Bailar, es amar

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Derek.

La semana pasó sin avisar ni detenerse a recordar lo que hacías el día anterior, trabajos, actividades y además de todo las prácticas con Zoey. No ha renunciado a su idea de ganar ese absurdo premio; aunque ya se nota mucho que le está dedicando pasión al ballet, sigue siendo evidente que no lo ama, al menos no como Adeline.

- Otra vez. - De nuevo presioné el botón de play.

Constantemente desde el lunes decidimos venir por las noches al estudio a practicar, me he quedado en su habitación más veces de las normales pero me da igual. Es mejor que estar sólo en un enorme lugar como es mi hogar aquí en Nueva York.

Me dediqué a mirarla, su pequeño y delgado cuerpo es super atrayente a la hora de bailar ballet. Desarrolló la delicadeza de una pluma al caer, pero su mirada a veces se torna oscura, como si lo que hace no le gustara o se sintiera incómoda. Traté de aconsejarla pero solo recibí gritos de su parte, y luego de eso alguna que otra sesión de sexo descontrolado... Ahora que lo pienso, tal vez debería molestarla más seguido.

- ¡Maldicion! - Gritó golpeando el piso - Aún no me sale el salto y pirueta triple del final Derek. Voy a caerme mañana... - Susurró decepcionada y traté de acercarme lentamente a su cuerpo.

- Te has esforzado mucho Zoey. Siéntete orgullosa de lo que has logrado, mejoraste mucho en ballet y no volverás a tener problemas con lo necesario de esa materia, que al parecer era la única que se te hacía difícil... - Acaricié su rostro - No ha sido una pérdida de tiempo mi amor.

Sonrió enormemente y besó mi mejilla. Hice puchero porque pensé que sería en mis labios.

- ¿Vamos por una malteada? - Preguntó coqueta y yo revisé mi reloj.

- Son las dos de la mañana. - Abrió los ojos sorprendida - Pero creo que la cafetería es veinticuatro horas. - Me levanté y extendí la mano en su dirección - Vamos.

- Vamos entonces.

Luego de cambiar su ropa y recoger su cabello en una cola alta salimos del gimnasio, abrimos las puertas y comenzamos a andar. El ambiente era frío, como si estuviéramos en épocas de invierno; le puse mi chaqueta a Zoey en los hombros y se abrazó a mi cuerpo.

El crujir de unas ramas nos hizo alertarnos y volteé la mirada. Pude ver la silueta de una mujer, traía zapatos altos y un traje elegante al parecer. No pude ver su rostro porque estaba de espaldas pero un extraño deja vu me hizo fruncir el ceño. Siento que ya he visto esa mujer anteriormente.

Traté de detenerme para verla mejor.

- ¡Derek, anda que tengo frío! - La miré y sus mejillas estaban rojas, además los labios parecían morados y temblaban.

La abracé con fuerza ignorando la extraña punzada en mi sien.

Llegamos a la cafetería y efectivamente estaba abierta, al entrar una de las camareras nos atendió. Ambos decidimos pedir mejor un té para disminuir el frío alojado en nuestros cuerpos.

- Me pareció ver a alguien cuando salimos de la universidad. - Le comenté a Zoey.

- ¿Crees que somos los únicos despiertos a éstas horas? - Se encogió de hombros - Está claro que un estudiante salió a hacer de las suyas por ahí.

- Claro... - Le di un sorbo a mi té ignorando el hecho de que la mujer que ví tenía cuerpo de adulto y no de adolescente.

Escuchamos la campana y por la puerta entró el pelinegro con Adeline colgada a su brazo. La última me dió una mirada confundida pero al notar que estaba con Zoey se suavizó, mientras tanto el tal Connor ni siquiera disimuló su ceño fruncido.

Blood Dreams ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora