Adeline.Llegué al salón de clases, la profesora Cecilia como siempre daba la clase de historia musical. Aún no puedo creer que hace tres meses que llegué a éste lugar, y en el transcurso de la mitad del tiempo haya muerto un miembro de mi familia.
Ni siquiera quise tomar la semana de "Duelo", ¿Para qué?, al final a nadie le importa tu dolor y sólo hacen lo que les da la gana.
¿Algo bueno de todo ésto?, pase una semana entera concentrándome solamente en el premio y mira tu, lo logré. Ahora sólo tengo que esperar que llamen los de la agencia, al parecer tomaré un vuelo a Italia por un fin de semana; sólo así haremos el trato y podré trabajar para ellos.
Según el director, son gente muy profesional así que no los puedo decepcionar. Por lo visto quieren que baile para ellos y terminar mi evaluacion; ya veremos, tampoco me hago muchas ilusiones, vamos que soy buena, eso lo sé. Pero estamos hablando de personas que llevan años en éste mundo, tal vez incluso reconozca a alguno de ellos.
- Michael Jackson, una figura ejemplar y un artista muy particular. Un hombre íntegro, bueno, el director Mauricio lo conoció incluso; claro que cuando era más joven pero no hagan referencia a que ahora no lo sea tanto porque podría molestarse.
Varios reímos por su comentario.
Una chica al frente alzó la mano y Cecilia le concedió la palabra.
- ¿Qué edad tiene el director? - Preguntó ella tal vez más intrigada de lo que debería.
- Mauricio tiene treinta y ocho, pero nunca le digan que yo se los dije.
Volvimos a reír, honestamente, ésta es una de las clases que más me gustan y Cecilia una de las que mejor me cae. Pero no puedo evitar sentir curiosidad, ¿Ella vió a Sofía antes que yo?. Recuerdo haberla visto vomitar y revisar la lista del alumnado para identificarla, la vista de su cuerpo en el aire me consume, la sangre, los gritos, las lágrimas...
- Señorita Stone, Señorita Stone - Sentí que agitaron mi hombro y reaccione - Señorita Stone, ¿Está bien?
Cecilia me miraba preocupada. Noté que ya los alumnos habían salido, llevé mi mano a la mejilla y ésta estaba húmeda.
- Yo... - No supe que decir así que traté rápidamente de guardar mis cuadernos.
Me levanté pero la profesora me tomó del antebrazo.
- ¿Se encuentra bien? - Fruncí el ceño al notar que el agarre era fuerte. Me solté un poco brusca.
- No hace falta que se preocupe por mí, no lo hizo cuando mi prima lloraba en el recreo porque otros muchachos le decían cosas hirientes.
Ajustó sus gafas de abuelita.
- Es raro lo que dice, considerando que usted llegó a ser una de las agresoras. - Sentí dolores de migraña al instante.
- Era mi familia, nunca hubiera podido herirla a ese grado como lo hacían los demás. - Afirmé molesta.
- Pero tampoco ví que alguna vez usted la defendiera. - No pude contenerme y le solté una bofetada, la rabia consumiendo mi alma. Jamás he sido alguien impulsiva, pero su comentario fué demasiado para digerir.
- Y tampoco la vi a usted brindarle ayuda o algo por el estilo, además de todo se da la casualidad que tiene ese puto carnet - Lo arranqué de su cuello con violencia -... "Consejera escolar" - Lo leí en voz alta - ¿Dónde mierda estaba la consejera escolar cuando Sofía apareció muerta en el vestíbulo?, ah si, vomitando como una bulimica.
Sin darle tiempo de contestar salí del salón a toda prisa, mis manos temblaban, mis labios igual. Connor no podía verme así, mis sentimientos se encontraban fuera de control y no se que podría decir.
Corrí al baño de chicas y me encerré en un cubículo.
◇
Zoey.
Terminé de hacer mis necesidades y salí del baño para lavarme las manos.
En eso me percato de que alguien entra apresuradamente, sólo pude escuchar el estruendo de la puerta y el siguiente de uno de los cubículos. Luego un montón de sollozos y chillidos suaves, ¿Qué diablos pasa aquí?
Lentamente toqué la puerta tres veces.
- Está ocupado. - Esa voz, la conozco perfectamente.
- Adeline. - Los sollozos se detuvieron inmediatamente - Adeline, se que sabes que soy yo. ¿Podrías dejarme entrar?
Unos segundos de silencio fueron mi respuesta, estaba a punto de abrir la puerta de una patada, cuando ésta fue abierta.
- ¿No tienes nada mejor que hacer? - Adeline salió del baño, sus mejillas, nariz y boca estaban hinchadas.
Me pasó por un lado ignorando mi presencia. No me importó y la seguí hasta el lavabo.
- Estabas llorando. - Dije seriamente.
- Vaya, descubriste América. - Dijo irónica arrojando agua a su rostro.
- Pues entonces dime, ¿Por qué? - Me miró con el ceño fruncido, sacó su maquillaje y comenzó a aplicarse.
- No es tu problema rubia. - Negué y un suspiro exagerado abandono mi garganta.
Dije lo primero que me pasó por la mente.
- ¿Por qué una chica como tu estaría llorando en estos momentos? - Volvió a mirarme, ésta vez parecía incluso más molesta que antes.
- Por si no lo sabías, soy un puto ser humano y al igual que tú, aunque no lo creas, tengo sentimientos. - Iba a hablar pero me interrumpió - Además, todo lo que tenga no me hace olvidar el hecho de que mi prima fue encontrada muerta en el lugar donde suelo reír y caminar como si nada todo el día, al igual que tú y toda la maldita universidad, que actúan como si nada hubiera pasado.
Me quedé muda unos segundos mientras se aplicaba el labial color Rubí.
- No es culpa de la universidad lo que pasó Adeline. - Ella me miró confundida unos segundos pero luego resopló guardando sus cosas.
- Casi olvido que eres tan ignorante para algunas cosas. - Fruncí el ceño - Ahora discúlpame, tengo que ir a buscar a tu mejor amigo para que me consuele un poco.
Rodé los ojos y la dejé pasar.
Caminé hasta la puerta de la salida y al pasarla estaba Derek mirando en dirección a Adeline, parecía estarla analizando.
- ¿Qué tanto miras? - Le pregunté un poco más molesta de lo que estaba en realidad.
Se fijó en mí.
- ¿Estaba llorando? - Me preguntó confundido, a lo que yo solo me encogí de hombros.
- O le llegó la regla. - Me miró con el ceño fruncido - El dinero no te quita ese tipo de castigos y como consecuencias sufres descontrol emocional.
- Debería estar feliz como una lombriz, no llorando. - Me colgué a su brazo y empezamos a caminar.
- Pues, su prima fue asesinada aquí. - Miré hacia arriba cuando llegamos al vestíbulo - Supongo que tiene grandes razones para estar triste.
Asintió aún con el ceño fruncido.
ESTÁS LEYENDO
Blood Dreams ©
Novela JuvenilEse día hizo un frío escalofriante, me desperté más temprano de lo normal y quité la alarma que sonaría en unos minutos. Preparé mi desayuno como siempre lo he hecho, mi madre ya no se encontraba en casa, seguramente ya se había ido a trabajar. Cuan...