El día finalmente había llegado. La despedida.
En una enorme sala de ceremonias se realizó el velorio, el féretro al frente de todos nosotros rodeado de ramos y coronas de flores blancas con múltiples saludos de despedida tales como "Jamás te olvidaremos" "Hasta siempre" "Nos veremos pronto", etc.
Miré a mi alrededor: el color negro de nuestras prendas generaba un extraño e irreal contraste con el blanco y fresco color de las flores, como si ellas fueran lo único vivo aquí.
Avancé hacía al frente donde Sora estaba junto al féretro, pálida, con ojeras y ojos hinchados por tanto llorar.
Me puse a su lado y pasé un brazo sobre su hombro; Sora se dio la vuelta y en un abrazo comenzó a llorar en mi pecho.
-"No puedo creer que esto sea real", dijo en un susurro.
-"Yo tampoco", dije sin poder decir algo más.
Observe los rostros a nuestro alrededor, todos tristes, serios, algunos llenos de dolor. La mayoría era gente de la escuela. Claro, siendo del grupo de los populares era inevitable. Había un grupo grande de personas que no conocía, probablemente familia, algunos llorando a mares y otros serios, como si se tratase de un partido de póker.
Finalmente llegó la hora de ir al cementerio, el cual quedaba a unas tres cuadras del salón dónde se realizaba la ceremonia, por lo que todos caminamos al lugar, en silencio, marchando, despidiendo una vida.
Al llegar al lugar la banda escolar comenzó a tocar una melodía en espera de todos los asistentes.
Una vez todos presentes, el coro de la escuela anunció que cantaría una de sus canciones favoritas.
"Hear you Me" de Jimmy Eat World se escuchó en sus talentosas voces.
Cuando terminaron, el 80% de los asistentes estaba llorando.
El ministro dijo un par de palabras sobre apreciar la vida y que nuestros seres queridos nos esperan en el más allá. Luego, un par de alumnos, incluida Sora, dijeron unas cuantas palabras, el director de la escuela y unos profesores... Finalmente su padre dijo algo sumamente breve; se notaba lo destrozado que estaba a pesar de que trataba de mostrarse firme.
Todos comenzaron a hacer una fila para dejar flores en el féretro y despedirse.
Mientras esperaba mi turno, una balada de despedida a lo lejos me transportó mentalmente.
-"No quiero hablar con nadie", había dicho con la espalda apoyada en la puerta de mi habitación.
—"Dor, por favor, ni siquiera sabemos aún que pasó".
-"Sabemos lo que pasó, papá... Murió, Dann murió", solté estallando en llanto nuevamente.
Escuche un sonoro suspiro y los pasos de papá bajando por la escalera, sin saber cómo lidiar conmigo.
Cerré los ojos y lloré y dormí por lo que me pareció una eternidad.
El dolor era horrible y la realidad... La realidad era insoportable; no podía vivir en ella, por lo que me cerraba en mi mente y dormía una y otra vez.
Mi teléfono debió sonar un millón de veces, mensajes de texto y llamadas perdidas, pero ni siquiera lo tomé. Estaba en alguna parte debajo de mi cama, mientras yo estaba enterrado en lo más profundo de mi desgarrador dolor, ahogándome una y otra vez.
Abrí los ojos y avancé mi puesto en la fila, con una dalia banca en mis manos, esperando mi turno para despedirme.
Miré a los demás, llorando, sollozando, con pañuelos, destrozados, ¿Cómo se podía decir adiós?
-"Dor, Beyland está aquí", decía papá mientras golpeaba mi puerta. "Esta preocupado".
-"Dile que se vaya", había respondido cortante.
-"Pero Dor..."
-"¡DEJENME SOLO!" había gritado con desesperación.
Sentado en el piso con las manos y en mi cabeza tratando de encontrar una explicación, tratando de entender por qué había pasado todo esto.
Me estaba pasando exactamente lo mismo que cuando mamá falleció. Me había cerrado a todo y a todos, estaba dolido, molesto, triste y no quería que nadie más viera mi dolor.
Un grito me sacó de mi trance.
-"¡NOOO!" gritaba alguien abrazándose del féretro. Una señora.
Entre varias personas la sacaron de encima y la llevaron a una silla. Avancé otro par de puestos más cuando me di cuenta que estaba sujetando a Dalia con demasiada fuerza; la iba a destrozar antes de llegar al féretro.
Traté de respirar y calmarme, traté de concentrarme en lo que estaba pasando aquí y ahora.
Pero había tanto en mi cabeza, tanto en mi corazón, que simplemente no podía.
Comencé a sentirme ansioso, con miedo, ya no me sentía capaz de despedirme, de dejar una flor en su nombre. Miré hacía todos lados, gente triste, con lágrimas en sus rostros.
Comencé a respirar más y más rápido, avancé otro puesto más adelante; ya solo habían cuatro personas delante mío. Vi que Sora estaba al frente, dejando su flor con la mano sobre el féretro y otra en su corazón, sollozando y tratando de formular palabras. Las lágrimas corrían por sus ojos.
Comencé a sentirme mucho más inquieto. Ya no me sentía nada seguro de poder hacer esto, a pesar de haberle dicho a todos que podía.
Sora salió de la fila y avancé otro puesto más, ya solo tres personas.
Calma, pensé, tú puedes hacer esto, otro puesto más adelante suspiré, puedes hacerlo y el momento había llegado. La otra persona salía de la fila y ahí estaba yo, sin poder avanzar.
Con miedo y vacilación di un paso adelanté con la Dalia en la mano; observé el féretro que tenía la tapa abierta, tan irreal, tan de ensueño, parecía una clase de broma.
Indeciso, comencé a retroceder, asustado, no estaba listo para esto... Cuando sentí su mano entrelazándose con la mía haciéndome avanzar, obligándome a ser valiente, vi nuevamente el féretro; sin soltar su mano dejé la Dalia sobre las otras flores.
Mi mente volvió nuevamente a viajar por los recuerdos.
-"¡Abre, abre, abre!" escuché a Aramis y Athos golpear mi puerta con desesperación...
Me levanté, solo por la preocupación que me había causado el tono de voz que tenían.
—"¿Qué pasa?" había preguntado sin entender nada.
-"Tienes que bajar", dijeron jalando de mí por las escaleras.
No entendía nada, pero fui arrastrado hasta la sala donde de pronto entendí la urgencia.
Volví a abrir los ojos y miré su mano entrelazada con la mía, suspiré y miré el féretro nuevamente.
Y en un susurro dije mi despedida.
Salimos de la línea y a un costado un poco más alejado lo abracé, como si no hubiese nada más en ese lugar, como si nada más importara. Cerré los ojos refugiado en sus brazos, recordando nuevamente.
-"Dorian" había dicho, parado en medio de mi sala de estar.
Mientras yo sin poder creerlo me había lanzado a sus brazos a llorar.
-"Pensé que... "Había dicho sollozando.
-"Lo sé, lo sé... Ya estoy aquí, todo va a estar bien".
Lo miré a los ojos sin saber si era un sueño o no; sus intensos ojos azules brillaron en respuesta y tomando mi rostro con ambas manos me besó.
—"Adiós, Hannah" había dicho en un susurro, observando su rojo cabello detrás del cristal del féretro.
Era real: Dann estaba vivo, aquí, conmigo.
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Shooting Stars
RomansaDorian es un adolescente complicado como muchos otros, pero luego de la muerte de su mamá decide salir del closet lo que causa una ruptura en la relación con su padre, no muchos saben su secreto, pero alguien en la escuela lo descubre y se encarga d...