CAPÍTULO 13 PRIMER ENCUENTRO

5.7K 661 11
                                    

Todos quedaron en shock, Rogelio y su esposa vieron con asombro lo que su hija hacía, como corría a la puerta sacaba un arma, la ponía en la cabeza de aquel hombre y con los ojos cerrados disparaba.

Al hacerlo, ella sintió como una mano fuerte se aferraba a su muñeca haciéndola soltar el arma, que ya había disparado. Luego abrió los ojos asustada, esperando ver a su tío derrumbándose por el impacto.

Lo único que vio fue el rostro perplejo de Miguel, que la observaba con esa mirada oscura que lo caracterizaba cuando estaba en tensión.

La bala había ido a parar al techo, gracias al rápido movimiento de él,

_ ¡Miguel! - atinó a decir en shock. Alejándose de él instintivamente. _te disparé. - se cubrió el rostro.

_ ¡No sucedió nada! - la atrapó de nuevo entre sus brazos.

_ ¡Pude haberte matado! - dijo entre sollozos.

_ ¡Estoy bien! - la obligó a mirarlo. _no sucedió nada, además, fue una imprudencia mía el no anunciarme antes. - la abrazó de nuevo.

Ella no se resistió más y se derrumbó, no concebía que pudo haberlo matado.

Sus padres igual de sorprendidos miraban la escena, su madre preguntándose quien era ese hombre y de donde conocía a su hija y su padre preguntándose qué hacía Miguel de la Fuente en ese lugar y tratando con tanta familiaridad a su pequeña.

Él se encontraba en un tremendo dilema, no tenía armas y buscaba con la mirada algo pesado y fuerte con que golpear y someter a ese hombre que tenía a su hija, pero no le hacía daño, por el contrario, la estaba consolando, ¿Miguel De La Fuente? ¿Consolando a su hija? ¿Ese rufián, del que todos hablaban, el hombre encargado de que el imperio de Lorenzo Maldonado siguiera en pie y creciendo?

Hacía años sus vidas se habían cruzado y nunca espero volver a encontrárselo cara a cara. Y menos de esta forma.

*****
_ Papá... Mamá... - dijo Isabelle cuando todos estuvieron más tranquilos y se encontraban en la sala. _ él es Miguel, es el hombre que me rescató de los hombres de mi tío y me trajo de regreso, ni siquiera sé hasta dónde me llevaron, pero fue muy lejos de aquí, a varios días de camino y él vino para poder rescatarlos.

_ ¡Gracias! - se incorporó su madre tendiéndole la mano a Miguel.

Rogelio se resistía a creerlo todavía, se escuchaban tantas cosas de él y de su jefe y lo que él en persona había vivido con ellos, era, mucho lo que se decía y ni siquiera él que era el implicado sabía si era verdad o invención de la gente.

Hacía once años ya de lo sucedido y en aquella época como ahora su pequeña de apenas ocho años había llegado a su casa con aquel mismo hombre, tomado de la mano y se lo había presentado como el hombre que los salvaría de los malos, sin saber que era ese mismo hombre el que los estaba atacando y entonces como ahora, él había fingido una sonrisa para no asustar más a su hija e idear la forma de deshacerse de él.

Miguel lo miró, sabía que lo reconocía, por eso no se había presentado ante ellos cuando acudió a su rancho a rescatarlos y dejó que sus hombres los trasladaran hasta ahí, siguiéndolos él de lejos.

Había sido un shock estar de nuevo en ese rancho después de tantos años, sin embargo, las sensaciones eran las mismas, ¿cómo olvidar la mirada de esa pequeña asustada y suplicando ayuda?, era la misma que había visto en Isabelle cuando chocó contra él tan lejos de ahí, no la reconoció de inmediato, si no después y lo constató cuando ella le dijo de donde era. La había ayudado una vez, lo haría en una segunda ocación.

_ Agradezco lo que ha hecho por mi hija... Y por nosotros. - dijo Rogelio por fin. _porque supongo que fue usted quien nos sacó de ahí.

Miguel solo asintió. Notaba la antagonía con que ese hombre lo miraba y no era para menos, sabía que no confiaba en él. No pudo evitar recordar lo sucedido tantos años atrás.

Cómo sus padres eran los líderes de la región, el de Lorenzo el jefe y el suyo el segundo al mando, ambos ambiciosos y perversos, ambos instruyendo a sus hijos para que los sucedieran algún día, enseñándoles todo lo necesario para ser duros y crueles, ahí no podían mostrarse débiles y ellos lo habían aprendido a punta de golpes y malos tratos, ese había sido su mundo, la supervivencia del más fuerte, pero los enviaron a la universidad, en donde se dieron cuenta de que lo que ellos vivían no lo era todo, sin embargo seguían atados a su vida, a su familia a su hogar, y cuando regresaban por las vacaciones se sumergían de nuevo en ese ambiente, en esas actividades y sus padres aprovechaban para obligarlos, a hacer el trabajo sucio <<para que aprendieran>> decían ellos, como en esa ocasión que los enviaron a cobrar su cuota a todos aquellos rancheros que se habían estado resistiendo, algunos habían accedido voluntariamente después de las amenazas, otros habían tenido que ser forzados y otros más valientes ni con la fuerza, ni después de que sus hombres los hubieran golpeado y destrozado sus propiedades, lo que sus padres hacían en esos, casos era darles muerte a ellos o a alguien de su familia, pero ellos no podían hacer eso, por fortuna pronto regresarían a la universidad y sus padres tendrían que encargarse de esos asuntos.

Así habían llegado hasta ese rancho, no era muy prospero en ese entonces, pero no estaba mal. Rogelio Mendoza se negaba a doblegarse ante la gente del crimen organizado, se había estado resistiendo y el padre de Lorenzo los había enviado para darle una lección.

_ Tiene una esposa y una hija. - había dicho su padre. _asegúrate de que paguen las consecuencias.

Una vez en el rancho se habían entrevistado con Rogelio Mendoza, quien no se había amedrentado con ellos, ni con el grupo de hombres armados que los acompañaba. Se había mantenido firme en su posición.

_ ¡Maldito hombre! - había exclamado Lorenzo furioso. - si pagara nos evitaría esto. _¡Hazlo! - le había dicho a él, quien tenía que dar las órdenes a sus hombres, él ordenó que prendieran fuego a alguno de sus graneros.

_ ¡Vámonos! - había dicho Lorenzo

_ Yo me voy por mi cuenta. - contestó él. Aún tenía un pendiente que resolver, sabía que su padre no le daría descanso si no hacía lo que le había ordenado, así que se perdió por el lugar buscando a su presa, se sentía enfermo de solo pensar que tenía, que hacer daño a una mujer o a una niña, no era su naturaleza y se resistía.

Caminaba ensimismado en sus pensamientos, cuando sintió el impacto en sus piernas, miró hacia abajo...

RESCATANDO TU CORAZÓN No.6️⃣//SERIE HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora