Connor.Me paré frente a la puerta y la ví con molestia, estoy casi cien porciento seguro de que el director está ahí dentro con Adele como su prisionera.
Me acerqué y con cuidado abrí la puerta, la oscuridad nos invadió y Zoey sacó su teléfono para usar la linterna. Escuchamos un pequeño sonido en el oído seguido de la voz de Lara.
- Chicos, a donde sea que estén entrando perderemos comunicación. La señal es muy mala.
Fruncí el ceño, Mi mejor amiga pareció asustada pero Derek tomó su mano y decidido contestó el mensaje.
- Vamos a ir de todos modos, estén listos por sí aparecemos.
La conexión se cortó segundos después de eso y solté un sonoro suspiro tratando de relajar los nervios. Comenzamos a descender y enseguida me di cuenta de algo, la primera vez que Adeline y yo bajamos estas escaleras no eran tan largas. El lugar ahora era más profundo, pero no podía entender cómo eso era posible.
- Me falta el aire... - Susurró Zoey y la miré preocupado.
- Es mucha profundidad. - Respondió Derek- Eres más pequeña y por eso te falta oxígeno.
Zoey frunció el ceño.
- Espera aquí. - Derek besó su frente - Nosotros la sacaremos.
La susodicha no tuvo más opción que aceptar, me entregó el telefono y nosotros seguimos descendiendo. Alguna que otra vez tosiamos por la falta de oxígeno y me sostuve a la pared un poco mareado. ¿Qué mierda es ésto?
- Eres más pequeño que yo. - Me miró con una sonrisa burlona - Es lógico que tu fueras el siguiente en quedarse sin oxígeno.
- Púdrete, no me quedaré a esperar aquí. - Tomó mi brazo y lo pasó sobre su cuello para cargar un poco con el peso de mi cuerpo.
- Sabía que dirías eso.
Una sonrisa involuntaria escapó de mis labios y seguimos descendiendo. La verdad no sé cuánto tiempo llevamos bajando las escaleras, perdí la cuenta en el escalón cincuenta y siete.
Derek comenzó a toser de forma más pronunciada y yo cada vez me sentía más mareado. Me tambaleé un poco y caí al suelo sobre alguna loza, de inmediato escuchamos un ruido, casi como el de un botón cuando lo presionas.
- Mierda.- Habló Derek y justo en ese momento de las paredes comenzaron a salir cuchillos en nuestra dirección.
- ¡Corre! - Grité con todas mis fuerzas y como pude me puse de pié.
Mis pies se movieron por inercia, la verdad no sé de dónde conseguí la fuerza para hacerlo. Derek venía a un metro detrás de mí corriendo con desesperación, los cuchillos casi rozaban su espalda.
Cuando bajamos otros treinta escalones me tropecé con algo y caí al suelo, Derek prácticamente cayó sobre mi cuerpo y ambos apenas y podíamos respirar. Cuando alcé la vista, los cuchillos ya no estaban saliendo de la pared y frente a nosotros había una puerta de madera parecida a la de la entrada.
Me puse de pié y traté de acercarme, pero un quejido me hizo voltear hacia atrás.
- Ésto dejará cicatriz... - Susurró Derek mientras sacaba un cuchillo de su estómago.
Corrí en su dirección y el cayó al suelo inmediatamente, sus manos manchadas de sangre por tratar de hacer presión a la herida.
- Mierda, Mierda, Mierda... - Miré hacia todos lados a ver si podía encontrar algo que sirviera pero no parecía haber nada. Me quité el chaleco y se lo puse, sólo que más apretado de lo que normalmente se usa.
Me acerqué a la puerta lentamente y traté de empujarla pero estaba muy atorada. Volví hasta Derek y lo ayudé a levantarse, cuando iba a dar la vuelta sujetó mi camisa y yo lo miré con el ceño fruncido.
- ¿A dónde crees que vas? - Preguntó con la voz entrecortada.
- Estás herido. Tengo que llevarte de vuelta.
- No te preocupes por mi. - Me empujó suavemente y quedó el mismo de pié - Estás a punto de encontrarla, no te rindas.
Sus palabras fueron el incentivo que necesitaba.
Corrí lo más fuerte que pude y empujé la puerta con fuerza, enseguida el aire entró a mis pulmones de una forma increíble. Mi respiración se aceleró para tratar de absorverlo, la luz en el lugar era muy tenue, no se podía ver con suficiente claridad así que tomé la linterna y apunté al frente.
Comencé a caminar con lentitud y la luz me dejó ver algo en el suelo, estaba enrollado en si mismo, pero claramente era un cuerpo. Reconocería ese cabello marrón a kilómetros de distancia.
- Adele... - Susurré lo suficientemente fuerte para ser escuchado.
Ella se volteó de inmediato, su apariencia me sorprendió. Estaba demasiado demacrada y las bolsas bajo sus ojos eran enormes, no pude evitar que las lágrimas salieran incrotrolablemente y cayeran por mis mejillas. Corrí en su dirección, me lancé al piso y la abracé con fuerza.
Besé con desesperación su frente y entonces noté que tenía una mordaza en su boca. Cuando se la quité de inmediato gritó.
- ¡Cuidado! - Me empujó y caí boca abajo al piso. Rápidamente me incorporé y la luz de la habitación se hizo mucho más clara, el director estaba frente a mí con un látigo en la mano.
Adeline se desmayó.
Quise acercarme pero Mauricio se interpuso en mi camino con una sonrisa triunfante.
- Miren quien decidió venir por su chica. - Caminó cerca de su cuerpo y pasó el látigo sobre su cabeza que yacía tirada en el suelo.
- Deja de tocarla. - Su risa logró hacerme sobresaltar.
- Aún tengo dos semanas para divertirme mocoso. - Negué y saqué los cuchillos de mi cinturón.
- No la tendrás ni un minuto más.
Comencé a correr en su dirección y el usó su látigo para golpear mi brazo. Juro que sentí que me lo había desprendido, el sólo hecho de imaginar que estuvo haciendo lo mismo con Adeline me dió suficiente rabia como para soportar el dolor y volver a acercarme.
El hombre era velóz, logró esquibarme en todo momento. Ni siquiera podía hacerle un rasguño, frustrado corrí de nuevo hacia el y atinó otro latigazo, sólo que ésta vez en mi pecho. Caí al suelo del dolor y una lágrima de impotencia se me escapó, alcé la vista y su sonrisa de psicópata me hizo enojar aún más.
Traté de levantarme pero sólo quedé arrodillado frente a él, mi labio estaba partido, podía sentir el sabor metálico en mi boca.
- Tu chica está enamorada de mi. - Se agachó y tomó mi cabello con fuerza para susurrar cerca de mi rostro - Estar dentro de ella fue lo más delicioso que he sentido.
Su declaración casi me hace vomitar, traté de moverme pero estaba muy adolorido. Cerré los ojos tratando de soportar el dolor, no puedo creer que llegué tarde. Ahora Adeline jamás me perdonará no haberla salvado antes.
Escuché un quejido y el director se alejó lentamente de mí, me fijé en su estómago y tenía un cuchillo clavado.
Giré el rostro hacia atrás y ahí estaba Derek junto a la puerta, al parecer había lanzado el cuchillo hacia el director.
- Ahora estamos a mano, maldito enfermo. - Sonreí y Mauricio cayó al suelo con la respiración cortada.
Tembloroso me levanté y corrí en su dirección, me puse sobre su cuerpo. Justo en ese momento recordé las palabras de su padre: Cuando lo encuentren... no lo dejen vivir.
Tomé el cuchillo y lo introduje en su cuello sin piedad.
La sangre brotó y manchó mi cara. Pero no sentí asco, al contrario, sonreí feliz al darme cuenta que todo había acabado.
Me levanté y corrí hasta Adeline, la cargué como a una princesa y me acerqué a Derek. El puso su mano sobre mi hombro y poco a poco comenzamos a caminar hacia la puerta... Miré hacia atrás las zapatillas colgadas en la pared y feliz de que el hombre no haya cumplido su objetivo, sonreí mientras el pelirrojo cerraba la puerta detrás de nosotros.
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Blood Dreams ©
Novela JuvenilEse día hizo un frío escalofriante, me desperté más temprano de lo normal y quité la alarma que sonaría en unos minutos. Preparé mi desayuno como siempre lo he hecho, mi madre ya no se encontraba en casa, seguramente ya se había ido a trabajar. Cuan...