La oficina

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Connor.

Corrí en dirección a la puerta del director, algunas personas me estaban mirando pero no me importó. El plan había comenzado y teníamos que descubrir lo que pasó ese día en el que encontraron a Sofía muerta.

Me detuve a unos metros de la puerta y saqué mi teléfono, al parecer no había nadie por el pasillo. La única hora libre de la semana que tenemos es hoy así que teníamos que aprovechar cada minuto.

La secretaria salió de la oficina con un rostro de enfado total, su labial estaba corrido y la falda un poco más alta de lo normal. Me dirigió una mirada de confusión pero tal vez recordó que estoy en mi hora libre así que se fué, el sonido de sus tacones resonando en el piso de madera obscura.

Segundos después el director Mauricio salió de la oficina.

Ajustó su corbata y parecía algo acelerado, también tenía lápiz labial en su mejilla pero decidí ignorarlo, luego le contaría ésto a Adeline; con las llaves en sus manos cerró la puerta y las dejo en su bolsillo casi sobresalientes.

Caminé en su dirección y el rapidamente en la mía, con cuidado tomé las llaves de su bolsillo y las apreté con fuerza para que no hicieran ruido. No fue sino hasta que desapareció por el pasillo que introduje la correcta en su cerradura, sólo habían tres así que no tuve que esforzarme demasiado.

Entré al lugar y todo estaba como la última vez, los muebles, la mesita de cristal, la enorme estantería de libros. Enserio, es incluso exagerada, como si en vez de una pared hubieran libros.

Cerré la puerta sin pasador y caminé un poco alrededor de la habitación, colores oscuros y un escritorio de madera oscura también. Una laptop, lápices, bolígrafos, papeles regados... A simple vista parece una oficina normal.

La puerta se abrió lentamente y volteé, Adeline hacia todos sus movimientos en cámara lenta como si la fueran a descubrir, se veía graciosa.

Me acerqué en silencio mientras cerraba la puerta.

- ¿Nerviosa? - Pregunté y dió un salto.

- ¡Me asustaste, idiota! - Grito susurrando.

- ¿Lograste que desaparezca un buen rato? - Ella asintió y ajustó su reloj.

- Nos avisará cuando falten pocos minutos para que vuelva. - Sonreí - Tu busca por todo el lugar, yo trataré de revisar su escritorio.

- Hecho.

Inspeccioné todo el lugar atento a cualquier detalle, la estantería era gigante y los libros muy gordos. Decidí ignorarlos y pasé a los muebles, nada importante así que fuí al escritorio donde estaba Adeline.

- ¿Tuviste suerte? - Negó con el ceño fruncido.

- Tu busca aquí, Iré a ver esos libros.

Me quedé mirando los cajones, en algunos habían clips, ganchos para el cabello claramente de mujer y no creo que sea casualidad que ya haya visto ese tipo de prendas en cierta secretaria.

- ¡Encontré algo! - Fuí rápidamente hasta Adeline.

- ¿Qué cosa? - Ladeo la cabeza.

- Justo aquí. - Puso su dedo en un libro que al parecer era sobre ornitorrincos.

- ¿Te gustan los semiacuaticos? - Frunció el ceño.

- ¡No!, éste libro está junto con el de las Águilas y otras especies de aves.

Mi confusión fue aún más grande.

- Los ornitorrincos son mamíferos semiacuaticos, no tiene sentido que el libro esté en ese lugar. Y a juzgar por todo el orden compulsivo que tiene con el resto de sus libros, este está muy fuera de lugar.

Blood Dreams ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora