Capítulo 37: Demonio 2/2

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-Hasta que por fin llegan estoy cansada de que estos perros hediondos me fuman con cada pequeño movimiento que hago- dijo una chica con una enorme sonrisa su cabello era tan largo que le llegaba perfectamente hasta los muslos era de color rosado sumamente raro pero sus ojos eran negros tan negros como la noche y el olor que desprendía era fétido, en otras palabras ella era el demonio.

-¿Que hace un asqueroso demonio aquí? ¿no le temes a morir asquerosa?- dijo Santhiago sumamente enojado y amenazante a la vez su actitud cambió drásticamente el definitivamente odiaba todos los demonios y eso no iba a comer el rencor era más grande de lo que creía.

-Primero que nada chucho no te vengo a ver a ti si no a ella- dijo apuntándome con una sonrisa siniestra en su rostro lo que hizo que todos se pusieron en posición de ataque cuidando a y por supuesto a la madre de Joaquín también - Y en segundo lugar pulgoso no te atrevas a amenazarme ni llamarme asquerosa porque el asqueroso aquí eres tú y si no quieres terminar como tus queridos papis no me vuelvas amenazar- quitó la sonrisa macabra que tenía y sus ojos se pagaron aún más pero aún así tenía aire de superioridad lo que a me hizo perder totalmente la compostura igual que a Santhiago.

En un ágil movimiento esquivando a todos a mi alrededor y pasando por el lado de las que me cuidaban me acerqué a la demonia, estaba realmente enojada y no permitiría que le hablara de esa manera a Santhiago ni quisiera daño a ninguna persona de mi manada.

Mi mano se estrelló fuertemente contra su cara en forma de puño haciendo que está cayera al suelo mirándome sorprendida por lo que acaba de hacer, no solamente ella me mira sorprendida sino también todos los presentes.

-Si vuelves a siquiera pensar amenazar uno de los míos y te juro que lo último que harás en tu querida asquerosa vida mi voy era amenazante - ahora si has venido a matarme te informo que eso no será fácil, ahora sí has venido a darme una información importante habla o contaré hasta diez antes de empezar a casarte y obviamente quemarte así que puedes empezar a hablar- volví a amenazar, ella rápidamente se incorporó pero esta vez volvió a sonreír, me da un coraje inmenso ver esa sonrisa tan hipócrita en su cara esperaba que me hiciera contar porque realmente la quería matar.

Casada con un virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora