CAPITULO 37 NO QUIERO PERDERTE

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Lorenzo había salido y Miguel sintió el frío de la soledad. Ese frío que atenazaba su corazón, ese frío que lo paralizaba y lo dejaba sin respirar, sin embargo, sabía que ahora no estaba solo, como siempre estaba Lorenzo en primera fila, que había dejado a su familia, a su gente, sus asuntos y estaba aquí con él, luego estaba Marcelo, que según le había comentado Lorenzo había estado afuera del hospital esperando noticias suyas, y también estaban sus hombres, aquellos que acababan de llegar con Lorenzo, aquellos que lo habían seguido desde el principio y los que estaban ahí en ese territorio al mando ahora de Marcelo, todos fieles, todos expectantes, deseando recibir buenas noticias, y todos con algo en común. Agradecimiento, si, agradecimiento, porque todos en algún punto de su existencia, habían recibido la ayudada por parte de Miguel, en una u otra área de sus vidas.

Él lo agradecía y lo hacía de corazón, porque sabía lo que era esperar los días, las semanas, los meses y que aquellos que deberían estar a su lado apoyándolo no lo hicieran, sin embargo, quienes no tenían por qué hacerlo, permanecían al pie del cañón.

A través de Lorenzo les había hecho saber su agradecimiento, sin embargo, había una visita que anhelaba con toda su alma.

Cuando fue rescatado le pareció escucharla, pero debió haber sido producto de su imaginación, porque ¿qué hubiera estado haciendo ella, ahí, en ese lugar, en ese momento? Era algo imposible, sin embargo, le había parecido tan real, que tenía esa sensación de que de un momento a otro aparecería por esa puerta.

Con cansancio cerró sus ojos y la primera imagen que acudió a su mente fue ella, Isabelle, su esposa.

Abrió los ojos, pero la imagen no desapareció, ahí estaba ella delante de él, mirándolo estática, sin saber qué hacer.

El extendió su mano invitándola a acercarse. Ella la tomó y se dejó llevar.

_ ¡Estás bien! - dijo con un nudo en la garganta, mirando su estado.

_ Aún estoy con vida. - dijo tratando de sonreír.

_ Pensé que morías. - dijo ella sin poder contener más el llanto.

El la abrazó con ternura.

_ Todo está bien pequeña. - susurro a su oído con voz ronca debido a su garganta irritada por el humo inhalado. _ Aún estoy aquí.

_ No quiero perderte. - se aferró a él. Mi vida no tiene sentido si no estás conmigo. Te necesito. - dijo entre sollozos.

El aspiro su aroma, no soltó su abrazo, le parecía imposible que ella estuviera ahí y que no lo estuviera rechazando.

_ Hace poco me preguntaste si dejaría, a mis padres. - volvió a hablar. _sí, si los dejaría, - dijo entre sollozos. _quiero estar en donde tú estés.

El tomo su rostro con delicadeza, sus manos ásperas contrastaban con la ternura con la que la tocaba, acercó su rostro y la besó. Fue un beso suave delicado y a la vez lleno de pasión.

_Te amo. - dijo mirándola a los ojos, quiero que estemos juntos, quiero que ese matrimonio que solo es de nombre, se convierta en real, quiero casarme contigo, ¿aceptarías a, este hombre imperfecto, quebrado, con todas las fallas y defectos del mundo, pero que promete amarte como nadie jamás lo ha hecho, cuidarte y cuidar de los tuyos y dar su propia vida si es necesario?

_ Si, si acepto - lo abrazo de nuevo, estaba llorando, lloraba de alegría, de felicidad, había muchos obstáculos que sortear, pero ya lo harían poco a poco. Ahora, solo quería estar en sus brazos, disfrutando de su calor, de su cercanía, de sus brazos, esos brazos que, aunque lastimados, aun así, le brindaban protección.

_Te amo - dijo ella acercando de nuevo su rostro y se fundieron en otro beso apasionado, pero cargado de ternura. Así era él, su hombre, fuerte como un roble y aunque quebrantado, se levantaba una y otra vez, imposible de vencer. Así  lo adoraba.

*****
_ Solo dame unos días. - dijo Miguel a Lorenzo. Hacía una semana que había llegado para estar con él  y ya se regresaba.

_ Nadie te está apurando. - dijo. _tomate tu tiempo y sobre todo piensa bien lo que quieres hacer, no me gustaría que tomaras la decisión incorrecta.

_ De una o de otra forma tengo que regresar. - dijo. _tengo una deuda contigo, aunque no sé qué te voy a devolver, ni siquiera se si quedó algo de la camioneta.

_ Que sea mi regalo de bodas. - sonrió. Ambos sabían que la camioneta no importaba, tenían muchas de donde escoger. _lo único que me importa es que seas feliz.

Se abrazaron despidiéndose.

_ Sea cual sea tu decisión. - dijo Lorenzo. _espero que nos veamos pronto. - palmeo su espalda, luego subió a su camioneta y emprendió la marcha.

Miguel miro como se alejaba el convoy cuatro vehículos en total, dos por delante de él y uno por detrás. Él no quería, sentirlo como un adiós, pero precisamente eso era, aunque estuvieran juntos de nuevo, sus intereses estaban cambiando, Lorenzo con su familia y si se daba, él con la suya.

Un sentimiento agradable se formó en su pecho al pensar en ello, pero a la vez la ansiedad se apoderó de él. Se preguntó si de verdad sería capaz de formar una familia, si sería capaz de amar a sus hijos, no quería, ser como sus padres, prefería irse y dejar todo por la paz, pero estaba seguro de que Isabelle no era como su madre, y él podría aprender de ella.

En secreto había admirado a su familia, ellos se amaban, se protegían, Rogelio había demostrado que daría su vida por defender a su hija, se había puesto a las patadas con alguien superior a él, sabiendo que podía haber muerto, y si otros tiempos fueran quizás así hubiese sido, porque él no permitía que nadie le pusiera la mano encima sin atenerse a las consecuencias. Pero él no podía castigar a quien estaba defendiendo a su chica, aunque fuera contra él mismo.

_ la observo venir a lo lejos. Estaban en la casa de Lorenzo, en donde él se estaba recuperando. Aún le dolían las cosillas y usaba muletas para caminar, pero estaba feliz.

_ ¿Tú también te iras pronto? - preguntó ella con tristeza.

_ En cuanto pueda dejar esto. - señaló las muletas. _tengo asuntos pendientes, muchas decisiones que tomar y muchos planes por realizar.

_ ¿Estoy incluida en esos planes? - preguntó con aprehensión.

_ Tú eres mi plan principal. - la atrajo hacia sí. _ de ti dependen todos mis demás planes y mis decisiones la besó con ternura. Ella respondió rodeándolo con sus brazos.

A lo lejos unos ojos cargados de lágrimas observaban la escena.

Rogelio y su mujer los veían llenos de esperanza,

Su más grande temor había sido siempre, en manos de quien quedaría su hija. En ese lugar no había muchos candidatos aceptables, la mayoría eran gente perteneciente a algún grupo del crimen organizado, los pocos que había con algún trabajo decente o eran muy grandes para ella o ya estaban comprometidos, los demás no valían la pena y sobre todo siempre estaba el temor constante de que a algún rufián se le ocurriera que la quería y se la arrebatara a la fuerza como sucedía a menudo.

Ahora daba gracias de que hubiera sido Miguel, que, aunque al principio lo hubiese rechazado, ahora lo conocía, sabía que dentro o fuera del crimen organizado daría su vida por su hija, y la haría feliz, eso era suficiente para él.

NOTA:
Hola, estamos llegando a la recta final. No se pierdan el último capítulo.

Gracias por seguir con la historia.  Saludos.

RESCATANDO TU CORAZÓN No.6️⃣//SERIE HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora