Capítulo 37

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— ¿Crees que lo que hiciste estuvo bien? ¿Es esto el amor que dices tenerme? ¿Cómo pudiste buscarme e interferir en mi subasta, incluso proponerme algo más cuando sabías que te quedaban meses para morir?

La voz de un Taehyung que en un comienzo se perdió al oír la noticia y se volvió trémula, lentamente comenzaba a elevarse, era firme, cortante, dura a los oídos de un Jungkook que buscaba acercarse temeroso pese a que el castaño continuaba alejándose.

— ¿Dices que me conociste en el hospital? ¿Viste por todo lo que estaba pasando y aún así me harás pasar por esto una vez más? ¡Dio, te amo, Jungkook! Claramente te amo y sé por lo que estás pasando pero...

— Tae... M-Mi a-amor, no tienes que hacerte cargo de mí, no soy tu madre y no tienes la misma responsabilidad. Todo sigue igual, sigo siendo el mismo hombre del que te enamoraste. Lo único que me gustaría es que permanecieras a mi lado. Los dos apoyaremos a tu madre, estaremos juntos.

— ¿Cómo podría prestarle atención a mi madre sabiendo que tú estás en las mismas condiciones? ¿Cómo podría atenderte a ti cuando mi mamá también merece y necesita de mis cuidados? No puedo simplemente dejarle todo a Hoseok, no podría estar contigo sabiendo que tampoco puedo cuidarte correctamente a ti.

Después de hablar con su suegra, Jungkook terminó decidiendo decirle todo esa noche pero ahora que veía sus ojos, ahora que lo veía apoyarse a la puerta quebrándose, lo estaba destrozando a él. Detener sus propias lágrimas era una misión imposible que no le importaba llevar a cabo, solo quería hacerle entender a su pareja que nada cambiaba. Ese dolor, ese sentimiento que no era lástima pero tampoco estaba muy lejos de ella, lo lastimaba.

— Mi amor... — Se arrodilló en el suelo, desplazándose por el mismo lentamente hasta llegar a Taehyung, abrazándolo aún cuando este le pegaba torpemente. — Taehyung.

—  D-Déjame. — Se alejó con fuerza poniéndose de pie, saliendo por la puerta de la habitación en un pequeño trote que le permitió a Jungkook, quien ahora lloraba como no lo hacía desde niño, alcanzarlo para detenerlo. — N-No puedo hacer esto, no puedo pensar con claridad, no sé como enfrentar esta situación.

El pelinegro quiso llevarlo a la habitación para que no lo escuchara Sunhyo o los encargados de la limpieza que aún recogía todo lo de esa noche a la distancia. Sin embargo, Taehyung se negó a moverse un solo centímetro.

— Con mi mamá por momentos me he sentido ahogar, con cada crisis, con cada amenaza, operación o tratamiento de quimioterapia. Cada vez que cubre a gran velocidad su cabeza para que no la vea o cuando me toca bañarla y llora porque vea su deteriorado cuerpo. Esos cambios de humor donde cualquiera pensaría que me odia cuando me ama más que a nadie, la constante zozobra que me acompaña sin disfrutar del todo cualquier día creyendo que se, podría ser su último y me invade el temor de no estar a su lado. Has experimentado todo desde el lado del enfermo y sé que debe ser tan duro y doloroso como el mío pero no sabes lo que es estar de este lado tampoco.

— No tienes que tratarme como a un enfermo aunque lo esté. Solo te estoy diciendo esto porque creí que estabas en tu derecho de saberlo pero no para ver nuestra relación cambiar. Somos los mismos hombres que éramos hasta hace una hora atrás. No tienes que cambiar nada mi amor. Vas a ver de mí siempre esta, la mejor versión, jamás me permitiré darte una carga más solo... — Caminó varios pasos con temor, temblando al ver como Taehyung continuaba negando con su cabeza. — No te alejes de mí, Tae, no me trates con lástima o por obligación, solo sigamos como hasta ahora.

— No sé si pueda...

— ¿Qué? — Exclamó el pelinegro asustado, desviando su mirada desde los ojos del castaño hacia sus pies que daban marcha atrás y de regreso, notando como secaba sus lágrimas. — Tae...

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