Capítulo IV - Realidad

20 2 0
                                    


Adeline.

Me miré frente al espejo, mis ojeras un poco pronunciadas ya que Connor no me dejó dormir  casi la noche anterior. Al parecer quiso descargar todo lo que haríamos el fin de semana, no me quejo, pero ahora tengo que aplicar el doble de corrector a mi rostro.

Cerré la maleta, ésta es morada, de mi color favorito y la puse sobre el suelo.

Miré mi alrededor, el apartamento se siente tan pequeño ahora que me iré; es extraño. Claro que sólo será por dos días, pero el simple hecho de que tal vez esté a punto de conseguir una carrera como bailarina de ballet, me llena de emoción.

Salí de mi habitación junto con mi maleta, mamá por primera vez no se había ido a trabajar temprano. Estaba preparando unas tazas de café justo cuando llegué a la cocina.

- Oh, cariño. Estás radiante. - Se acercó y besó mi mejilla - De verdad espero que todo te salga excelente. Y debes llamarme cuando llegues.

Sonreí.

- No lo olvidaré mamá. Prometo enviar fotos de Italia.

- Recuerda llamar a tu padre por favor, me avisó que desde que llegaste a la universidad no han tenido contacto.

Suspiré.

- Quiero dejar el tema de papá a un lado. Sabes lo intenso que se pone cuando no le quiero contar algo de mi vida. - Escuché su pié sonar contra el suelo.

- Pues claro que te pregunta, si nunca le cuentas nada. - Rodé los ojos.

- Bien, lo llamaré. - Su sonrisa me indicó que ahora estaba más tranquila.

Me acerqué y besé su mejilla, ella rodeó mi cuerpo en un abrazo un poco más largo de lo normal, besó mi frente y me alejé.

- Te amo cariño. - Dijo cuando ya estaba por cruzar la puerta de salida.

- Te amo mamá.

Milo me llevó a la entrada de la universidad, descendí el auto con una sonrisa. Connor me esperaba justo al lado del estudio de baile como siempre lo hacemos y con una enorme sonrisa se acercó y besó mis labios.

- Como quisiera ir contigo... - Rodé los ojos divertida.

- Es mi oportunidad tontito, pronto tendrás la tuya. - Sonrió.

- No lo decía por la agencia, lo decía por tí y por mi, solos en Italia. - Reí y besé su mejilla.

- Será para otra ocasión guapo. - Me acerqué y lo abracé con fuerza, el correspondió.

- ¿Sabes que te amo verdad? - Susurró en mi oído logrando hacerme estremecer y que mi corazón palpitara con fuerza.

- También te amo Connor. - Besé sus labios de manera más profunda y cuando nos separamos, emprendí el camino a la oficina del director.

Toqué la puerta tres veces, su voz me indicó que podía pasar y al cruzar la puerta, el señor Mauricio estaba sentado detrás de su escritorio mordiendo un bolígrafo.

- Buen día señorita Adeline. - Se levantó y estrechamos las manos.

- Buen día, ¿A qué hora sale el vuelo? - Pregunté entusiasta.

- Pues, ha llegado temprano, pero puede ponerse cómoda. - Me acerqué lentamente y dejé la maleta frente al escritorio. Me senté en la silla mirando al director.

- ¿Cree estar lista para lo que viene? - Me preguntó luego de varios segundos en silencio.

- Con todo respeto. - Sonreí - Jamás he estado más lista para algo en mi vida.

Blood Dreams ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora