Capítulo 22

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Ambientado en los capítulos 67-68 del manga.


Informante.


Las fuertes pisadas resonaban contra el suelo de forma ruidosa y amenazante. 

Li Hazara, al frente de todo, lideraba a su ejército mientras que una larga y ancha fila de soldados marchaban detrás de él, listos para dar sus vidas en la guerra. Unos ladrones pobres que se encontraban cerca de lugar se congelaron ante la imagen frente a ellos. El gran general los vio, quietos, helados de terror ante aquel impotente ejército. Sonrió, pero era una sonrisa llena de locura y maldad, regocijándose de las expresiones de miedo de los ladrones. Atemorizados, huyeron hacia Saika, haciendo volar la noticia de que Li Hazara del Imperio Kai se acercaba para conquistar Kouka. 

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Kija tuvo que correr hasta la inmortal, quien no sabía que Hakuryū estaba siguiéndola. La llamó, haciendo que se girarse a mirarla. 

-¡Mio! Espérame.- pidió, llegando a donde estaba ella. La de cabello violeta le lanzó una mirada a su garra blanca, que permanecía escondida bajo la larga manga de la capa.

-¿Vas a venir?- preguntó, obteniendo un asentimiento del contrario. Ella le miró fijamente unos segundos, haciendo que el contrario se pusiese un poco nervioso ante su atenta mirada. Terminó asintiendo, deslizando su mirada alrededor.- Está bien. Mantén tu mirada abajo y tu garra escondida. Desgraciadamente, ambos llamamos mucho la atención, no como el chico o el Ouryū.- dijo, algo fastidiada, con una mueca en los labios. Suspiró, se bajó la capucha para esconder mejor su rostro y le hizo un gesto con la cabeza.- Vamos.

Ambos echaron a caminar entre las calles atestadas de gente, con la mirada baja, esquivando a quienes no les veían acercarse. Kija estaba algo nervioso, siguiendo a Mio en silencio, tirando siempre de la manga de su brazo derecho para poder esconder su garra blanca. Mio lanzaba miradas a la multitud bajo su capucha, tratando de esconder su rostro todo lo posible. 

Pasaron frente a un puesto de joyas, donde había un hombre peleando a gritos con el tendero. El primero de ellos estaba acompañado de una mujer, que agarraba su brazo nerviosa queriendo salir de allí al ver que la cosa se calentaba. Mio les ignoró y pasó a su lado, siendo seguida por el abino. Kija también les esquivó, siguiendo a la mayor, a pesar de querer saber qué había ocurrido. Siguieron andando hasta que, a lo lejos, Mio pudo ver una cabellera larga y castaña que llamó su atención. Entrecerró los ojos para enfocar su mirada, encontrando al final unos grandes y vivos ojos azules que resaltaban en un rostro moreno, que ella reconoció sorprendida. Alzó las cejas y se detuvo. 

Kija casi se choca con ella, y se asomó para ver si ocurría algo. 

-¿Pasa algo?- preguntó. Mio negó con la cabeza y le miró. 

-No, pero acabo de encontrar la fuente de información más fiable de todo el reino.- afirmó, con una mirada todavía sorprendida. Kija ladeó la cabeza. 

-¿Sí?

Mio asintió, casi distraída.

-Pensaba ir a un bar de unas calles más abajo, donde, al menos la última vez que estuve, se traficaba información. Pero he encontrado a alguien mucho más fiable que está por irse, así que vamos.

La inmortal comenzó a andar, y Kija se apresuró por seguirle el paso, curioso. Vio a un hombre, que ya estaba en sus cuarenta, con un rostro bastante atractivo surcado por una enorme y brillante sonrisa. Tenía unos ojos brillantes, azules, que podía verse en ellos una chispa de inmadurez y alegría que iluminaba allí donde miraba. Tenía el cabello castaño largo, recogido en una coleta a media espalda. El hombre hablaba con otros dos, y soltó una sonora carcajada que fue seguida por las risas de sus acompañantes.

Mi Dragón - Akatsuki no YonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora