Basado en los capítulos 65-66 del manga.
Había veces en las que Mio quería emborracharse.
No es como si no hubiera bebido el sake suficiente, ya que cualquier persona probablemente hubiera pasado por un par de comas etílicos dada la cantidad de alcohol ingerida, pero su cuerpo inmortal no procesaba aquella bebida de la misma forma. Ella no podía quedarse ebria ni dejar que su mente divagase como la de la gente que se emborrachaba hasta perder el sentido, algo que a veces deseaba con todas sus fuerzas.
Seguía en sus plenas cualidades mentales y físicas a pesar de todo, aunque todos los demás cayeran dormidos del cansancio y la comida y bebida ingeridas. Sin embargo, su agotada cabeza seguía dándole vueltas al mismo tema una y otra vez.
No podía dejar de pensar en la escena que había presenciado entre la reencarnación de Hiryū y su guardaespaldas. Se preguntó que había pasado durante todos aquellos años en los que se había aislado del mundo exterior, donde se había confinado a sí misma con tal de protegerse a ella y a sus delicados sentimientos.
Nunca quiso admitirse la razón por la que se alejaba de la gente, la hacía sentir débil. Cuando una persona a quien querías o apreciabas muere o te traiciona y sientes que no puedes superarlo, eres débil. Mio creía que debía de ser fuerte para que nadie quisiera dañarla porque tenía miedo de la pérdida. Así sólo fuera capaz de fingirlo.
Mio pensó en todo aquello que envolvía a la Princesa. Sabía que había escapado del palacio con el moreno, dada la muerte del Rey Il y la subida al trono de su primo y el Rey actual, Soo-Won. Mio creyó haber escuchado en algún momento que él era el hijo de Yu-Hon, el hermano mayor de Il, por lo que era el primo directo de la pelirroja. Sin embargo, tenía poca información más que no le daba ningún detalle.
A pesar de todo, supo que tanto ella como Hak se sentían dolidos por alguna razón, probablemente por alguien. Mio recordó el accesorio para el pelo que le había visto a Yona, por lo que supuso que aquella persona se lo había dado, o al menos le había pertenecido.
Supo que no sería capaz de obtener ninguna otra pista o información importante, por lo que simplemente de dejó vagar por sus pensamientos.
Su mente, atravesada por el dolor de Yona y Hak, no pudo evitar recordarlo, a su persona especial. Su rostro pasó como un flash por su mente, haciendo que su garganta de cerrara en un nudo apretado.
"-¡Ey, Miu! ¿Contamos estrellas?"
Tragó saliva, tratando de olvidarlo. De nuevo, bebió un largo y contundente trago de sake, sólo deseando olvidarlo.
''-¡Mira, Miu! ¡Una estrella fugaz!- la señaló con su dedo y con sus ojos brillantes.- ¡Rápido, pide un deseo!"
Le dolía.
En sueños aún podía ver su rostro. Recordaba con exactitud su voz, el tono y la entonación que empleaba en cada frase, su suave acento y su melódica tonalidad. Sentía la suave caricia de sus palabras contra su rostro como si el viento fuese su respiración.
"-No tengo miedo, Miu. No te preocupes, yo estoy aquí. Y aunque me lo pidas, nunca romperé mi promesa. Me quedaré contigo para tomar tu mano de noche y limpiar tus lágrimas cuando duermas para que nadie las vea al amanecer."
Mio no lo sabía dado que tenía los ojos cerrados, pero estos estaban aguados y húmedos, listos para derramar sus lágrimas. No quería recordarlo. Quería emborracharse por una vez para no pensar en él. No se sentía fuerte, no se sentía intimidante ni segura.
De repente Mio se sentía como esa niña asustada a la que un Dragón le obligó a beber su sangre y la arrastró a aquel infierno. No le gustaba sentirse así, tan débil. Ella se sentía como un objetivo fácil al que la gente intentaría herir, y ella no creía tener la fuerza emocional suficiente como para defenderse.
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Mi Dragón - Akatsuki no Yona
FanfictionCon el tiempo, la gente pierde cosas. Experimentar pérdidas es parte de la vida. También perder a personas importantes que cambiaron la forma de vivir esa existencia solitaria. Algunos pierden su primer amor. Otros, la armonía de sus relaciones. Se...