Capítulo 29: ¿Entonces ella esta bien?

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Maratón 2/5

-Entonces ¿Eso quiere decir que esta bien? ¿Realmente lo está?- aún muy altera, el solo hecho de que mi mejor amiga ahora era una vampira no era asimilable para mi.

-Si eso es justamente lo que te estoy diciendo, a pesar de ser una vampira aún sigue siendo la misma persona, ahora debes descansar es muy temprano aún, son apenas las- miro el reloj que adornaba su muñeca e hizo un gesto de desagrado -Lo repito es muy temprano, son apenas las 5 am, es mejor que duermas Samantha- dijo acomodándose en el sillón en el cual estaba cuando le desperté.

-Acuestate junto a mi Joseph, la cama es muy grande como para que sigas durmiendo en el sillón- dije sorprendiendo le un poco y no era para menos habíamos dejado hace muy años de dormir juntos, cuando apenas tenía unos 6 o 7 años y mis padres tenían que salir el me cuidaba y dormía conmigo pero lo dejamos de hacer cuando cumplí más o menos 12 años.

-Claro, igual que de niña- dijo después de pensarlo por un largo tiempo.

Camino hasta el otro lado de la cama y se recostó en ella, no pasó mucho tiempo para darme a saber que ya se había quedado dormido, volví a recordar como de niña el siempre había estado conmigo a pesar de todo, en las noches de mi infancia donde mis padres tenían que salir por algún tipo de negocio importante Joseph siempre se quedaba y dormía conmigo, siempre antes de dormir me contaba maravillas historias de fantasías que siempre tenían un final feliz, ahora que lo pensaba mejor Joseph siempre me había contado de hombres y mujeres con la habilidad de convertirse en lobos también me hablaba de los vampiros y brujos y definitivamente eran las mejores historias del mundo.

Me sentía mucho mejor al saber que Aishi estaba bien y a pesar de que con toda mis ganas quería ir a verla no podía, no aún iba a descubrir quién había hecho esto y me lo pagaría costase lo que costase.

Perdí completamente el sueño entre un pensamiento y otro, no sabia cuanto tiempo había estado mirando el techo de la habitación pero cada ves estaba aclarando un poco más por lo que decidí levantarme ya no me sentía mal.

Camine hasta una de las puertas de la habitación y para mi dichosa buena suerte era la que daba con el pasillo, salí de la habitación por aquel pasillo hasta llegar a unas escaleras las cuales bajé.

Ahí estaba en medio de enorme recibidor mirando todo a mi alrededor hasta que en la oscuridad encontré la puerta que era para salir de la casa, volví a ponerme en marcha y salí, el frío viento el invierno me encantaba como recorría todo mi cuerpo.

Casada con un virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora