Capítulo 19

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Ambientado en los capítulos 64-65 del manga.

Esa noche, después de tomar la cena que Yoon había preparado, comprobaron que la gente no tenía la intención de irse a la cama temprano. Seguían festejando y disfrutando como si no hubiese un mañana, incluso los niños correteaban por ahí a pesar de ser bastante tarde. Tras cerrar un poco su pequeño campamento volvieron a acercarse a los aldeanos, quienes rápidamente les incluyeron de nuevo en el festejo. Las mujeres volvieron a rodear a los chicos, y entre ellos el guardaespaldas y el peliverde siguieron bebiendo tranquilamente. Mio, a pesar de todo, se había dejado la capucha puesta, pero si alguna chica se le acercaba se ponía en pie y se cambiaba de sitio, huyendo con rapidez.

En una de estas, se sentó al lado de Kija, suspirando. En ese momento, el veinteañero había conseguido alejar a las chicas que le acosaban también, y ahora miraba como Mio se bajaba la capucha mejor y apoyaba sus codos en sus rodillas, echándose hacia delante.

-No me gustan los grupos grandes.- dijo ella, con la voz algo irritada. Kija quiso decir algo del número de personas en su grupo, pero se guardó las palabras para él. La gente de aquella aldea era energética, quizá demasiado, y podía comprender cómo se sentía la inmortal.

-También me cuesta acostumbrarme.- habló el de cabello blanco.- Las mujeres de esta aldea son... bastante intensas.

Mio se encogió de hombros mientras que Kija se estremecía.

-Se preocupan por el físico y la apariencia más que nada. Se preocupan más por unos hombres guapos que no conocen y que acaban de llegar a la aldea que de sus propios vecinos, sus hermanos o sus esposos, quienes están lejos de casa, siendo soldados casi por obligación.- chasqueó la lengua, mientras que el Dragón Blanco la observaba.

A pesar de llevar ya unas semanas juntos, la forma de pensar y de ver las cosas de Mio seguían sorprendiendo al chico. Aún no estaba seguro de por qué, pero los pensamientos de la inmortal siempre estaban dirigidos hacia una forma de plantearse las cosas algo confusa, como si estuviera a la defensiva y se esperase lo peor de las personas. Kija se preguntó si esa había sido una forma de protegerse a sí misma. Si siempre esperabas lo peor de alguien, siempre estarías receloso y tomarías precauciones. Muchas veces podías acertar, y ese comportamiento te habría salvado de más de una, pero era una espada de doble filo y acabarías alejando a todas las personas a tu alrededor.

Kija se preguntó, de nuevo, si Mio prefería estar sola siempre, lejos de las personas y del contacto humano que pudiera generar algún tipo de lazo o relación entre ellos. Otra vez, divagó sobre el pasado de la chica, imaginando cosas que se alejaban de la realidad y se sumergían en lo incierto.

Zeno se acercó entonces a ellos, y se dejó caer en el suelo cansado.

-Ah... Zeno está cansado...- dijo bostezando, aunque sonreía.- Kija y Mio no parecen cansados.

-La verdad es que a mí me entró un poco el hambre.- admite el pequeño, poniendo una mano sobre su estómago y sonrojándose ligeramente.- ¿A vosotros no?

Mio, todavía en silencio, se encogió de hombros otra vez.

-¡Zeno siempre tiene hambre!- exclamó el rubio inmortal, alzando los brazos y mostrando sus colmillos en una sonrisa.- Shin-Ah también, y Jae-ha y el Señor deberían comer algo con todo el sake que bebieron...

-¡Chicos, chicos!- los tres Dragones se giraron para ver a Yoon acercarse a ellos, corriendo con una sonrisa en el rostro.- ¡El anciano nos dará a probar de las semillas Iza! ¡Venid, rápido!

Y sin más, se fue corriendo en busca del resto para avisarles de que fueran a probar la comida que él y el hombre habían preparado.

-¡Yei! ¡Zeno va a comer otra vez! ¡Vamos, vamos!

Mi Dragón - Akatsuki no YonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora