EPÍLOGO 2a. Parte.

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Había estado a punto de perderlos, no podía estar enojado con ella, ciertamente había sido testaruda, e insensata, pero tenía que recordar que era joven, él le llevaba muchos años, tenía más experiencia y el veía lo que ella no, había estado angustiada por su padre y era comprensible, pero ella no entendía que cuando él le prohibía algo o le negaba algo no era sólo por el hecho de decir que no y demostrar su superioridad, sino porque en realidad había una razón de peso detrás de esa decisión.

Daba gracias a Dios de que hubiese decidido a última hora regresar, no se sentía tranquilo con el hecho de que se hubiesen separado molestos y durante todo el tiempo que estuvo con Lorenzo había sentido una opresión en el pecho, a tal grado, que por primera vez decidió dejar tirado el trabajo con Lorenzo y volver con su esposa, y por supuesto no le sorprendió que Lorenzo lo comprendiera y no solo eso, sino que también él se regresara haciéndole compañía.

Cuando llegaron al aeropuerto ya empezaba a oscurecer y las cosas empezaban a ponerse difíciles, la tormenta era muy fuerte, acompañada de relámpagos y fuertes ráfagas de viento, por un momento pensó que no la libraban, sobre todo al llegar al río, en donde el agua ya se desbordaba por encima del puente, él sabía que, de haber llegado unos minutos más tarde les hubiera sido imposible cruzar porque el puente ya no estaría en su lugar.

La más grande preocupación de él era que le habían informado que Isabelle, no se había quedado en el rancho, si no que se había pasado con su madre hasta el de su padre, él no tenía ningún problema con eso, al contrario, le agradaba que siguieran tan unidos como siempre, porque esa era la familia que él hubiera deseado, pero ella estaba próxima a dar a luz y estando tan lejos de la ayuda, cualquier situación se podría complicar y él no deseaba eso.

Al nada más poner un pie en la casa la sangre se le heló al escuchar sus gritos, en ese instante supo que lo inevitable había llegado y que nadie estaba preparado y para peor, las condiciones no eran nada buenas, por lo que se veía la energía eléctrica había fallado, tendrían que salir adelante con lo que tuvieran a la mano.

Al entrar no le sorprendió mirar a su esposa en labor de parto, lo que si le sorprendió fue ver a su suegra congelada al lado de Isabelle, sin atinar a hacer nada más que tomarla de la mano y llorar junto con ella.

De inmediato se acercó, le hablo con calma, acaricio su rostro haciéndole saber que no estaba molesto, suficiente era ya con lo que estaba pasando, como para, agregarle algo más. Luego le dio algunas indicaciones para facilitar el parto y le pidió a Lorenzo que le acercara algunas cosas que necesitaba. No le agradaba la idea pero, él iba a tener que ayudarlo en esto.

No era que él supiera, pero en esos recónditos lugares, cuando se internaban en lo más profundo de la sierra le había tocado estar en dos partos, el primero de una mujer que trabajaba para ellos y como a su esposa, se le adelantó el parto, solo que a ella por dos meses, entonces solo había otra mujer ahí con ellos y fue la que se encargó de asistirla, pero cuando las cosas, se complicaron no hubo quien se atreviera a ayudarla, más que él, con dificultad lograron salvar a la mujer, aunque su bebé no logró sobrevivir. La segunda ocasión fue cuando viniendo también, del interior de la sierra recogieron a una joven pareja que querían llegar al lugar más cercano en donde hubiera un médico, no lograron avanzar mucho cuando ella empezó a quejarse, tuvieron que detener la marcha y ahí a un lado del camino el volvió a hacerla de partero ante un esposo asustado que no se atrevió a acercarse, más que para tomar la mano de su esposa, así que no era que supiera mucho pero la experiencia la tenía y ahora, aunque insólitas, agradecía esas dos experiencias, porque gracias a ello es que tenía idea de que hacer, no con unos desconocidos, si no con su familia, con su esposa y su hijo.

Los miro con adoración, amaba a esa mujer y amaba a ese precioso bebé que, aunque al principio había llorado con energía, ahora permanecía tranquila y reposadamente en brazos de su madre, terminó de limpiar lo mejor que pudo y decidió esperar la ayuda que ya debería venir en camino, si las condiciones del clima se los permitían. Miro a su esposa y a su bebe, se acercó a ellos y exhausto se recostó junto a ambos.

_ Te amo. - le susurro de nuevo y cerró los ojos. Ella lo miró y ya sin fuerzas hizo lo mismo, estaba agotada, pero ahora solo pensaba en como enmendar su falta y pedirle perdón a ese hombre maravilloso que tenía a su lado.

*****
Amanecía, la tormenta había pasado, el ruido de un helicóptero se escuchó. Isabelle apenas fue consciente de lo que sucedía, pero si se dio cuenta de que en la cama a su lado estaba su esposo y su bebé reposaba tranquilo entre los brazos de ambos. Cuando la ayuda llegó ella reconoció a uno de los hombres y a una de las enfermeras, habían estado presentes en su boda recordaba sus nombres, Justin y Gloria. Los recordaba porque le habían parecido una linda pareja y ahora estaban ahí prestándole auxilio.

*****
_ No tengo palabras para agradecerte lo que has hecho por nosotros. - dijo Miguel.

_ No hice nada que tu no harías por mi o los míos. - dijo Lorenzo. _me alegra, que ambos estén bien.

_ En parte es gracias a ti. Nadie me hubiera echando la mano si tu no hubieses estado conmigo.

_ Creo que tu esposa no va a estar muy contenta de que yo haya estado ahí. - sonrió.

_ De hecho yo tampoco. - sonrió también. _pero eras tú o nada. - dijo al recordar a su suegra paralizada de terror. _ ya hablando en serio, gracias porque no cualquiera, créeme, lo he vivido.

Ambos sonrieron.

_ No me gusta, decir adiós. - dijo Lorenzo. _pero me tengo que marchar. Espero que nos veamos pronto.

_ Así lo espero. - lo miró Miguel marcharse. Luego entro a la habitación de Isabelle.

Ella lo había mirado también marcharse, ya se había despedido con anterioridad y aunque ella se sentía muy apenada por las condiciones en que la había visto, él había logrado hacer que ni siquiera pensara en ello.

_ Estaba pensando. - dijo ella, cuando Miguel se acercó, que si no te gustaría ponerle el nombre de Lorenzo a nuestro bebe

Él la miró sorprendido, en varias ocasiones había estado tentado a planteárselo, claro que no con el primero, pero quizás más adelante, sin embargo, ahora que ella lo proponía su corazón saltaba de gusto.

_ ¿Por qué te gustaría? - interrogó.

_ Es un buen hombre, además es más que un amigo para ti, es como si fuera tu hermano, tú lo aprecias y yo también, yo lo quiero por el simple hecho de que te hace feliz a ti.

El la rodeo con sus brazos

_ Gracias - dijo. _ y sí, me encantaría ponerle su nombre.

Ella sonrió. Lo abrazo también.

_Gracias por perdonarme. - cambió su voz y sus ojos se cristalizaron.

_ MI amor. - tomó su rostro entre sus manos. _todos nos equivocamos. Lo único que nos queda hacer cuando eso sucede es aprender de nuestros errores, si hacemos eso cualquier error habrá valido la pena ¿me entiendes?

Ella asintió. Lo amaba, él le traía paz y equilibrio a su vida, con sus palabras sabias, con su madurez, con su paciencia, con él encontraba la seguridad que pensó nunca encontrar en ningún hombre, todos le habían parecido tan infantiles y tan inmaduros, hasta que llegó el, todo fuerza, todo poder, todo amor.

_ Bésame - pidió recordando que una vez se prometió no pedirle un beso. Pero ahora, era su esposo de verdad, era suyo y lo amaba. El acarició su rostro con ternura, luego pasó su mano por detrás de su nuca acariciándola, la miró a los ojos perdiéndose en su mirada y la beso, un beso lento, suave, tierno, cargado de amor.

                             FIN

RESCATANDO TU CORAZÓN No.6️⃣//SERIE HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora