3. Intruso

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—¿Correr?

Gulf estaba con los nervios a flote, digamos que después de su accidente no le entusiasmaba mucho subirse a un auto para conducir a toda velocidad. Y mucho menos estaba de humor para bromas, pues él se había subido a ese auto por respuestas y Mew no le daba ninguna.

—Correr.

Gulf iba a preguntar algo más, pero el sonido del auto arrancando le corto las palabras. Mew había subido la velocidad de ese Audi y conducía por toda labcarretera sin parar. Gulf se mantenía apegado a su asiento con los ojos fuertemente cerrados, sujetándose del cinturón de seguridad.

Mew estaba loco, seguro que sí. Y rio orgulloso cuando vio la reacción de su vecino, adoró ver como el chico gritaba sin parar rogando porque parara. Disfrutó unos minutos y dejó de torturar al chico, giró el auto y bajó la velocidad.

—¿Asustado?

—Eres un completo loco —exclamó el castaño aún con los ojos cerrados.

—Puedes abrir los ojos —dijo Mew mientras estacionaba su auto en el terreno de su casa.

—Te pedí respuestas, no un encuentro con la muerte —reclamó Gulf molesto y con las manos un poco temblorosas.

—Mi respuesta fue esa.

—¿Qué? ¿Qué tengo razón y que eres un psicópata?

Mew soltó una carcajada por el ingenio del chico.

—No soy de la mafia, tampoco soy asesino —explicó con comedia—. Ah y tampoco soy drogadicto.

—¿Entonces qué eres? ¿Bruce Lee? ¿Jackie Chan?

—Soy un hombre de negocios.

—¿Ahora te crees salido de una película de romance de oficina?

—Manejo autos de carreras, amo hacer eso —sonrió.

—¿Entonces eres corredor? ¿Así como en las películas?

—No, eso solo es mi pasatiempo, pero no es mi trabajo.

—¿Entonces? —suspiró cansado.

—No creo que deba decirte —el pelinegro se acercó al oído de Gulf y susurró—, si te digo te asustarás, no es algo bueno.

Diablos, más asustado no puedo estar, sé directo.

—Ya te di dos pistas esenciales, tres si fuiste observador —explicó—, intenta adivinar; me gustan los autos, me gusta correrlos y...

—¿Es malo? —Mew sonrió—. No entiendo nada, ¿cómo se relaciona con tu trabajo? —Gulf estaba confundido.

A-di-vi-na —el pelinegro jugaba con sus dedos en el volante.

—Repaso; te gustan los autos, te gusta correrlos, pero no es tu prioridad, tu trabajo es... ¿ilegal?

—Se podría decir.

—Joder, lo sé, lo tengo.

—¿Ya adivinaste?

—Sí —el castaño aseguró orgulloso—. ¿Traficante?

Mew soltó una carcajada que dejó atónito a Gulf. El pelinegro estaba sin palabras, su vecino tímido resulto ser alguien completamente divertido.

—Demonios, no —Mew no podía parar de reír.

—Entonces solo dímelo, carajo.

—Gestiono una empresa de auto modificados —explicó brevemente—. Lo sabes, ¿cierto? Es ilegal comprar autos y hacerles modificaciones para después venderlos.

Knock Knock - mewgulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora