CAPÍTULO 15 ¿PUEDO IR CONTIGO?

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Era pasada la media noche cuando Miguel regresó al interior de la casa.

Se dirigió hacia su recamara y abrió la puerta, la luz estaba encendida y sobre su cama Isabelle permanecía dormida.

Lo había estado esperando y el sueño la había vencido.

Dudó si despertarla, acomodarse junto a ella o salir de ahí y quedarse en otra habitación.

Por fin decidió salir, cuando abrió de nuevo la puerta escucho su voz adormilada.

_ ¡Miguel! - lo llamó.

Él se regresó, Isabelle ya se había incorporado.

_ Te estuve esperando. - dijo mirándolo consternada porque la hubiese encontrado en su recamara.

_ Lo siento. - dijo él. _se me hizo tarde.

_ Necesitaba darte las gracias. - se acercó a él.

_ Solo cumplí mi palabra. - intentó quitarle importancia.

_ ¿sólo cumpliste tu palabra? - lo miró incrédula. _ ¡me salvaste la vida! ¡Rescataste a mis padres! - lo abrazó con fuerza.

_ ¡Isabelle! - la apartó con delicadeza. _esto aún no termina. Mientras tu tío ande por ahí, ustedes no están cien por ciento seguros.

_ Tú lo resolverás. ¿Verdad? - su mirada era la misma que años atrás cuando aquella niña depositó toda, su confianza en él, sin saber que él era el enemigo.

No pudo resistirse, la abrazo, la abrazó con desesperación, no deseaba que escapara de sus brazos, pero no quería trastocar su mundo, ella vivía feliz, en paz, a su lado no le esperaría nada bueno, eso sí ella lo aceptaba después de saber quién era en realidad, en varias ocasiones le había expresado su desprecio hacia la gente como él, como Lorenzo.

Ella se había acomodado entre sus fuertes brazos y él no deseaba dejarla escapar, pero tendría que hacerlo, en todos los sentidos.

_ Vamos a descansar. - aflojó su abrazo. _ en unas horas tengo que salir.

_ ¿te vas de nuevo? - lo miró con desolación. _ ¿puedo ir contigo?

_ Es peligroso. - la miró indeciso. En sus planes originales había pensado llevarla consigo, pero ahora lo dudaba, no quería exponerla.

_ Tú me cuidarás. - respondió ella segura.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, ella confiaba ciegamente en él ¿y si le fallaba? ¿Y si salía lastimada?

Iba a decir que no.

_ ¡Por favor! - suplicó

_ Ni siquiera sabes a donde voy o a que voy.

_ No necesito saberlo. - levanto su rostro para mirarlo.

_ ¿Prometes no asustarte de lo que veas y escuches? - acarició su rostro con delicadeza.

_ Lo prometo. - dijo sonrojada ante las sensaciones que esa caricia y su proximidad producían en ella.

_ Solo vas a fingir y a seguirme el juego. - su mirada se había vuelto oscura. Deseaba besarla y llevarla consigo a la cama, sabía que ella lo seguiría sin protestar, pero sería una canallada, sobre todo si ella no sabía con quien se estaba yendo en realidad.

Si algún día, se atrevía, a declararse tendría, que ser cuando ella fuera consciente de a que o a quien se enfrentaba y que pudiera decidir qué es lo que en realidad deseaba para su vida, ahora era muy joven y el muy grande, él ya había vivido mucho y ella apenas empezaba, tenía que cuidar de ella, no destruirla.

_Es hora de dormir. - la separó con un tierno beso en la frente.

_ Déjame quedarme contigo. - suplicó. _ solo dormiremos

Él se pasó las manos por entre el cabello desordenándolo, no le podía decir que no.

Sería una muy larga noche.

*****
Era de madrugada, afuera aún se veía oscuro, Isabelle se acomodó entre sus brazos en la parte trasera de la camioneta, mientras Marcelo uno de los hombres de Miguel manejaba. Varias camionetas los acompañaban unas adelante y otras detrás.

Ella se quedó dormida, mientras él estaba al cien por ciento y aunque no había dormido en toda la noche, la adrenalina que circulaba por su cuerpo lo mantenía alerta, lo iba a necesitar.

Cuando llegaron, miró varias camionetas estacionadas ya en su lugar, todos estaban ahí. Era la parte trasera, cuando su invitado principal llegara lo haría por el frente y sólo vería los vehículos de uno de ellos, de Julio.

_ Voy a entrar. - dijo Miguel. _necesito que esperes aquí, por favor no vayas a cometer una locura, no importa que escuches, si yo no salgo vas a obedecer las órdenes de Marcelo. ¿de acuerdo?

Ella asintió, aunque no entendía por qué la dejaba.

Lo miró perderse en aquella enorme bodega.

Miguel caminó con paso firme, había entrado por la parte trasera, del edificio, al frente cerca de la puerta de entrada se hallaban varios hombres alrededor de una mesa improvisada, la vigilancia era extrema, de haber sido cualquier otra persona esos hombres armados que vigilaban a sus jefes ya lo hubieran sometido y lo estuvieran revisando para buscar armas, pero en lugar de eso le abrieron camino, los hombres sentados a la mesa se pusieron de pie para recibirlo.

Miguel los miró, eran tres, David, Mario y Julio.

_No entiendo el propósito de citarnos aquí. - dijo David.

Mario asintió haciéndose la misma pregunta.

Julio era el único que sabía a ciencia cierta el propósito. Aún recordaba la llamada que había recibido el día anterior de nada más y nada menos que de la mano derecha de Lorenzo Maldonado. Ya una vez se había equivocado al ponerse en su contra por ayudar a su amigo Felipe Romero y todo había salido terriblemente mal, en ese entonces había dado gracias de que les hubieran perdonado la vida y de que no tomaran represalias contra ellos, así que ahora sin dudarlo había cedido a su petición de que pidiera a Roque cambiar sus planes y entregarle a la chica al día siguiente citándolo en ese lugar y a esa hora. No entendía como se había enterado del trato que ellos habían hecho, Incluso Miguel había aportado la diferencia de lo que había pagado por ella.

_Ya lo entenderán. - dijo Miguel. _a su tiempo. Por lo pronto vean y escuchen, luego tendrán su oportunidad. Yo me retiro, nos vemos en un momento. - dijo y regresó por donde había venido.

David y Mario fueron Conducidos hacia una cabina cercana a donde habían estado antes, la cual estaba junto a la entrada, y desde donde seguramente se controlaba el acceso y la seguridad del local, ahí tomaron asiento y se dispusieron a esperar.

RESCATANDO TU CORAZÓN No.6️⃣//SERIE HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora