30. Ausencia

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Gulf

Miré nuevamente a Mew, esperaba que mis ojos me engañaran, pero no era así. Aquellas marcas de labial eran claras. Parece que entendió mi mirada decepcionante, porque al instante se llevo la mano al cuello intentado cubrir las marcas que se asomaban.

Lo odie, odie todo.

Me levanté enojado del sofá y caminé hasta la puerta chocándole el hombro de paso. El me sujeto del brazo con fuerza.

—¿A dónde vas? —su tono de voz era serio—. ¿Vienes y te vas?

—Suéltame, Mercy.

—¿Para qué viniste?

—¿No escuchas? Te dije que me soltaras —agite mi brazo enojado intentando soltarme del agarre.

—¡No!

Tomo mi muñeca con fuerza y me obligo a seguirlo escaleras arriba. K nos miró preocupado, pero no me ayudo. Mew me arrastró hasta su habitación con jalones y me lanzó sobre su cama con rudeza.

—¡¿Qué demonios haces?! —pregunté con poca paciencia.

—Para esto viniste, ¿no? —alzó la voz y puso seguro a la puerta.

—¡Al diablo contigo, Mew!

—Cállate.

Me levanté de la cama, pero el me volvió a lanzar, lo miré desconcertado y ardiendo en coraje. Comenzó a desprender su camisa dejando a la vista su trabajado abdomen. Se trepo sobre mi cuerpo a horcajadas y me sujeto de las muñecas. Comenzamos una lucha de jaloneos, yo intentando alejarlo y él intentando mantenerme ahí.

—¡¿Qué haces?! —pregunté en el borde de la desesperación, su agarre se volvía más doloroso.

Llevó una de sus manos hasta mi polera sin mangas y la deslizó bajo la prenda, mi piel ardió ante su toque y nos miramos a los ojos. Maldita sea, ese hombre estaba ganando. No tuve tiempo de maldecirlo cuando ya había tomado mis labios en un lento pero caliente beso. Nuestras lenguas jugaban sucio provocando sonidos obscenos pero excitantes.

Tomó la orilla de mi polera y me la quitó en un solo movimiento, sus besos bajaron por mi cuello y me tensé cuando comenzó a descender más allá

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Tomó la orilla de mi polera y me la quitó en un solo movimiento, sus besos bajaron por mi cuello y me tensé cuando comenzó a descender más allá. Entonces caí en cuenta de lo que estaba haciendo. Le di un empujón lejos de mí y me levanté de la cama totalmente ruborizado.

—¡Eres un maldito! —le grité—. Te acostaste con una mujer y ahora lo querías hacer conmigo.

—¡A eso viniste!

—¡Jodete! No sabes nada.

—¡Entonces dímelo! Te vas y vienes como quieres, juegas conmigo y te alejas. No te entiendo, Gulf.

—En efecto, no entiendes nada —suspiré con la tristeza invadiéndome. Tomé mi polera y me di la vuelta para salir de la habitación.

—¿Qué es eso? —me detuve y lo miré de reojo. Sabía perfectamente a lo que se refería así que rápidamente me coloqué mi prenda—. ¿Por qué te cubres? ¿Qué era eso, Gulf?

Knock Knock - mewgulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora