Capítulo 12

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Historia de un Dragón

Hace cientos de años, el Dragón Rojo bajó al mundo humano. 

Con la única intención de ayudar a los hombres, a librarles de las guerras, el hambre y las enfermedades, se convirtió en un hombre humano, Hiryū. 

Esto desató el caos en los cielos. Los Dragones Creadores estaban confusos y enfadados, no podían creer lo que su hermano acababa de hacer. Desde la perspectiva de todos ellos, sólo acababa de sentenciarse a sí mismo a una vida mortal y perecedera. Los Dragones llevaron a cabo una reunión rápida e improvisada para estabilizar las cosas. 

Debatieron y discutieron, y los dioses acabaron separándose en diferentes bandos con diferentes opiniones. Se dividieron por ese cifrado, creando aún más inestabilidades y controversia. 

Por un lado estaban aquellos quienes opinaban que el Dragón Rojo debía morir y obtener lo que se merecía. Eran algunos como el Dragón Marrón, el Negro, el Naranja o el Rosa. Odiaban a su hermano por haberse juntado con esa "raza inferior" y no les importaba en lo más mínimo su forma ahora humana y mortal. Estaban decididos a cortar lazos con él. 

El bando contrario estaba compuesto por los Cuatro Dragones que no dudaron en lanzarse en ayudar a su hermano. Azul, Verde, Blanco y Amarillo les dieron su sangre a cuatro mortales que obtuvieron algunos de sus poderes, y ellos lucharían por la vida de Hiryū y le seguirían sin dudarlo. Acudieron en su ayuda al instante, teniendo riñas con el otro grupo de Dragones. El primer humano con la sangre del Ouryū se perdió y tardó unos años en encontrar su camino junto a los demás, para seguir a sus hermanos y cuidar del Dragón Rojo.

El tercer grupo de dioses tomaron la idea de observar desde la distancia, y replantearse sobre si deberían o no intervenir según iban sucediendo los hechos. Estaba compuesto, principalmente, por el Dragón Plateado, Crema, Añil, Lavanda y Gris.

Pero hay alguien que toma más importancia en esta parte de la historia. No es ninguno de los dioses que le dieron la espalda a Hiryū, ni ninguno que le ayudó. Era el Dragón Violeta.

Las leyendas son leyendas, no todo en ellas es totalmente cierto, pero hay muchos escritos que hablan de la trágica historia de amor entre el Dragón Violeta y el Rojo.

Entre los dioses había una única norma irrompible. No enamorarse nunca, ni de un humano ni de otro Dragón. Todos sabían que el amor era una maldición que termina trayendo dolor y muerte.

Aún así, Violeta no podía detener sus fuertes sentimientos. Amaba al Dragón Rojo, de una manera tan irracional y desesperada que sufría. Rojo también le quería, pero no de una forma romántica, sino de la misma forma en la que amaba a sus hermanos dragones o a los humanos.

El Dragón Violeta no se presentó a la reunión de los Dragones, sino que, afligido, trató de hablar con Hiryū, para convencerlo y hacer que volviera a los cielos a su lado, pero no lo consiguió. No podía deshacerse de la idea de que tenía que salvar al Dragón Rojo, de que era su deber. No podía amarle, o al menos no como Dragón. Intentó durante tres días llevar al Rojo de vuelta, pero nunca lo logró. Él amaba a los humanos, y no podía irse sin ayudarlos y salvarlos de sí mismos. 

Y entonces, el Dragón Violeta se dio cuenta de que, aunque no podía estar con Hiryū en aquella forma, una humana mortal podía amarlo sin problemas con las leyes de los cielos. 

Sin decírselo a nadie, sin pedir ayuda y sin preguntar la forma en la que debía llevarse acabo, el Murasakiryū (*) decidió realizar el mismo pacto que sus hermanos Amarillo, Blanco, Azul y Verde habían hecho. 

El mayor error fue su irracional odio contra los mortales. 

El Dragón Violeta detestaba a los humanos. Ellos le habían robado a su amado Dragón Rojo sin hacer nada, obteniendo su amor y perdón, mientras que Violeta se había pasado su existencia reteniendo sus sentimientos. ¿Cómo era posible que Rojo, aquel poderoso Dragón, se hubiera vuelto mortal por esa raza inferior? De repente, acababa de perderlo todo. Algún día, Hiryū moriría, y Violeta se quedaría solo, cargando por la eternidad con su corazón roto. 

Mi Dragón - Akatsuki no YonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora