11. Prepotencia

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—¿Tu pequeño? —Gulf se sonrojo un poco, creía haber escuchado mal.

—¿Qué? ¿No te gusta?

—Dejaré que me llames así —sonaba agradable en los oídos de Gulf—. Uhm, Mew.

—¿Huh?

—¿Puedo preguntar algo?

—Adelante.

—Es sobre mi jefe... —El castaño jugueteaba con sus dedos mientras miraba de reojo a Mew, no era algo que quisiera mencionar, pero no podía solo dejarlo pasar y ya—, él me dijo que te conoce y que...

—¿Te contó algo? —respondió serio.

—Solo algunas cosas.

—¿Qué te contó?

—Me contó que trabajabas para su papá y que eran mejores amigos, también me contó sobre tu accidente.

—¿Accidente? —Mew soltó un suspiro.

—Sí.

—Qué hijo de puta, ¿te dijo por qué sucedió?

—Dijo que conducía borracho y chocaron por su culpa.

—Maldito —Gulf no podía descifrar la expresión de Mew, se veía enojado pero también decepcionado, no lo entendía.

—¿Me contarías que pasó?

—Ese idiota me arruinó la vida, toda la jodida vida —respondió mientras apretaba el volante con frustración—. Me engaño, engaño a todos. Ese maldito accidente fue su culpa y el maldito me culpó a mí, Max es un monstruo. 

—¿A qué te refieres? —Gulf se comenzaba a preocupar.

—Es verdad, chocamos por su culpa, él iba borracho, pero ¿sabes lo que hizo? —golpeó con su mano el volante, descargando toda su ira—. Se bajó del auto y me colocó en el asiento del conductor. Después de eso escapó, cuando desperté del coma, ¡sorpresa! Una multa de diez mil dólares y una demanda por homicidio. ¡Mató a una persona!

En ese momento, las lágrimas de Mew salieron, Gulf sintió que lo golpeó una ola de neblina, todo lo que su jefe le había contado estaba mal.

Mew estaba destrozado, esa era la gran mancha en su vida, algo que no era su culpa lo seguía atormentando. Gulf pidió que detuviera el auto en algún lugar, era peligroso conducir en ese estado.

Mew lo hizo, se estacionó afuera de una cafetería y en el momento que apagó el auto, se dejó caer en el asiento y lloró sin pena. Gulf no sabía que hacer, odiaba ver a su vecino en esa situación y odiaba mucho más a su jefe, él vivía sin pena y feliz, mientras que Mew cargaba con una culpa que no le correspondía.

Después de varios minutos de llanto, Mew se tranquilizó, había sacado algo que le apretujaba el pecho todos los días.

—Lo siento —dijo en voz baja, mientras ocultaba su rostro entre los guantes de sus manos.

—Yo... no sé qué decirte.

—Sé que ahora me tendrás miedo.

—Mew, yo nunca te tendré miedo.

—Mi pasado tiene una mancha llamada asesino.

—No eres un asesino, no fue tu culpa.

—Sé que no fue mi culpa, pero los expedientes dicen otra cosa.

—¿Cómo saliste de eso?

—Escape del hospital en cuanto pude, los policías me buscaron sin parar, pero un día simplemente se detuvieron.

Knock Knock - mewgulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora