Capítulo 40: Mi primera vez.

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Pov. Joaquín.

Besarla era esquisito, sus labios calientes y suaves contra los míos poseyendo me cada vez más, estaba nervioso mi corazón latía A mil por hora era mi primera vez y lo más importante es que era con ella el amor de mi vida Mi luna, mi alma, mi todo y me nada la misma vez.

-Samantha-  dije separandome un poco de ella para mirarla atentamente a sus hermosos ojos, mis nervios estaban a flor de piel.

-Lo , yo también estoy nerviosa incluso más que mi primera vez pero deja que yo me haré cargo no te preocupes sólo relájate- dijo Samantha completamente sonrojada lo que más y a desearle un más, si bien no tenía experiencia mi cuerpo me pedía a gritos que la poseyera.

Volvimos a besarnos esta vez ella llevaba las riendas de aquel beso, poco a poco entre besos me llevó a la cama para que me recostare en ella, consumo cuidado se separó de mí y me miró de pies a cabeza sacó mi camisa y sonrió pervertidamente y ella al igual que yo sacó su blusa dejándome ver su hermoso pecho adornado por sujetador de encaje negro y sus preciosos tatuajes que hacían conjunto con su tan suave piel.

-Eres hermosa Samantha, te amo como ni siquiera te puedes imaginar-   dije haciendo que se sonrojar aún más de lo que ya estaba cosa que me parecía muy tierno ya que increíblemente ella estaba mucho más avergonzada que yo.

Se posicionó sobre mi sorprendiéndome un poco volvió a besarme pero esta vez empezó a bajar por mi cuello dejando pequeñas mordidas que me daban mucho placer, todo de ella me excitaba y la erección tan descarada que tenía mi pantalón lo confirmaba a simple vista.

Siguió bajando y dejando aún más mordidas en mi abdomen, daba pequeñas miradas hacia arriba como si quisiera confirmar que veía todo lo que hacía con mi cuerpo y claramente la veía, desabrocho la cremallera de mi pantalón bajando lo junto con el boxer no pude ante tal vergüenza y cubrí mi cara con ambas manos, ahí estaba ella observando mi tan descarado miembro erecto ante sus besos.

-Solo sigue cubriendo tu cara hasta que esté seguro también me sentiría mucho más tranquila si lo haces- Escuché como caía su ropa al suelo pero no descubrí mi rostro, está casi muriendo de la vergüenza.

Sentí sus manos en mi erección y me sorprendí estas subían y bajaban con lentitud haciendo mi soltar pequeños gemidos, su respiración chocó contra mi piel y en ese momento me alarmó por lo que saqué en mis manos para ver y me di cuenta que estaba colocando mi miembro en su boca y eso fue la explosión de mi exitación.

Casada con un virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora