7. Euforia

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3 días después

El fin de semana había llegado, la vida de Gulf comenzaba a ser aburrida. Tras haber probado un poco de la vida de Mew, se había vuelto un adicto. Quería estar cerca del pelinegro y saber más de él. Conocer a fondo su pasado.

Intentó buscar en Internet cosas sobre el trabajo de Mew para conocer más al respecto.

Encontró que modificar autos no era precisamente ilegal, pero que el hecho de usar partes piratas y vender los autos al doble de su precio, sí era considerado como algo malo. Pero recordó algo que Mew le llegó a decir.

"Al menos un sesenta por ciento de corredores usan autos modificados."

Eso era lo verdaderamente ilegal. Hacer trampa.

La verdad a Gulf no le importaba en lo absoluto que su vecino jugara sucio con algunas cosas, después de todo era un trabajo difícil de hacer y sobre todo difícil de llevar.

El hecho de llegar a estar en peligro era algo que le aterraba. No solo por la mafia, sino porque correr autos era peligroso. Aun así, deseaba ansioso poder volver a sentir su corazón acelerarse de la manera que lo había hecho las otras veces que estuvo con Mew.

Gulf sabía perfectamente que no debía involucrarse con Mew de más.

Parecía todo como una verdadera advertencia, pero para Gulf parecía tan solo una regla fácil de romper. Justo como una adicción, como un dulce, como algo que desea un niño pequeño curioso cuando le dicen "no toques eso". Justo así se sentía Gulf, aterrado por dentro, pero con ganas de saborear ese dulce prohibido.

Es por eso qué, inhaló suficiente aire y tomó las llaves de su auto con valentía y seguridad.

Se introdujo en su auto, acomodó los retrovisores, se colocó el cinturón de seguridad, se puso sus gafas de sol y encendió el motor. Estaba listo para hacer aquella increíble locura.

Sin ningún temor ya en manos, condujo hasta aquel misterioso lugar en donde Mew amaba correr. Iba en camino hacia el lugar especial de su vecino.

Recién eran las dos de la tarde y el sol estaba en su máximo punto, por lo que Gulf no podía ver del todo la carretera.

Sintió como su sangre se helaba tras escuchar un auto detrás de él.

En ese momento recordó las palabras de Mew una vez más.

"A mis amigos les encanta correr a esta hora."

Gulf se tranquilizó y sujetó fuerte el volante. Seguramente solo eran los amigos de Mew. Pero su idea cambio completamente cuando ese auto se emparejo con él, Gulf giró su vista un poco para ver quien conducía ese Lamborghini, era un hombre que nunca había visto. Entre los amigos de Mew que conoció, ese no estaba entre ellos.

Dio una sonrisa y saludó con un movimiento de cabeza al otro conductor. Pero éste solo mantuvo una cara seria y gritó algo.

—¡¿Quieres correr, pedazo de basura?!

Gulf estaba atónito. ¿Ese pelirrojo se había atrevido a llamarlo pedazo de basura?

–¡Yo no soy corredor!

—¡¿Tienes miedo, niñita?! Seguro tu chatarra no pasa de los mil kilómetros.

¿Qué rayos era todo eso? Las manos de Gulf sudaban sin parar, pero no sabía si era miedo o enojo. Era claro que nunca en su vida había corrido un automóvil, ni siquiera había conducido por una carretera así antes. Nunca se había puesto a prueba a sí mismo para ver qué tan buen conductor era. Pero le daba miedo, mucho miedo sobrepasar esos kilómetros de los que estaba tan acostumbrado. De su casa al trabajo y de su trabajo a su casa, ese era su día a día.

Las dos veces que fue copiloto de Mew se había sentido aterrado por la manera en que el pelinegro pisaba el acelerador, pero a la vez llegó a sentir esa pizca de excitación que lo hizo sentirse con vida.

Quería probarlo por sí mismo, así que con las manos sudorosas se apegó al volante y sin dudarlo piso ese acelerador.

Su contrincante soltó una risa y le siguió el paso.

Gulf respiraba agitado, pero se sentía jodidamente de maravilla. Podía oler el caucho de las llantas de su coche desprenderse. Eso le emocionó aún más y acelero sin miedo alguno en esa carretera.

El otro sujeto no tardó mucho en dejarlo atrás, Gulf estaba perdiendo. Pero su sentido de competitividad lo impulsó para jugar con el volante y alcanzar a su contrincante.

Gulf se sentía excitado. Esa sensación de adrenalina era asombrosa, en ese momento comprendió porque su vecino amaba tanto correr.

Justo cuando se acercaba al otro coche, el conductor de éste frenó de golpe justo frente a él. Gulf reaccionó inmediatamente y pisó el freno, pero eso no evitó que su auto tuviera un ligero impacto con el otro.

El dueño del auto bajo rápidamente y caminó hasta Gulf. El castaño estaba agitado y su frente había golpeado con el volante lo que ocasionó una leve herida.

—¡Sal, idiota! —exigió el sujeto.

Gulf recuperó la razón y bajó del auto.

—Chocaste mi auto, ¿cómo me lo vas a pagar? —el pelirrojo dio un pequeño empujón a Gulf.

—Tú fuiste el que frenó de repente —intentó defenderse.

—Me vas a pagar el daño del auto, pequeño pedazo de mierda.

El pelirrojo lanzó un puñetazo directo al rostro de Gulf y lo tiró al suelo.

—Una niñita como tu quiso jugar al corredor, patético. —El chico dio una patada al castaño justo en su estómago. Gulf solo se retorció de dolor.

Antes de que el pelirrojo soltara otro golpe, se escuchó un auto repatinar.

—Mierda —murmuró el sujeto antes de volver a su auto y huir.

El otro auto se detuvo a un lado de Gulf.

—¡Gulf —Mew se apresuró hasta Gulf y lo ayudó a levantarse—. ¡Sigan a Lenni! —gritó hacia el auto, en donde al parecer iban K y Jae.

—Mew, ¿qué haces aquí?

—¡¿Tú qué haces aquí?!

—Tranquilo, solo venía a buscarte.

—¡¿Y por qué jodidos corrías contra Lenni?! —Mew tenía una mirada seria.

—¿Lo viste? Fue asombroso, Mew. Nunca había sentido algo así —Gulf hablaba orgulloso.

—¡Maldita sea, Gulf! ¿Quién demonios te dijo que hicieras algo así?

—¿Por qué te enojas? Tú también corres.

—Pero yo tengo años haciéndolo. Tú lo hiciste por un tonto impulso. ¿Qué hubieras hecho si no hubiera llegado a tiempo? Lenni te hubiera golpeado sin parar.

—¿Ese tipo se llama Lenni? —a Gulf parecía no importarle su condición en ese momento, solo podía pensar en lo genial que se sintió correr—. Me invitó a correr así que lo intenté, pero luego freno de golpe, choque su auto y me golpeó. Pero eso no importa —el castaño sonreía sin parar—. ¡Quiero que me enseñes a correr, Mew!

—¿Gulf, basta! —Mew gritó agresivamente y eso borró la sonrisa de Gulf—. Mírate, estás sangrando, ¿qué acaso no piensas? ¿Eres un idiota acaso?

—¿Por qué me gritas? Solo te dije que quiero que me enseñes a correr.

—¡Gulf! Sabía que no debía dejar que te involucraras conmigo —Mew subió al auto de Gulf—. Sube.

Gulf se quedó callado, las palabras de Mew lo habían lastimado de una manera que no esperaba. Acató la orden y subió del lado del copiloto.

—Yo solo quiero conocerte más.

—No sabes lo que dices, te lo advertí, ¿no? —alzó su ceja—. Te dije que no nos hiciéramos cercanos.

–Lo sé.

—Gulf, estas a tiempo de alejarte de mí.

—No quiero hacerlo.

—Gulf, basta. Ya no hablaremos más sobre eso, por ahora iremos a tratar tus heridas.

Knock Knock - mewgulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora