Rogelio se apartó del bullicio, miró a su alrededor, estaba satisfecho había entregado a su hija a un buen hombre, estaba seguro de ello, lo que nunca se imagino fue que su boda, fuera a ser punto de reunión de los más grandes líderes del crimen organizado de varias regiones, aunque por comentarios que se dejaban escuchar por ahí, se decía que el giro de sus actividades había cambiado, incluyendo a su ahora yerno Miguel y su jefe Lorenzo Maldonado, sin embargo el poder lo seguían teniendo y eso era bueno porque mantenían alejados a todos aquellos que quisieran apoderarse de esos territorios para convertirlos en lo que habían sido antes, en donde reinaba la inseguridad, el terror y el caos.
Ahora empezaba a sentirse el cambio, había relativa paz, los grupos criminales se dejaban ver cada vez menos por el lugar, y la gente respiraba aliviada.
Aun así, miró Rogelio a su alrededor, el lugar estaba blindado por la ocasión, hombres armados vigilaban de forma constante, no había lugar a donde no volteara y estuvieran cuando menos dos o tres hombres armados haciendo guardia.
_ Rogelio. - lo sobresalto una voz a sus espaldas. _ Nunca te di las gracias por salvarme la vida aquel día. - dijo deteniéndose a su lado.
_ Yo tampoco te di las gracias por salvarnos la vida, no una sino en varias ocasiones.
_ Estamos a mano. - dijo Miguel quitándole importancia. Todo ha sido tan rápido que no nos hemos sentado a hablar y no quiero marcharme sin que sepas que te agradezco el que no te opusieras a nuestra relación.
_ De haberlo hecho hubiese arruinado la vida de mi hija y preferiría morir antes que verla desdichada.
_ Y yo la hubiera dejado con tal de no verla sufrir por ustedes, pero al final de cuentas ella fue quien tomó la decisión.
Rogelio bajo la mirada, aún le dolía que ella hubiera escogido a Miguel, pero era lo lógico y era entendíble, era la ley de la vida, el sólo tenía que hacerse a un lado, aunque tuviera roto el corazón por dejar ir a su niña.
_ Sin embargo. - continuó Miguel. _quiero que sepas que hagamos lo que hagamos las puertas de nuestra casa siempre estarán abiertas para ustedes, aun no sé qué rumbo va a tomar mi vida porque las directrices las va a dar ella, aunque no lo sabe. - sonrió. _ por lo pronto como sabes vamos a regresar con Lorenzo después de nuestra luna de miel, pero si ella no se siente a gusto y desea regresar, nos estableceremos aquí, cerca de ustedes, lo que yo quiero preguntarte. - lo miró. _es, que si por alguna razón, yo necesito quedarme allá, ¿tu estarías dispuesto a salir de aquí e irte con nosotros?
Rogelio dudó, no esperaba la pregunta, pero sí se había planteado la idea de vender su amado rancho y buscar algo cerca de ellos, sobre todo porque su esposa no iba a soportar la soledad.
_ No tendrías que deshacerte de tu rancho. - continuó Miguel al notar su silencio. Se contrataría, a alguien de tu entera confianza para que lo administrara en tu ausencia, podrías ir y regresar cuando quisieras, tu solo supervisarías, y allá con nosotros también tendrías tu propio rancho, algo más pequeño pero independiente de nosotros, estarías cerca de ella y de tus nietos cuando lleguen.
_ ¿Y si no acepto? - dijo solo por decir, porque desde el momento en que se lo empezó a proponer ya había aceptado.
_ Entonces seremos nosotros los que nos tengamos que mover, solo que tendríamos que pasar tiempos lejos uno del otro porque siempre que Lorenzo me necesite, estaré con él apoyándolo y no pienso exponerla a ella llevándola de un lugar a otro.
_ Entonces acepto. - dijo él. _MI hija y mi esposa valen cualquier cambio que tenga que hacer en mi vida.
_ Gracias. - dijo el dándole un abrazo. _tienes razón, ellas valen cualquier cambio que uno haga.
Ambos sonrieron y se dirigieron de nuevo hacia la fiesta.
*****
Isabelle miro desde su lugar en la mesa de los novios, los invitados no eran muchos, básicamente por parte de ella eran sus padres y la gente que trabajaba para ellos, gente humilde y sencilla, en cambio por parte de Miguel, la cosa cambiaba, y aunque había mucha gente trabajadora, empleados tanto de Lorenzo como de Miguel, de sobre todos ellos, sobresalían aquellos hombres y mujeres que parecían sacados de la portada de una revista, todos grandes, poderosos, bien vestidos, pero contra todo pronósticos destilando sencillez, en ningún momento habían hecho menos a nadie, por el contrario, hablaban con todos y se mezclaban con todos los invitados, cuando se sentaron a la mesa ninguno tomó orden, podían estar en cualquier lugar, hablando con cualquier persona, y eso le agrado, porque ni siquiera las mujeres parecían sentirse superiores a nadie y vaya que si tenían motivos para sentirse, sus esposos eran lo mejor de lo mejor, en todos los sentidos.Miguel se los había presentado.
A Lorenzo ya lo conocía, pero a su esposa Sofía no, así que le fue presentada, luego conforme fueron llegando los fue conociendo: Santiago Moran, quien más la impresionó, porque a pesar de su fama, era un hombre de lo más sencillo, aunque la autoridad que emanaba de él era impresionante y como no, era sin duda el hombre más importante y poderoso de todos cuantos se encontraban ahí, y eso que ahí estaban lo mejor de lo mejor. Junto a él estaba su esposa Elizabeth una hermosa y dulce mujer que la cautivo con su sencillez y su amabilidad, no le sorprendió que su esposo solo tuviera ojos para ella. Luego le fueron presentados otros amigos de Miguel, Roberth y su pareja Lidia, Justin y Gloria una joven muy agradable que lo acompañaba, Gustavo y su esposa Lorena, Aureliano Montero con quien estaba trabajando Miguel muy de cerca, junto con Lorenzo en sus nuevos proyectos y su esposa Mariana, Damián el hermano de Santiago Moran y su esposa Laura, quienes sentían un aprecio muy especial por Miguel ya que decían que él les había salvado la vida, también Bruno, la mano derecha de Santiago y gran amigo de Miguel, todos ellos sin excepción se habían ganado su corazón, en ningún momento la habían hecho sentirse menos, por el contrario de inmediato la habían integrado a la conversación tanto que ella ya se sentía parte de ellas.
_ Me da gusto que ya tengas nuevas amigas. - susurro Miguel a su oído. _Solo espero no tener que competir con ellas por tu atención.
Ella rio divertida.
_ Jamás te cambiaría por nadie. - acarició su nuca provocativa. _ no creo que tú me lo permitas.
Él sonrió tomando con delicadeza su rostro, sus labios rozaron los suyos, ella respondió y el la besó con pasión, por fin era suya, su esposa, aquella mujer a quien había intentado rescatar en dos ocasiones y que al final de cuentas ella lo había rescatado a él, sacándolo de su oscuridad.
Ella lo rodeo con sus brazos, jamás se cansaría de dar gracias por haberse encontrado a ese maravilloso hombre, era lo único que tenía que agradecer a su tio, porque de no haber sido por él, jamás se hubiesen encontrado y ella seguiría perdida sin encontrar al hombre que la hiciera sentirse plena y feliz como él lo hacía, lo amaba y estaba deseosa de darle todo el amor del que él careció toda su vida.
_Te amo. - susurró a su oido provocándole.
El la beso de nuevo, se sentía feliz, siempre deseó formar su propia familia, pero dudaba el poder conseguirlo, sin embargo ahora lo sabía, estaba seguro de que al lado de ella lo lograría, además contaba con sus suegros, lo apoyaban y lo habían acogido como a un hijo más, por fin empezaba a vislumbrar lo que era formar parte de una verdadera familia, en donde predominaba el amor y no el odio y la indiferencia. Su corazón estaba pleno.
FIN
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RESCATANDO TU CORAZÓN No.6️⃣//SERIE HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceMiguel es un hombre rudo, de carácter fuerte, con un corazón solirario, el segundo al mando de Lorenzo Maldonado, un importante jefe del crimen organizado, el encargado de hacer que se cumplan las órdenes de éste, su vida gira en torno a la mafia, n...