CAPÍTULO 32 CASTIGO

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Miguel se quedó a una distancia prudente de aquellos chicos, a una orden suya todo comenzó. El solo los miraba.

Ambos se quedaron atónitos cuando empezaron a escuchar lo que sucedía al interior de una de las secciones de la bodega, justo a donde se habían llevado a las mujeres, las paredes eran tan delgadas que se escuchaba todo y ellos se removieron angustiados al escuchar los gritos y el llanto de su madre y hermana pidiendo que se detuvieran, se escuchaba el forcejeo y cosas cayendo.

_ ¡Por favor basta! - gritó Pedro al borde de la locura. Su hermano sólo lloraba. _ ¡déjalas por favor! - suplicó a Miguel que los miraba impasible. _ ¡Mátame a mí!, ¡hazme lo que quieras, pero déjalas a ellas! - grito con desesperación. _ ¡ellas no tienen la culpa de lo que nosotros hicimos!

_ Mi gente tampoco tenía la culpa. - fue la respuesta de Miguel. _eso es lo que ustedes le pensaban hacer a mi esposa. - dijo con desprecio. Así que disfrútenlo. - salió del lugar.

Los chicos no supieron cuánto tiempo duró el suplicio, pero para ellos fue una eternidad, ambos preferían haber muerto que tener que escuchar lo que esa gente hacía con sus seres más queridos y ellos no poder hacer nada. José lloraba como un niño, estaba aterrado sabiendo que era su culpa lo que ellas estaban pasando y deseaba nunca haber pensado siquiera en hacer lo que había hecho.

Pedro luchaba con desesperación, sus manos empezaban a sangrar por la fuerza con que tiraba de ellas para liberarse y correr en auxilio de su madre y de su hermana, no podía soportar más, no podía escucharlas un minuto más y no volverse loco, lo peor era pensar que él era como esos hombres que en ese momento odiaba y que mataría si tuviera la oportunidad, él hubiera hecho lo mismo con aquella chica que también era la hija de alguien, quizás la hermana de alguien, la pareja de alguien, alguien como él que hubiera sufrido lo que él estaba sufriendo y se arrepentía con toda su alma y si pudiera cambiaría, lo cambiaría todo, pero no podía y ahora sólo deseaba que todo terminara y que Miguel disparará su arma contra ellos, porque de ninguna manera podría seguir viviendo con la culpa, sabiendo que había destrozado las vidas de su madre y de su hermana y que jamás volverían a ser las mismas si es que sobrevivían como había dicho Miguel.

Después de una eternidad observo como Miguel regresaba.

Adentro ya solo se escuchaban lamentos y sollozos.

_ Llévenselos. - ordenó Miguel y traigan al otro. _ luego nos vemos. - dijo cuando iban saliendo. _esto aún no ha terminado. - sentenció.

Ambos desearon que lo siguiente que les esperara fuera la muerte.

*****
Manuel fue llevado ante Miguel, quien ordenó que lo ataran al igual que sus compañeros, luego dio la orden de que empezaran. El esperaba que lo torturaran, que hicieran pasar a su hermana para que lo presenciara y hacerlos sufrir a ambos, pero nunca se imaginó lo que vino a continuación, varios hombres se estaban aprovechando de su hermana, la escuchaba gritar y llorar suplicando, y los escuchaba a ellos reír y hablar con palabras sucias, a su hermana a aquella hermosa jovencita que el había jurado cuidar contra todo y contra todos a la muerte de su padre, a ella que era limpia e inocente.

_ ¡Por favor! - gritó desesperado. ¡Por favor déjala! ¡Pagaré con mi vida! ¡Mátame a mí!

_ ¿No ibas, a hacer eso con mi chica? - preguntó Miguel impasible.

_ Yo... No sabía... No pensé... - se derrumbó. - nunca se imaginó que las cosas fueran así, que en un momento de locura, se pudiera tomar una decisión que pudiera cambiar su vida de tal forma y que luego no pudiera hacer nada por cambiar lo que habías hecho y menos las consecuencias, todo había sido al calor de las copas, porque en ese momento se sentían fuertes, valientes, invendibles porque estaban armados y pertenecían a un grupo delictivo que prometía darles poder y riqueza, porque sus hormonas estaban alborotada y pensaron que era fácil sin llegar a pensar lo que eso significaba para, aquellos a quienes atacaron. Ahora lo sabía y lo había descubierto de la peor manera.

Los gritos de su hermana lo volvieron a la realidad, se iba a volver loco si eso no paraba, no podía soportar saber lo que le estaban haciendo y él a unos pasos de ella sin poder hacer nada.

_ ¡Te lo ruego! - suplicó. _por quien más quieras, en esta vida, detenlos. - gritó desesperado al escuchar los gritos de ella.

_ Precisamente, por quien más quiero en esta vida, es por quien estoy haciendo esto, ustedes pensaban lastimarla, ¿qué diferencia hay entre tu hermana y mi esposa? ¿Que la hace mejor a ella?

_ ¡Perdóname! - gritó al borde del colapso. _ ¡por favor no le hagan más daño! _ ¡déjenla! - exclamó jalándose con tanta fuerza, que su hombro se dislocó, el dolor era atroz, pero era peor el que sentía en el alma al escuchar a su hermana. _ ¡detenlos! - volvió a suplicar a gritos. _ ¡Haré lo que quieras! ¡Hazme a mí lo que quieras! ¡Maldita sea! - se derrumbó abatido sabía que nada pararía a esos hombres y aun que lo hicieran en ese momento, su hermana ya había sufrido, ya había pagado por lo que él había hecho. No pudo contenerse y lloro a gritos, su alma estaba destrozada, como seguramente estaría el frágil cuerpo de su querida hermanita. Si el sobrevivía a esto estaba seguro de que no podría con la culpa, preferiría darse un tiro que volver a verla a la cara, si es que ella también sobrevivía.

Entre brumas escucho la voz de Miguel parando todo. <<ya para que>> pensó, el daño ya estaba hecho, nada podía reparar el daño a su princesa. Las lágrimas corrían por su rostro, el siempre se había considerado un hombre fuerte y valiente, pero ahora, estaba quebrado.

Sintió como lo desataban y él, como un muñeco de trapo se dobló, se dio cuenta de que su hermana ya no se escuchaba y quiso incorporarse para correr a su lado, pero esos hombres se lo impidieron.

Miguel se acercó a él y mientras dos de sus hombres lo detenían, él tomó su brazo dislocado y jaló con fuerza acomodándolo.

El pegó un grito de dolor, pero éste desapareció de inmediato, dejando una leve molestia en el hombro.

Debería de estar agradecido, pero no lo estaba, lo único que deseaba era morir, sin embargo, Miguel ordenó que los llevarán de nuevo a la casa en donde los habían mantenido, había dejado claro que aún no terminaba con ellos.

RESCATANDO TU CORAZÓN No.6️⃣//SERIE HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora