Vacío

887 67 11
                                    

Desperté con la ruidosa sinfonía de mi despertador, de un manotazo apagué la alarma y ahí estaba de nuevo; otro día más de mi penosa vida, otro día más sin sentido, otro día más de miedo, ansiedad y persecución.

—¡DOR YA, BAJA O LLEGARÁS TARDE A CLASES!

Por supuesto que mi día comenzaba con gritos, ese era mi papá, cuya única percepción de paternidad parecía ser gritarme.
No lo culpo realmente; no debe ser fácil lidiar con un adolescente de 17 y dos traviesos gemelos de 5 años por ti solo. Las cosas se habían complicado bastante cuando mamá falleció. Ella siempre tenía todo bajo control, siempre nos entendía; papá no debía encargarse de lo emocional, ya que en realidad nunca fue bueno con eso. Mamá era la experta y realmente no saben cuanto la necesitaba; ella me entendía y sé que me aceptaba; mi papá...bueno, él no tanto.

—¡DORIAN NEHOUSE, NO ME HAGAS SUBIR!

Sí, ese era mi nombre, Dorian; mamá me lo había puesto por el famoso personaje de Oscar Wilde. Ella esperaba que fuese tan afortunado, inteligente y guapo como él, todo un galán. Evidentemente no lo soy.

Me levanté sin ánimos y me vestí. Me detuve frente al espejo a observarme, los pantalones azules y la polera negra de "The clash, London calling" que me regaló mamá; realmente necesitaba sentirme cerca de ella. Que estúpido como nos aferramos a lo material para recordar, ¿no creen? Cabello rubio un poco más arriba de los hombros y desordenado, pálido, alto, delgado y los ojos color avellana que solo me hacían ver más pálido de lo que ya era. ¿Ese era yo? ¿Sería siempre así? ¿Vacío?

Bajé la escalera rápidamente y entré a la cocina. Los gemelos estaban sentados lanzándose el cereal entre ellos.

—"Aramis, Athos, por favor, coman su cereal para llevarlos a la escuela; llegaré tarde al trabajo".

Sí, mis hermanos gemelos de 5 años se llamaban Aramis y Athos como los mosqueteros; ¿ya les dije que mamá realmente era fan de la literatura?

—"Yo puedo llevarlos si quieres, hay un lindo día afuera, ¿quieren caminar hoy?"

—"No me quejo", dijo Athos encogiéndose de hombros.

—"Si nos dejas afuera y luces rudo para que los demás no nos molesten, entonces acepto", dijo Aramis con su enorme sonrisa con algunos dientes faltantes.

—"Acepto los términos y condiciones", dije haciéndole cosquillas a ambos mientras soltaban sonoras carcajadas.

Al menos a ellos les agradaba, al menos ellos no me cuestionaban, al menos ellos no evitaban hablar conmigo.

—"Bien, entonces me voy, recuerda que debes recogerlos en la práctica de soccer después de que salgas del colegio; la señora Patrick los llevará, pero debes traerlos de vuelta", dijo mientras recogía sus cosas para el trabajo, evitando mirarme.

-"Lo sé"

—"No llegaré a cenar, así que coman del estofado que nos dejó la tía Lyn".

—"Puedo cocinar macarrones con queso", dije guiñando el ojo a los gemelos.

—"¡Si macarrones!" gritaron al unísono.

—"No es necesario, pueden ordenar algo si quieren", dijo aún sin mirarme.

—"Papá, soy gay, no discapacitado, puedo hacerlo", dije un tanto molesto.

-"No dije que... Agh olvídalo, sean buenos chicos, tú también, Dor".
Dijo mientras salía por la puerta y me miraba de soslayo notoriamente incómodo.

Ese era papá. No podía manejar nada emocional y mucho menos sabía cómo tratar conmigo desde que decidí "salir del closet". Por supuesto que fue una gran sorpresa para él. Siempre traté de esforzarme en lucir y actuar "normal", "masculino", "heterosexual", ridículos estereotipos que nos implanta la sociedad. Pero él aún no lograba descifrar cómo vivir con eso, o más bien conmigo.

—"Bien, vamos entonces, en marcha a nuestra contienda", dije agitando el cabello de los gemelos.

— "¿Qué es una contienda, Dorian?" preguntó Athos con su divertida cara de pensar, la frente ligeramente arrugada y los labios apretados.

—"Una lucha o una batalla", respondí.

—"Eso suena de mosqueteros, me agrada", dijo Aramis arrugando la nariz, probablemente tratando de recordar la palabra.

Camino a su escuela hablamos de nobles caballeros, reyes y mosqueteros; mamá siempre les contaba historias. Sé que la extrañan muchísimo. Aún les cuesta asimilarlo, así que trato de inventar historias y juegos para ayudarlos a sentirse como antes. Incluso pasé horas en la biblioteca averiguando sobre la edad media, caballeros y reyes para poder contarles al respecto. Esos dos son un torbellino de travesuras y energía, pero no hay nada que no haría por ellos.

—"Bien, pequeños mosqueteros, tengan un buen día y compórtense como caballeros; los pasaré a buscar a la práctica de soccer así que no se muevan hasta que llegue, ¿de acuerdo?"

—"¡Si señor!" dijeron ambos al unísono mientras ponían su puño frente a su corazón, como habían visto hacer a los caballeros en una película. Hice el mismo gesto y me despedí.

Mi escuela quedaba a unas 10 cuadras de la escuela de los gemelos, así que me puse mis audífonos y en mis oídos se escuchó "Highway to hell" de AC/DC; sonreí ante la ironía, ya que me dirigía en efecto a mi diaria sentencia de muerte, camino al infierno.

Shooting Stars Donde viven las historias. Descúbrelo ahora