CAPÍTULO 21 CONFRONTACIÓN

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Isabelle despertó sobresaltada, le había parecido escuchar un ruido, miró a su alrededor, todo era oscuridad, seguramente había estado soñando, de pronto sintió el aire frío que se colaba por la ventana, que raro que se hubiese abierto, estaba segura de haberla cerrado antes de acostarse.

Se levantó y se acercó para cerrarla, una vez lo hizo, se dirigió hacia su cama de nuevo, pero no logró llegar, unos fuertes brazos la rodearon inmovilizándola, quiso gritar, pero su boca ya había sido tapada, asustada luchó por soltarse, pero él era más fuerte que ella, las lágrimas pugnaron por salir, estaba asustada, seguro era su tío Roque que había vuelto y Miguel ya no estaba para salvarla. Era tanta, su ansiedad que le pareció aspirar su aroma, seguro estaba alucinando, intentó de nuevo soltarse.

_Sssh tranquila, soy yo - escuchó una voz conocida. - te voy a soltar, pero por favor, no grites. ¿Me lo prometes?

Ella asintió y él fue aflojando su agarre poco a poco dejando libre su boca.

Ella permaneció quieta, estaba en shock. Lo tenía ahí enfrente y no sabía si abrazarlo del gusto que le daba o correrlo y sacarlo de su vida en ese mismo instante, tenía miedo de lo que él le dijera, de que le confirmara lo que su padre le había dicho, porque en realidad no sabía cuál sería su reacción, no estaba segura de que haría en consecuencia.

Él también se quedó estático, por primera vez no sabía que paso dar, deseaba con toda su alma tomarla en sus brazos y besar sus delicados labios, o pedirle perdón, o simplemente salir y regresar por donde había venido.

Por fin ganó su primera opción.

La abrazó de nuevo y para su sorpresa ella no se resistió. Lo rodeo con sus delicados brazos y se fundieron en un apasionado beso.

Por fin se separaron.

_tenemos que hablar. - susurró él en su oído.

_ Sí, pero no aquí. - dijo ella separándose y buscando ya algo abrigador que ponerse. _ no quiero que mi padre se despierte y tengas problemas.

Él la ayudo a salir por la ventana después de encontrarse afuera, luego la siguió.

*****
Ella lo condujo hacia el interior de una de las muchas edificaciones que tenía su padre por el rancho, era un lugar de almacenaje y ella lo llevó hasta un pequeño cuarto que cumplía las funciones de oficina, demasiado rústico, demasiado sencillo pero en su interior había una pequeña mesa y algunas sillas.

Una vez adentro, en lugar de tomar asiento, él se paró frente a ella.

_Debes de tener muchas preguntas. - la miró a los ojos.

Ella asintió, no sabía por dónde empezar, lo único que deseaba era, que él la abrazara y que le dijera que todo era una equivocación, pero por su expresión supo que eso no sucedería.

_ Me mentiste. - dijo ella abrazándose a sí misma.

_ ¡NO! - se acercó a ella tomándola por los hombros. _ yo no te dije quién era, pero tampoco fingí ser lo que no. Solo prometí ayudarte en tu problema y fue lo que hice.

_ Entonces ¿es verdad? - lo miró con sus ojos cristalizados, la desilusión se reflejaba en ellos.

_ No me voy a justificar, tu padre te dijo la verdad, mi jefe es Lorenzo Maldonado, supongo que has oído hablar de él.

<<Claro que había oído hablar de él>> pensó ella, ¿quién no había oído hablar de él? De él y de su inseparable compañero Miguel de la Fuente.

_ ¡Tú! - lo miró con sorpresa. _tu eres Miguel... ese Miguel.

El asintió.

_ Yo soy su segundo al mando. - dijo sintiendo como su corazón se comprimía al ver el rostro asustado de ella.

Quiso acercarse, pero ella dio un paso atrás.

_ ¡Por favor! - la miró con súplica. _dame la oportunidad de explicarme.

_ ¿Qué vas a explicar? - lo miró acusadora. ¿Acaso no eres él? ¿No eres el matón que se dice de ti? ¿No eres el que hace el trabajo sucio de tu jefe? ¿No eres un mafioso? ¿Un delincuente que trabaja fuera de la ley? ¿Haciendo daño a los demás?

_ ¡Isabelle! - bajó la mirada tratando de acercarse de nuevo, solo para volver a recibir su rechazo.

_ ¿Me lo vas a negar? - lo desafió acusadora.

_ ¡No! - dijo por fin él, levantando la mirada. _aunque quisiera no te lo puedo negar, pero quiero que escuches al hombre que soy, no al delincuente.

_ ¿Y qué puede decirme el hombre que eres, si al final de cuentas son el mismo? - dijo con desprecio.

Él la miró, su rostro se había vuelto duro e inexpresivo, ella no lo perdonaría y él no podía seguir ahí frente a ella observando como lo condenaba, no importaba que le dijera, para ella seguiría siendo un delincuente desalmado, aunque él estaba saliendo de eso.

_ Tienes razón. - dijo con la frente en alto, no me enorgullece lo que he sido, no puedo cambiar mi pasado, aunque quisiera, pero, aunque no lo creas intento cambiar mi futuro y en vista de que no puedo cambiar la opinión que tienes de mí, te deseo lo mejor.

La abrazó tomándola por sorpresa, luego le robó un beso tierno y fugaz, para después salir del lugar sin volver la vista atrás.

Tuvieron que pasar varios minutos antes de que ella reaccionara, se había quedado clavada en el piso, sin poder pensar, ni actuar, él se estaba yendo y ella no quería que lo hiciera, salió corriendo al exterior, pero ya no estaba, observó en todas direcciones, pero había desaparecido, quiso gritar su nombre, pero despertaría a todos y no era bueno ni para ella, ni para él, si alguien lo encontraba podría hasta morir.

Con el corazón destrozado regreso a su habitación, estaba triste y confundida, ella no le había dado oportunidad, después de todo, delincuente o no, él no había hecho más que ayudarla, incluso en aquella ocasión cuando era una niña, y aunque había causado problemas al principio, había cumplido su palabra y no les volvieron a hacer daño, ahora sabía que había sido obra de él, ¿cómo entonces lo había dejado marcharse? Cuando menos por eso debió de darle el beneficio de la duda, pero ¿cuál duda? Si él había reconocido ser todo lo que se decía de él, aún así lo amaba, porque a pesar de todo había conocido otra faceta de él que no se acercaba siquiera, a lo que en realidad era, ¿o está era su verdadera personalidad?

Ya no importaba, él se había marchado, y se había marchado ofendido, y no podía ir detrás de él, porque lastimaría a sus padres y tampoco podía hacerlo, los amaba demasiado.

Abatida se dejó caer en su cama y derramó las lágrimas que había contenido.

*****
Miguel salió de ese rancho lo más rápido que le fue posible, se sentía, abatido, ella ni siquiera lo había escuchado, aunque tenía, razón, ¿de qué forma se iba a justificar? Lo que había sido ya lo había sido y nada cambiaba eso, pero al menos le hubiera podido decir que estaba dejando esa vida atrás, que la amaba y que deseaba incluirla en su nueva vida, pero eso ya no se daría.

Se detuvo por un momento, estaba manejando sin rumbo fijo, no tenía ningún plan, ninguna meta, podía volver con Lorenzo, pero aún no quería hacerlo, no en esas condiciones. No lo pensó más y se adentró al corazón de la sierra.

RESCATANDO TU CORAZÓN No.6️⃣//SERIE HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora