[Esta historia contiene errores ortográficos]
❝Lo supe cuando te acercaste a mí, con ese olor a tabaco y gasolina. Estabas listo para enviciarme.❞
¿Qué harías si descubres el secreto de tu vecino? Sencillo, subirte a su gran Audi R8 de neumáticos re...
[A partir de este capítulo todo estará narrando en primera persona]
Gulf
Temprano por la mañana y ya un fuerte olor a tabaco inundó mis fosas nasales, me retorcí en el sofá, me dí cuenta que dormí toda la noche en la sala. Tallé mis ojos y poco a poco me adapté a la luz solar que entraba por la ventana. Me incorporé y pude ver a Mew paseando por la cocina sin camisa y con un cigarro en la boca.
Sentí como mis orejas se calentaban al ver tal imagen. Recordé como nos habíamos besado apasionadamente en la noche. Mis mejillas se tornaron rojas, no sabía con exactitud que decirle, así que me levanté procurando no hacer ruido y corrí escaleras arriba para darme una ducha, pero Mew me detuvo del brazo.
—¿A donde vas, pequeño? ¿Ni los buenos días me das?
—Buenos días —respondí intentando no parecer nervioso.
—Ven a tomar un café —me jaló del brazo y me condujo hasta la cocina, en donde tome asiento sobre el fregadero.
—Hay sillas —dijo cómico al ver mi acción.
—Prefiero sentarme aquí, es un hábito que tengo.
Al instante me arrepentí de haberme subido a ese lugar, pues Mew se acercó a mi anatomía sujetándome por la cintura.
Mis piernas involuntariamente rodearon su cuerpo. Sentí su respiración en mi cuello y juré que perdería la cordura si ese hombre hacía algo indecente.
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—¿Q-qué haces? —pregunté tímido.
—Hueles lindo, Gulf —su labios hicieron cosquillas en mi cuello al momento que lo rozo un poco.
Mew me iba a volver loco.
—Tu también hueles bien —dije sin pensarlo. Sin embargo no era mentira. Mew tenía un olor muy peculiar, un olor totalmente encantador, ¿como podría describirlo? Olía a tabaco con alcohol y a colonia masculina.
No estaba seguro de que estábamos haciendo o a que estábamos jugando, ni siquiera podía confirmar el tipo de relación que teníamos ahora, pero no me importaba saberla, solo quería que ese hombre estuviera a mi lado. Su respiración cada vez estaba más cerca de mi oído, era increíble la manera en como hacía estremecer todo mi cuerpo. Por inercia, cerré los ojos.
Entonces sentí la humedad de sus labios sobre el lóbulo de mi oreja, un choque eléctrico recorrió mi cuerpo.
—¿Quieres ir a correr? —abrí los ojos ante sus palabras. Noté como se separó con una risa perversa en su rostro. Me sentí estúpido unos segundos, al pensar en que nos volveríamos a besar salvajemente ahí mismo—. ¿Por qué estás sonrojado? —preguntó inocente.
Dios, Mew me sacaba de mis casillas.
—¿Ir a correr ahora? —giré mi vista al reloj de la pared. Marcaba tan solo las 5 a.m.—. Es muy temprano.