CAPÍTULO 19 REGRESANDO A CASA

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El día transcurrió sin contratiempo, afuera, los hombres armados seguían en sus puestos, adentro Isabelle no había querido salir de su recamara, su madre intentaba entender y tener calma y su padre, él estaba como león enjaulado, nada lo tranquilizaba, por momentos se sentía seguro de hacer frente a Miguel cuando regresara y por momentos le entraba la angustia ¿cómo iba a poder contra el segundo más grande de toda esa, región? Seguro solo volvería para cobrarse lo que le había hecho y matarlos a todos. ¿Cómo resolver eso? Simplemente no podía.

La tarde empezaba a caer, cuando desde el interior se empezó a escuchar movimiento en la parte exterior de la casa, Rogelio se asomó a la ventana y miro como los hombres se movían de sus puestos, subiendo a las camionetas, las cuales eran puestas en marcha, todas se empezaron a alinear para partir, luego unos golpes a la puerta lo sobresaltaron.

Antes de que alguien diera el pase, Marcelo, junto con dos hombres más se introdujeron a la casa.

_ Hora de irnos. - fue lo único que dijo. _ trae a tu hija. - ordenó ya que no estaba a la vista.

_ ¿A dónde nos llevan? - interrogo con aprehensión.

_ Cállate y obedece - dijo Marcelo con voz dura. _si no quieres que te ate, te amordace, y te aviente a la parte trasera de una de las camionetas.

Rogelio obedeció enseguida, momentos después salía con Isabelle quien miraba con extrañeza lo que sucedía, su rostro y sus ojos se veían enrojecidos de tanto llorar, pero no dijo nada, solo obedeció las órdenes y salieron de la casa.

El tiempo pasó con rapidez, Rogelio miraba hacia el frente del camino, la oscuridad no le permitía ver gran cosa más que la carretera, aun así, empezó a reconocer el lugar, no lo podía creer, estaban siendo trasladados a su rancho, ese era su castigo, ser entregados de nuevo a su hermano. No dijo nada, su esposa y su hija habían caído rendidas por el agotamiento, pero ¿cómo les explicaría cuando despertaran? ¿Cómo les diría que por su insensatez volvían a estar en peligro de muerte? Él era un hombre recio, valiente, pocas cosas lo doblegaban, pero ahora se sentía inútil, fracasado, sintió ganas de llorar.

Cuando las camionetas pararon enfrente de su casa Rogelio miro con desesperanza a su alrededor, Isabelle y su madre habían despertado y ahora eran urgidos para que bajaran.

_ Los dejo en su casa. - dijo Marcelo. Todo es seguro, mis hombres se aseguraron de que así sea, durante dos días van a permanecer vigilando, si ven hombres armados son ellos, no les harán daño, luego se marcharán.

_ ¿Y Miguel? - preguntó Isabelle. No se resignaba a no saber nada más de él, después de todo lo que habían pasado juntos.

_ No creo que lo vuelvan a ver. - dijo. _den gracias por ello, después de todo es un criminal. - miró a Rogelio.

El solo bajo la mirada, se había equivocado con respecto a él, y lo lamentaba, había tenido mucho tiempo para analizar todo lo dicho por Marcelo y ahora entendía y se arrepentía de haber juzgado a ese hombre, desde siempre solo había cuidado de ellos y él hasta ahora lo entendía.

Demasiado tarde.

*****
_ No entiendo que sucedió. - dijo la madre de Isabel dos días después cuando los tres, estaban a la mesa cenando. _ ¿porque de pronto Roque dejó de molestarnos? ¿porque se fue? ¿y en donde está ahora?

_ Miguel se encargó de alejarlo de nosotros. - contesto Isabelle sin pensarlo.

_ ¿Cómo sabes eso? - la miró su padre sorprendido.

_ El me lo dijo cuándo me llevó a desayunar. - no era completamente falso, pero no les diría que ella había estado presente cuando su tío Roque fue puesto en su lugar por Miguel y entregado a esos líderes del crimen organizado que, querían vengarse de él, tampoco les dijo que ella y Miguel se habían casado, de todas formas ya que importaba, él se había marchado, la había dejado, aunque claro, antes había cumplido su promesa, como la había cumplido años atrás, porque ciertamente después de aquello nadie volvió por el rancho a molestarlos ni al mes siguiente, ni ningún otro. Alguien que hacía eso no podía ser malo ¿o sí?

Sus ojos se cristalizaron.

_ Hija. - llamó su atención su padre. ¿Lo quieres?

_ Eso ya no importa. - dijo ella conteniendo el llanto. Él se fue

Rogelio miro como siguió comiendo aún sin ganas, se estaba haciendo la fuerte, pero él la conocía y esa no era su niña. Estaba destrozada.

*****
_ ¡Miguel! - se acercó Marcelo. - ¿qué sucede contigo?

El dejo a un lado el hacha con la que estaba partiendo un tronco para hacer leña, algo a todas luces innecesario, no había escases de leña.

_ ¿Por qué tenía que suceder algo? - lo miró advirtiéndole que no se metiera con su vida privada.

_ ¿Porque no vas por ella? - ignoró su advertencia, lo conocía demasiado bien, aunque Miguel no se lo hubiera pedido, en el pasado en muchas ocasiones él había ocupado las funciones de su padre, guiándolo o aconsejándolo, incluso tendiéndole la mano en aquellos tiempos tan difíciles en que su familia prácticamente lo ignoro, cuando pensaban que nunca se recuperaría, ni volvería, a ser el mismo, pensaron que ya no les servía, pero se levantó, resurgió de la nada contra todo pronóstico y les demostró que era un hombre fuerte, valiente, grande, leal y que en su corazón aún había amor y perdón.

_ No comprendo. - dijo tratando de eludirlo.

_ Nada más mírate. - se acercó a él.
_ andas como alma en pena, si la chica no te importara, ya no estarías aquí, ¿qué te ata? ¿EL trabajo? Las cosas marchan bien con tu presencia o sin tu presencia, además Lorenzo ha dicho que te quiere de regreso, en otro tiempo ya hubieras corrido a su lado. ¿Me equivoco?

No, no se equivocaba, Marcelo lo conocía demasiado bien, él lo consideraba como un padre, más que un padre, él había sido su apoyo en los tiempos difíciles cuando nadie más que Lorenzo y él le tendieron la mano y no lo dejaron solo.

Ahora él conocía su secreto y no lo podía negar, porque era cierto, si no fuera por ella, ya estaría al lado de Lorenzo, de hecho, había emprendido el viaje de regreso, pero a medio camino se había, detenido, se dio cuenta de que su vida ya no tenía sentido si ella no estaba a su lado.

Había dado la media vuelta y se había regresado, pero al llegar de nuevo a su casa, se sintió vacío, fuera de lugar, entonces había salido de ahí para no recordarla y se había, quedado en la casa de Lorenzo, en donde el entraba y salía como si fuera suya y lo era, ahí tenía una habitación disponible que usaba cuando quería, Lorenzo siempre decía, que lo suyo era de él y lo de él suyo y era verdad, así vivían, sobre todo después de la muerte de sus familias.

_ Yo que tú iría por ella - dijo Marcelo palmeando su espalda dispuesto a marcharse. _ ¿qué puedes perder?

El asintió con una sonrisa triste, dejándolo ir.

¿Que qué podía perder? Todo, su padre era su principal opositor y ella, ¿cómo lo recibiría después de que su padre le hubiese dicho la clase de persona que él era? Estaría quizás asustada, enojada, decepcionada, furiosa por el engaño, prefería no averiguarlo, pero tampoco podía irse y dejar las cosas así, tenía que hablar con ella y afrontar las consecuencias de sus actos, tenía que, por lo menos intentarlo, pero ¿cuándo? Se sentía como un cobarde, sin embargo, mientras no la enfrentara y no le dijera su desprecio en su cara, tenía la esperanza de que lo perdonara, en esta ocasión sí que era un cobarde.

RESCATANDO TU CORAZÓN No.6️⃣//SERIE HOMBRES DE LA SIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora