-Sabíamos que se iría.- dijo Hak, tratando de sonar enfadado pero sin ser enteramente capaz, con los brazos cruzados y sujetando su alabarda entre ellos. Aunque todos pensaban en ello, sólo él lo dijo en voz alta.
Yona hundió sus hombros, desanimada. La mujer a quien le habían preguntado hizo una leve inclinación de cabeza como gesto de disculpa, antes de marcharse sin decir nada más.
El Dragón Oscuro y el Feliz Grupo de Hambrientos se colocó a un lado del camino, y se sentaron para descansar y pensar en lo que debían de hacer ahora.
Apenas hacía unos minutos en que acababan de llegar al pueblo entre los acantilados donde habían visto a Mio por última vez. El camino de vuelta, que antes habían sido cinco días, ahora se habían convertido en tres días y dos noches. Justo en aquel momento, estaba cayendo la noche. Las luces del atardecer se reflejaban en sus rostros desesperanzados y cansados.
-¿Y ahora?- preguntó Yoon, con un tono triste.- No tenemos ni idea de dónde podría haber ido.
-Quizá regresó a la cueva donde vivía antes de que la encontráramos.- pensó Kija, apretando los labios al final.- Aunque habría que cruzar todo el país para eso.
-La aldea donde nació...- murmuró Shin-Ah, recordando que Mio les había hablado de aquel lugar sólo en un par de ocasiones, mencionando que había desaparecido años atrás.
-Nunca nos dijo dónde era.- negó Yoon, suspirando.- Y además, está totalmente desaparecida...
Zeno no escuchaba a sus compañeros. Miraba hacia el Norte, serio. Su cabello de oro bailaba con el viendo y la cálida y anaranjada luz del atardecer se vertía en su rostro como si fuera miel, dándole un aire pensativo y melancólico.
-Él había dicho que estaba muriendo.- mencionó el rubio, de nuevo hablando sin su tono infantil.- Quizá no sea lo mismo, pero los Dragones están ligados al Castillo Hiryū.- todos le miraron, esperando una continuación.- Ella es diferente, pero es a donde yo me dirigiría.- murmuró, afligido. Sus ojos brillantes ahora eran opacos, quizá algo tristes.
Se miraron entre ellos, buscando las miradas de los demás en busca de una afirmación común.
Hak fue el primero en ponerse en pie, en silencio, atrayendo las miradas de todos.
-Vamos a buscarla para que pueda golpearla.- dijo, serio, sin mirar a nadie. Yona sonrió un poco, y copió su movimiento. Los demás también imitaron sus gestos, listos para dirigirse a la capital en aquella misión suicida. Yona estaba "muerta", y Hak estaba acusado de regicidio y traición. Ser reconocidos cerca de la capital sería un error fatal. Y sin embargo, aquello no pareció molestar sus pensamientos en ese momento.
Jae-ha sintió un par de tirones en su ropa, y se giró para encontrar al chico que Mio había salvado una semana atrás. Todas las miradas se posaron en él, que miraba al suelo algo avergonzado.
-¿Vais a buscar a nee-sama?
El niño se veía impotente. Aferraba la ropa del Ryokuryū con fuerza, pero no podía mirar a nadie a los ojos. Jae-ha se agachó a su altura, y el chico le miró triste. Parecía estar a punto de llorar.
-La encontraremos.- aseguró el peliverde, revolviendo su cabello con una suave sonrisa en el rostro. Yona caminó unos pasos para ponerse a su lado.
-No te preocupes, Kenzo-kun. Ella está bien.
El niño retuvo sus lágrimas con más fuerza y negó con la cabeza violentamente.
-¡Nee-sama está enferma!- exclamó, con un torbellino de emociones recorriendo su pequeño cuerpo, recordando vívidamente cómo Mio tosía sangre y tenía una estabilidad emocional muy mala.- Se fue, y dijo que no volvería...- se tomó unos segundos para pensar sus palabras. El valiente niño alzó la mirada de nuevo y la fijó en Yona, y con el coraje tan grande que el niño tenía, les gritó.- ¡Tenéis que ayudarla! Si no, ¡no os lo perdonaré!
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Mi Dragón - Akatsuki no Yona
FanfictionCon el tiempo, la gente pierde cosas. Experimentar pérdidas es parte de la vida. También perder a personas importantes que cambiaron la forma de vivir esa existencia solitaria. Algunos pierden su primer amor. Otros, la armonía de sus relaciones. Se...