeto. — Que estés aquí por tu propia cuenta seguro es algo positivo pero lamentablemente Jungkookie no se encuentra aquí.

— Eso me ha comentado Seokjin. No quería importunar, simplemente pasé por alto que hubiera sido mejor llamar antes. Lo lamente mucho, señora.

— Oh no te disculpes, no hay nada que lamentar. — La mujer miró a su alrededor notando que el rubio había ido solo y frente a esto sonrió confundiéndolo un poco. — ¿Estás muy apurado? — Negó en respuesta. — ¿Te importaría acompañarme a beber algo? ¿Un té o un café quizás?

— Estoy libre, señora Jeon.

— De acuerdo, entonces te pediré que me acompañes y por favor, llámame Younghee. Mi nombre es Jeon Younghee. — Mencionó palmeando a su chofer en el hombro antes de subirse nuevamente al auto en el que llegó.

El rubio quedó en su sitio algo perdido sin saber si debía seguirla en su carro o montarse en el suyo pero cuando vio que la puerta permaneció abierta, supo que la idea de la señora era que la acompañara. Así que, activando la alarma, la siguió en silencio.

No conversaban, a veces solo sus miradas se cruzaban y ella mostraba una sonrisa agradable pero nada más. De hecho, parecía estar trabajando en su tablet, permitiéndole al menor admirarla de soslayo. Era increíble la similitud entre Jungkook y ella, antes hubiera dicho por las fotos que se parecía más al señor Jeon pero lo cierto era que Jungkook era idéntico a su madre.

Younghee llevaba su cabello bien corto, casi como su hijo solo que el pelado de ella lucía más femenino. Sus pendientes resaltaban, no sabía si esas lágrimas eran diamantes o no pero le encandilaron sus ojos. Iba tan sutil y elegantemente maquillada que tuvo que admitirlo, el atractivo y presencia iba de familia. Ella no llevaba ninguna otra prenda a excepción de su reloj y anillo de casada pero parecía brillar todo el tiempo.

— Lo estás haciendo un poco obvio y un poquito incómodo. — Murmuró la mujer pestañeando con rapidez por la resequedad de sus lentes de contacto. — ¿Algo que quieras preguntarme? Llevas un buen rato mirándome fijamente.

— L-Lo siento, no fue mi intención incomodarla. — Espetó desviando la mirada. — Solo me preguntaba hacia dónde íbamos.

La mansión de Jungkook quedaba en Incheon y no en Seúl, ya habían llegado a la ciudad e incluso comenzado a ir un poco hacia las afueras por lo que se estaba inquietando aunque esa no fuera la razón real por la que estuvo mirándola. Es que viéndola a ella era como mirar a ese pelinegro que no había visto desde aquella noche.

— No suelo visitar cualquier sitio para beber y dado que quería tener una amena charla contigo pues, necesitaba un lugar tranquilo y privado pero también algo informal. Perdona si prácticamente te he raptado. — El tono jocoso en la última palabra fue evidente lo que relajó un poco más al menor.

Al mirar por la ventana una amplia sonrisa nostálgica de apoderó de su rostro al conocer ya los alrededores. Se dirigían al mismo sitio a donde Jungkook lo llevó a cabalgar aquella vez. Ahora que lo recordaba, este le había dicho que a su madre también le gustaba ir ahí porque era una amante de la naturaleza y los animales.

Fueron recibidos por el mismo personal de la última vez pero con un ligero cambio. Con gran elegancia vio aparecer a la misma mujer que Jungkook llevó al evento junto a su madre. Ni siquiera había vuelto a pensar en ella desde aquel momento incómodo, con todo lo que pasó ese día en incluso los siguientes no había tenido tiempo para pensar con quién el pelinegro andaba.

La confianza fue obvia en aquel entonces y ahora veía que con la madre era igual por lo que sus pensamientos iniciales de que tal cual los dramas aquello podría ser una encerrona para hacerlo alejarse de Jungkook recobraron vida. No obstante, no tenía que sacrificarse por nadie más, su madre, Hoseok y Jungkook eran quienes les importaban y los demás no tenían derecho a decir o hacer nada.

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